La fe que lleva a un triunfo gigante
Sin antecedentes notables, He Runs Away se quedó con el Jockey Club porque su gente creía en la hazaña
La fe mueve montañas y también lleva a ganar carreras. Lo puede asegurar el jinete cordobés Rodrigo Blanco, que ayer festejó en el Gran Premio Jockey Club, con He Runs Away, el potrillo que dejó de ser un simple ganador de una carrera condicional, para inmortalizarse con su conquista en el segundo paso de la Triple Corona, en San Isidro. Con una ventaja de dos cuerpos y medio, el zaino colorado dejó segundo a Hat Sócrates en un final inesperado para la mayoría, que observaba como In The Dark, el favorito, cerraba la marcha, agotado, tras correr 2000 metros en pista de césped.
He Runs Away es el caballo que entusiasmaba tanto a Blanco que se lo hizo saber a su colega y coterráneo Juan Carlos Noriega durante la mañana, al salir a trotar alrededor del hipódromo, en una imagen habitual para quienes utilizan esa actividad para dar el peso que exige su profesión. Para Rodrigo, el esfuerzo había valido ahora su segundo éxito en el clásico más antiguo del calendario argentino. Ya lo había conseguido una década atrás, con Gran Estreno.
"En la pasada [el entrenamiento en la misma distancia] había llegado corriendo fuerte, así que le dije al propietario que ahora lo iba a correr como yo quería", se escucha alrededor del potrillo. La situación se hace pública cuando Blanco y Walter González, el propietario, coinciden camino a la conferencia de prensa. Hay sonrisas cómplices.
Walter se presenta como un amante del tenis que desconocía el mundo del turf hasta que un amigo, entre peloteos, lo invitó y quedó encandilado. Dice que jugó en juveniles y hoy es entrenador, antes de enfocarse en su nuevo campeón: "Elegí a He Runs Away en el haras Santa María de Araras juntando peso por peso. No fue caro porque es parte de la primera generación del padrillo Heliostatic y era una intriga qué podía dar". No entra en detalle del precio. "Enseguida quise armar un equipo y busqué al jockey y al cuidador [Ernesto Romero] que me gustaban", continúa. Luego, el destino parecía escrito.
He Runs Away llegó al stud de Romero el último verano y se le designó como peón a Santiago Cornejo. "Ahora somos amigos con él, pero cuando empecé a ir a las carreras no lo conocía. En esos tiempos, me hice fan de un caballo muy ganador, se llama Lingote de Oro, y lo iba a ver cada vez que corría. Justo él era su peón", revela. Las vueltas de la vida.
Era todo festejo alrededor del caballo del stud The Guante. Todo lo contrario sucedía con In the Dark. "Los primeros 1000 metros venía bien, pero después ya no hacía pie. No podía seguirlos y en la recta agarró el galope", describió, sorprendido, Pablo Falero, jockey del favorito. Antes de la carrera, al potrillo se le debió corregir un herraje y en los preparativos se lo notaba inusualmente sudado. No eran buenas señales. Ninguna de las dos. "No podemos echarle la culpa a la herradura. No es lo mismo hacer un trabajo liviano, como el que hizo al venir a reconocer el hipódromo, que la fuerza que hay que hacer para correr", amplió el uruguayo, que soñaba festejar sus 25 años en la profesión en la Argentina siendo el jockey de un ganador de la Triple Corona. Quedó trunco el objetivo.
El cetro cambió de manos. He Runs Away respondió a la confianza de Blanco, que tras la prueba, cuando Gustavo Calvente lo fue a felicitar, intentó replicar el beso en la boca que el jockey italiano Frankie Dettori le dio al irlandés Ryan Moore tras el éxito de éste en el Arco de Triunfo, carrera cumbre para fondistas, hace una semana, en Francia. Como aquella imagen, no tardó en propagarse esta broma, y mientras Gustavo Posse, intendente de San Isidro, le entregaba la copa a Blanco, Calvente (se quedó por allí para la presentación de los nuevos aprendices) no dudó en recordarle a su colega la situación, sonriente y con la complicidad de quienes lo rodeaban. Los festejos recién comenzaban.
Santillano y El Benicio también tuvieron su momento de gloria
Santillano y El Benicio fueron casi tan venerados como el ganador del Jockey Club ayer. El primero obtuvo el Gran Premio Suipacha (1000m) por dos cuerpos sobre Humor Ácido y Gustavo Calvente, su jockey, aseguró que el velocista del stud Juan Antonio fue "una de las carreras más bravas que corrió y la más linda que ganó". Lleva nueve primeros y cinco los logró este año. Luego, El Benicio se adjudicó el Gran Premio San Isidro (1600m) por un cuerpo y medio sobre Eragon, y la clave estuvo en la confianza del entrenador Pablo Sahagian para animarse ante los caballos mayores y en el trabajo del jinete Juan Villagra para amansarlo, cuando el potrillo "salió enojado y quería irse pronto para adelante".
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