“Lo corrí dos años consecutivos con el mismo caballo y ya lo gané”
Osvaldo Alderete, el jockey, expresó la emoción por el éxito; “es la alegría más grande de mi vida”, dijo el entrenador, Sahagian
Osvaldo Alderete no lo puede creer. “Lo difícil que es correr un Pellegrini y yo lo hice dos años consecutivos con el mismo caballo y ya lo gané”, decía el jinete. Habían pasado 25 minutos de la victoria de Puerto Escondido y unos pocos desde que había levantado la copa, con su hija en brazos y su hijo en los de la madre. Camino a la conferencia de prensa, la pequeña seguía aferrada al padre, que abrió los ojos bien grandes cuando le acercaron una botella de agua.
“Me siento más agotado ahora que durante la carrera, donde tuve poco trabajo”, compara, y vuelve a tomar un sorbo con la misma felicidad que tenía al cruzar el disco, pararse sobre los estribos y agitar el brazo derecho hasta verse rodeado de compañeros que se acercaban a felicitarlo. En esos instantes, Rodrigo Blanco tuvo un premio: las antiparras. Había llegado entre los últimos el cordobés con Calcolatore y, como el chico que va a la búsqueda de un ídolo para pedirle la camiseta, se llevó un abrazo y parte del equipo.
“Esperaba un desarrollo suave, pero no tanto como el que se hizo. Por eso, cuando tuve un lugar ya en el codo lo dejé ir adelante. Venía cómodo y siguió haciendo todo fácil”, describió el jinete tucumano. Este año, una rodada le impidió correrlo en la Copa de Oro, pero no tuvo tiempo de amargarse. Le avisaron que su reemplazo por Pablo Falero era ocasional. Por estas horas, seguramente se le crucen una y otra vez las imágenes de cuando, de chico, iba con su hermano Víctor a vender alimentos en un carro, “aunque el frío o la lluvia nos hicieran doler los huesos”. Ahora, a los 30 años, lleva catorce en las pistas, tras iniciarse en las cuadreras.
A su lado, Pablo Sahagian disfrutaba de una victoria que nunca imaginó que iba a atrapar cuando era jockey. Y en el rol de entrenador la veía desde lejos. Hasta que apareció Puerto Escondido. “Esta es la alegría más grande de mi vida. Corrí el Pellegrini el año pasado cuando era perdedor, así que está claro hace tiempo que le tengo mucha confianza. Es un caballo que hace todo bien, creo que es el mejor que tuve”, confiesa El Turco. En el horizonte hay un objetivo
Alejandro Vázquez es entrenador de básquetbol de la primera división del club Platense y la cara visible de la sociedad propietaria del nuevo campeón. “Es el sueño del pibe. Somos una caballeriza chica, con pocos caballos y hemos ganado muchas carreras importantes. Pero no hay modo de describir lo que se siente ahora”, aseguraba, mientras se abrazaba y lloraba junto con su padre Carlos.
Algunos de los que festejaban a su alrededor aportaban un dato íntimo: el DT postergó la fecha de partidos que debían jugarse en Viedma para poder estar en el hipódromo. “Ja, sí. Hablé con el presidente y porque hay buena relación entre los clubes, se pudo hacer”, acepta, ya más tranquilo, entre sonrisas.
“Tenemos caballos hace 16 o 17 años y los primeros 15 fueron malos. Lo bueno nuestro fue la insistencia. Después, tuvimos una varita que nos tocó para que lleguemos a todos estos logros”, agrega. La emoción nubla la vista. Como también los nervios, en el momento de la carrera. Vázquez quiso ir a verla solo a la tribuna Popular y no encontró una posición que lo conformara. “Cuando entraron al derecho y vi que había un caballo que había sacado varios cuerpos, pensé que se había escapado otro e iba a ser difícil alcanzarlo”, revela. La decepción mutó en segundos, cuando todos comenzaron a gritar el nombre de su caballo.
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