Un deporte que es orgullo de Azul
AZUL (De una enviada especial).- En muy pocos lugares de nuestro país el voleibol se vive como en esta ciudad de 50.796 habitantes. Aquí se respira voleibol. A diferencia de cualquier café de la ciudad de Buenos Aires, en el que sería habitual escuchar hablar del paro del fútbol o del técnico Marcelo Bielsa, por ejemplo, por estas tierras sólo se comentan las modificaciones que debería hacer Olympikus para la próxima temporada, después de habérsele escapado el título de la Liga Argentina.
Y no resulta difícil de creer, ya que desde hace unas dos décadas está localidad bonaerense está afianzándose en el voleibol. Ya en los 70 contaba con buenos clubes, que daban una perspectiva del futuro deportivo próspero que llegaría. Aunque sólo diez años más tarde comenzó el movimiento más importante.
Sucedió cuando varios jugadores de River, de esta ciudad, decidieron pasarse a Chacarita Juniors, entidad que consiguió dos títulos de la por entonces Liga Nacional de la Confederación Argentina (91/92 y 92/93), lo cual desencadenó la primera reacción del público local. Tiempo después, determinadas circunstancias hicieron que esos mismos desportistas se alejaran de Chacarita y fundaran Azul Voley.
Entre ellos estaba el actual entrenador, Jon Uriarte, con el cual Azul Voley también obtuvo un campeonato de la Liga Nacional (93/94).
En el 98 llegó la firma brasileña de ropa deportiva Olympikus y el equipo dejó de llamarse Azul Voley.
El entusiasmo de la gente es el gran protagonista en cada presentación. Cuando cae la tarde, todos se encuentran en la plaza principal (General San Martín), situada entre las calles San Martín, Burgos, Colón e Yrigoyen y centro de reunión de los jóvenes. A su alrededor están la catedral, la municipalidad, el diario El Tiempo y el Azul Voley. Todo queda cerca.
Pero la tranquilidad pueblerina se tranforma cuando juega su equipo. Cuatro horas antes es común ver ya a muchas personas esperando para ingresar en el estadio; a las 9.30, incluso, es frecuente que los aficionados aguarden, sentados en la vereda, a que abran las oficinas del club para comprar una entrada.
Nada resulta extraño a la hora de alentar al conjunto que dirige Uriarte, integrante de los seleccionados argentinos que finalizaron en el tercer puesto del Mundial 82 y de los Juegos Olímpicos de Seúl 88. No existen ni el mal tiempo ni los compromisos. Nada impide seguir y alentar a los chicos, jueguen como locales o como visitantes. Tanto es así que no menos de 300 personas acompañaron a Olympikus cada vez que jugó en la Capital.
Por ello no es exagerado decir que toda la ciudad está pendiente de Olympikus. Todos saben qué sucede con el equipo. Desde un remisero hasta el empleado de cualquier comercio. Todos, sin excepción. Así vive el voleibol Azul, que fue fundada en 1832 por don Pedro Burgos. Un deporte que aquí es sinónimo de orgullo.
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