Un estadio y un festejo futboleros en una final ovalada y amateur
El rugby amateur tiene algo especial. Que la final del Nacional de Clubes se jugara después de un partido de Súper Rugby, el torneo profesional más importante del hemisferio sur, expuso la pasión que mueve a miles de hinchas de los clubes formadores que nutren la base del rugby argentino. En este caso fueron Hindú y Newman, pero habría pasado lo mismo si los equipos hubiesen sido otros.
Color, mucho color. El bordó de un lado y el azul y el amarillo del otro poblaron las tribunas una vez que terminó Jaguares vs. Stormers. Chicos con las caras pintadas. Bengalas encendidas antes del partido. "¡Esto no es fútbol, la p... que los parió!", cantaron a dúo las hinchadas, separadas apenas unos metros por una línea imaginaria, pocas horas después de que el seleccionado argentino quedara eliminado del Mundial Rusia 2018. Es que las entradas vendidas en los clubes eran para la misma popular.
A pesar del frío y el malestar previo por tener que jugar en el mismo escenario que Jaguares y no en un club de rugby, la apuesta le salió bien a la UAR. Según el parte oficial, algo más de 12.000 espectadores estuvieron en la cancha de Vélez para la definición del torneo federal. Hindú y Newman expendieron cada uno las aproximadamente 3500 entradas que le dio la unión, y se sumaron aquellos que decidieron quedarse después del triunfo del conjunto dirigido por Mario Ledesma.
Más allá de la buena concurrencia, el pedido de los clubes tuvo su lógica. Por ejemplo, resultó extraño ver a Francisco Fernández Miranda gritando a sus jugadores desde la parte alta de una tribuna con la misma intensidad con que lo hace cuando está a unos metros de la cancha en Don Torcuato. Igual de inusual fue observar a los jugadores de Hindú trepados a la reja para celebrar con su público hasta que se abrieran los accesos a la cancha. Se pareció más a un festejo futbolero que a uno de rugby.
"Fue una sensación rara pero había que adaptarse. La realidad es que la regla estaba puesta y aunque se hizo el intento de jugar en un club de rugby se dio así y había que aceptarlo. Yo prefiero toda la vida jugar en un club de rugby, porque creo que los clubes amateurs tienen que jugar ahí", explicó Toto Fernández Miranda en la cancha una vez consumada la victoria.
El entusiasmo de los hinchas por el club al que consideran su segunda casa conmueve. ¿Cómo explicar, sino, la actitud de la Banda del Timbal, la hinchada de Newman, que hizo honor a su nombre y cuando la derrota ya era un hecho siguió musicalizando la tarde como desde el primer minuto? ¿O la emoción de Ignacio, un chico de Hindú al que las lágrimas le corrieron la pintura de la cara y que no pudo evitar llorar más allá de que para él festejar ya se haya hecho una costumbre?
Con buen criterio, la organización habilitó el ingreso del público al campo de juego unos diez minutos después del encuentro.Como acusando recibo del golpe, la hinchada de Newman aplaudió a sus jugadores desde la tribuna antes de pasar el alambrado, por másque por tercera vez Hindú dejara al Cardenal a las puertas de su primer título. La gente del Elefante, en cambio, ingresó en masa para estar con sus rugbiers. Esta vez, en un escenario diferente. Pero festejando, como siempre.