Una alianza de hierro para mostrarle al tenis su futuro
Once años atrás un joven e impulsivo Rafael Nadal se pasó de frenada en Nueva York al confesarse ante un periodista: le dijo que ansiaba jugar un dobles con Roger Federer y que se lo iba a proponer. El periodista contó la historia, pero además le preguntó a Federer durante una concurrida conferencia de prensa en Nueva York si estaba dispuesto a aceptar la oferta del español. La respuesta del suizo fue lapidaria: "No".
Fue a más tardar entonces que Nadal entendió cómo relacionarse con Federer: suizo al fin, la formalidad no es un asunto menor para él. Por eso en noviembre de 2011 discutirían fuerte a la medianoche en un hotel de Londres, claramente en desacuerdo acerca del futuro que debía tener el circuito, tensión que se prolongó en enero de 2012 en el Abierto de Australia. "Es muy fácil decir yo no digo nada, todo es positivo y quedo como un 'gentleman' y que se quemen los demás". La frase de Nadal, demoledora, estaba dirigida a Federer, con el que un año antes había formado en dobles durante unos pocos minutos en una exhibición en Australia.
La tensión es pasado, diluida a esta altura en el vínculo de hierro de dos hombres que el sábado jugaron el dobles y el domingo se abrazaron genuinamente felices tras el éxito del suizo. Son candidatos a una película que Hollywood, tarde o temprano, debe producir.
Porque la historia es única.En un año en el que ganó dos torneos de Grand Slam y está en lucha franca con Nadal por recuperar el número uno, Federer encontró también tiempo para darle forma a un torneo que el tenis no tenía, pero todo indica que necesitaba: la Copa Laver. El Europa versus Resto del Mundo es un esquema calcado de la exitosa Copa Ryder que el golf disputa cada dos años. La Laver, en cambio, se jugará todos los años en diferentes ciudades, con Chicago como sede en 2018 tras debutar en Praga. La Copa Davis, objeto de cada vez más desprecio por parte de los jugadores, está en alerta. Y Federer, históricamente frío con ese torneo, le señala algunos caminos a la Federación Internacional de Tenis (ITF). Una cancha negra (!) y 43 cámaras que mostraron todo, desde el calentamiento previo de Nadal en el gimnasio a una reunión de preparación táctica en la que el suizo y el español se ponían de acuerdo acerca de cómo jugar y Bjorn Borg oficiaba de respetuoso capitán.
El Resto del Mundo incluía a Juan Martín del Potro , pero el tandilense se bajó a último momento, pese a que el certamen fue organizado por Team8, la empresa que lo representa a él y a Federer. No tendrá problema para ser convocado nuevamente, Tony Godsick, el exitoso factotum del torneo y jefe de la agencia, se ocupará de eso. Tampoco pondrán obstáculos las federaciones estadounidense y australiana, co-organizadores de un torneo que reparte millones, aunque no puntos para el ranking.
Con su llegada a los Estados Unidos es posible que se disparen algunas ideas "locas" que de tanto en tanto afloran allí. En la cultura deportiva norteamericana se acepta con naturalidad que los periodistas accedan al locker-room; no sería extraño entonces que las cámaras lleguen hasta el vestuario de Federer, Nadal y compañía. Pero entretanto, la Copa Laver ya entusiasma. "Este torneo tiene el potencial de ser algo muy grande en el futuro". Tómenlo en serio, lo dice John McEnroe .
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