Una clase de rugby Puma, con pasión y estrategia
El triunfo por 18-13 ante Francia, en París, significó la mejor actuación del seleccionado en mucho tiempo; es la primera vez desde 2006 que se gana una serie en Europa; hubo varios rendimientos individuales de alto vuelo
PARÍS.– Esta victoria de anoche ingresará en la historia de la leyenda Puma. En el mismo lugar y ante el mismo rival donde hace algo más de 7 años se escribió otra más inmensa pero que, a largo plazo, le dio origen a ésta. Juan Hernández, el sobreviviente, ante quien el Stade de France se rindió nuevamente, se abraza con Tomás Lezana, el santiagueño que este año jugó el Mundial M20 y que debutó ingresando por el lesionado Leonardo Senatore. En ese abrazo se simboliza todo. El crack, que otra vez metió un drop soberbio, y el chico que dejó el alma en la cancha, tackleando a destajo y avanzando 10 metros cada vez que tocó la pelota. Porque en esta ciudad hubo un equipo que conmovió durante los 80 minutos, marcando también para la estadística: es la primera vez desde 2006 que se gana una serie en Europa. En aquella oportunidad estaba Hernández.
Fue un triunfo, éste ante Francia, que tuvo todo. La histórica entrega por la camiseta, la locura por tacklear y defender, más lo que le ha inyectado Daniel Hourcade: desenfado por atacar. No tenerle miedo al que está enfrente; irse a la cara del rival. Los primeros 30 minutos resultaron lo mejor en muchísimo tiempo. Los Pumas dieron todo lo que se pidieron ellos mismos: actitud, fiereza y destrezas. Ahí desequilibraron al local, desbordado y desorientado por mérito argentino.
Los Pumas jugaron con concentración e inteligencia, con puntos altísimos en todas las líneas. Fue el partido consagratorio de Facundo Isa. Como resaltó Hourcade, "pidiéndola siempre" en apenas su segundo test con el seleccionado mayor. El santiagueño, que es ocho, pasó a jugar en esa posición cuando se tuvo que ir Senatore con una conmoción cerebral (el médico general no lo dejó volver) y junto a Lezana, su amigo de la vida, y Javier Ortega Desio armaron una barrera. Lo de Lezana fue descomunal: 14 tackles.
Otro que siempre emociona es Nicolás Sánchez, el jugador argentino de más progreso en 2014. Volvió a tacklear con dureza y en las últimas pelotas, cuando Francia se venía con todo, salvó dos situaciones prácticamente en una pierna, porque la otra la tenía contracturada. Y como Hugo Porta ante los All Blacks en 1987 y el mismo Hernández ante Irlanda en 2007, asestó nada menos que 3 drops. No por descarte, sino porque era una opción que se había armado en el planteo táctico.
Tomás Cubelli (agresivo, siempre poniendo el equipo adelante) fue otro punto alto, como la primera línea. Agustín Creevy pescó 4 pelotas que quemaban y Nahuel Tetaz Chaparro y Marcos Ayerza se redoblaron por todo el campo. Lo de Tomás Lavanini ya es una realidad. Los Pumas tienen un segunda línea de clase internacional por años. El gigante criado en Hindú no sólo voló ante cada pelota, sino que se le plantó nada menos que a Pascal Pape. Cuando se le preguntó luego por el francés, Lavanini contestó: "Ahí está, en el vestuario".
También, aunque con menos protagonismo, fue un muy buen partido de los tres de atrás. Juan Imhoff hizo una de película, salvando una jugada de try y contraatacando de manera feroz. Y hay que destacar lo de Santiago González Iglesias. Tuvo que entrar porque Marcelo Bosch se resintió rápido de un hombro y jugando de 13, un puesto que conoce poco, se lo comió a Mathieu Bastereaud, quien fue la última carta de triunfo que jugó Francia.
El final, con los franceses yéndose en busca de la victoria después del try de Fofana convertido por el sudafricano Kockott, terminó de foguear una victoria inolvidable. Porque en esos últimos 20 minutos, los Pumas fueron inteligentes, jugando con el tiempo en cada formación, y defendieron como leones. Hasta esa jugada que pudo ser try en la pelota final le dio el toque de dramatismo que necesitaba.
¿Por qué es tan importante este triunfo como aquel ante los Wallabies en Mendoza, en la última fecha del Rugby Championship? Porque como ése, fue logrado con méritos propios. Siempre es importante el cómo. En la victoria y en la derrota. Y acá, en París, con un equipo con muchos jóvenes, los Pumas sacaron diploma de equipo grande. Porque además supieron salir del duro golpe que recibieron en Murrayfield, en el arranque de esta gira.
El plantel supo rearmarse con el paso de los días. Aunque podría haberse evitado, no le vino mal el porrazo frente a Escocia. Lo hizo crecer al equipo, porque se convenció de que podía dar más, de que ésa no era su realidad. Hubo allí también un muy buen trabajo del staff. Se pudo comprobar en cada entrenamiento y, especialmente, en el último en Gennevilliers, cerrado por una caliente arenga de Hourcade.
En París, escenario de otras epopeyas, los Pumas volvieron a dar una clase de rugby. Así se juega a este deporte. Con pasión y con estrategia. Esos 30 primeros minutos hay que mostrarlos en los clubes de todo el país. Y lo más importante es que este equipo no tiene techo aún. Francia y el Stade de France volvieron a rendirse. Como en aquel 2007 en el que Hernández conquistaba al mundo mientras Lezana todavía estaba en infantiles de Santiago Lawn Tennis.