lanacion.com en Houston con Scola. Una familia del básquetbol
HOUSTON.- Tomás, de dos años, andaba por allí, sobre la moquette negra del vestuario de los Rockets, picando una pelota de basquetbol entre los zapatillones de Yao Ming y los periodistas que rodearon a su papá después de la victoria de anoche ante New Orleans, por 86 a 66. Un triunfo cómodo que mantiene a Houston con grandes posibilidades de acceder al 2do puesto del Oeste, si pasado mañana, en la última jornada de la serie regular, vencen a Dallas y Denver pierde con Portland.
Fue imposible quitar la vista del inquieto Tomás, que tomaba la pelota con las dos manos, flexionaba las rodillas y lanzaba sobre las piernas de su padre, que estaba sentado, como si ése fuese el aro. "Fue un buen triunfo, seguimos bien y con buenas posibilidades para los playoffs"; decía Luis, que tomó nada menos que 15 rebotes en 28 minutos, mientras trataba de no perder de vista a su hijo menor.
"Siempre vienen a ver los partidos y los traigo al vestuario una vez a cada uno", aclaró el pivote que también tiene a Tiago, de tres años. "Los dos se meten en la cancha antes de los partidos y van derechito a la línea de tiros libres y se acomodan para lanzar", agrega con orgullo y una sonrisa amplia.
La victoria tranquila, concretada en el 3er cuarto, su excelente actuación (hasta tomó un rebote de acostado en el piso, a poco de caerse tras chocar con David West) y el buen momento de los Rockets que provocó un ruidoso festejo en el Toyota Center, facilitaron la charla con Scola sobre estas cosas de familias a las que él le otorga mucha importancia.
Sus padres y sus abuelos suelen pasar por Houston para verlo jugar y brindarle todo su cariño. En este momento están la mamá y una de sus abuelas viviendo en la casa de Luis y disfrutando de esos dos fantásticos proyectos de basquetbolistas que son Tiago y Tomás.
"Mi papá (Mario) hacía lo mismo cuando yo tenía tres años. Prácticamente me crié en una cancha de básquetbol viéndolo jugar. Me llevaba a los entrenamientos, a los partidos y entraba en los vestuarios. En ese tiempo él jugaba en Velez".
No sólo eso, cuando tenía 9 años fue alcanza pelotas en el Luna Park durante el campeonato mundial de 1990. Su tío Jorge Becerra, ex jugador de Obras Sanitarias y miembro del comité organizador, había facilitado aquel "trabajo".
Los Scola llevan el basquetbol en la sangre, es evidente. "Mi abuelo tiene 89 años y cada vez que juego se mete en Internet, busca el sitio favorito, y mira todos mis partidos en la computadora".
Y la herencia no termina aquí, el basquetbol está en el ADN de los Scola, que pronto, el 14 de julio exactamente, recibirán a un nuevo integrante en la familia. "No sé que no nombre le vamos a poner, pero sabemos que será un varón… Voy armar un buen equipo para jugar 3 por 3", señaló el feliz papá, mientras de reojo seguía el dribling entre la gente del simpático Tomás.
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