Una relación explosiva
Parece una costumbre ineludible. Todo lo que tenga que ver con José Luis Chilavert y Boca es explosivo. Las relaciones del arquero paraguayo con el club de la Ribera fueron cambiantes. Odio por algunos goles históricos, bombas de estruendos, declaraciones de compromiso para intentar un pase que nunca llegó y hasta una recepción con huevos.
"Jugar con Boca es como jugar con Ferro, son dos rivales débiles", dijo en 1998. Pero un año antes había hablado bien de los hinchas de Boca y de Maradona, cuando estuvo a punto de concretarse su pase. Finalmente, Raúl Gámez -presidente de Vélez en esa época- pidió 4.000.000 de dólares, mientras que Macri ofrecía tres millones más un partido amistoso que le asegurara el resto.
En tres oportunidades, Chilavert salió airoso. El 16 de junio de 1996, en el torneo Clausura que finalmente ganó Vélez, le convirtió dos goles a Navarro Montoya. En Liniers, la hinchada xeneize rompió el alambrado y el partido estuvo a punto de suspenderse. Después convirtió dos tantos en la Bombonera para que su equipo gane: el 20 de abril de 1997 le marcó un gol a Sandro Guzmán (2-1), y el 28 de febrero de 1998 le convirtió uno a Oscar Córdoba (3-2).
Pero también tuvo sus malos momentos, porque ésta es su segunda expulsión en la cancha de Boca. En el último Clausura, vio la tarjeta roja después de agredirse con el colombiano Jorge Bermúdez.