¿Y si Messi jugara de 8?
¿No será hora de que Messi juegue de mediocampista? ¿No será que ya ha recorrido suficiente camino como para ejercer funciones más medulares? ¿No será que hay que convidarlo al desafío de dar un nuevo salto en su carrera?
Cuando apenas despuntaba en la primera del F. C. Barcelona, asumía un rol determinado: el extremo derecho gambeteador, rápido, indescifrable e inflamable para cualquier defensa. Ésa era su función, en los tiempos de Ronaldinho, Deco, Eto'o...
Más tarde Guardiola vio imprescindible entregarle mayores responsabilidades, deportivas y de liderazgo. Si no hacía algo al respecto, corría el riesgo de que, pasado el tiempo, Messi quedara atrapado en el extremo de la cancha y del vestuario. Tomó una decisión radical: le entregó el mando de la orquesta, lo llevó al centro del ataque y del camarín. El resultado se sabe: el equipo de todos los tiempos.
Hoy, Luis Enrique lo devuelve al extremo derecho y Messi está en un gran nivel otra vez. No tiene los límites de sus viejas épocas de wing, sólo es un punto de partida. El asunto es que sus movimientos en la cancha reclaman más. Cuando se cierra y va al lado del volante central para iniciar el ataque, o cuando pide la pelota de 8, a espaldas del 5 rival, en ese tipo de acciones, pide más. Y lo pide con señales sutiles, pero que deben leerse como gritos.
Para jugar de interior es esencial pensar el juego. No alcanza con despliegue y disciplina. Además de disposición y compromiso, hay que estar formado para ejercer ese rol, en Barcelona o en la selección. Messi está educado para tomar el cargo. Cuenta con todas las virtudes necesarias para su ejercicio, y las que le sobran, pueden hacerlo definitivamente el jugador total. Sería el genio individual con más influencia que nunca en la construcción colectiva, y seguramente no perdería el título de goleador.
El Barcelona actual es el laboratorio ideal para el ensayo. Antes, con Xavi, Busquets e Iniesta en sus mejores versiones, y Messi menos experto, pensar esta opción era casi ridículo, por innecesaria. Hoy, el eje del Barcelona está en el ataque y no en el medio campo. Xavi es suplente e Iniesta y Busquets están lejos de sus niveles. Rakitic y Rafinha juegan muy bien ambos, pero tampoco atraviesan al equipo con su fútbol.
Messi siempre intuye lo que pasa en las zonas donde interviene, lo siente en el cuerpo. Ahora también parece interesado en pensar el juego desde antes, desde la misma zona defensiva, desde el origen. Convidarlo a jugar de interior, sin dudas, para él sería un desafío fabuloso. Su ambición por la excelencia lo impulsaría a aceptar la propuesta. El martes pasado en Manchester arrancó de extremo, pero lo abandonó cada vez que pudo para ir a jugar de 8. Fue fabuloso; una máquina perfecta de técnica, panorama, visión y capacidad de destrucción. Dejó una muestra de lo que sería capaz de hacer si le ofrecieran el puesto antes de que se aburra.
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