Aerolíneas se juega la última carta
La nueva conducción prevé reducir costos y mejorar las relaciones con los gobiernos argentino y español
La administración actual de Aerolíneas Argentinas considera que la empresa ha renacido desde que, en febrero último, tomó la conducción. Para este primer período procura lo más parecido al ambiente aséptico de la incubadora. Por eso, cuida el entorno con el celo de una madre y teme por la información imprecisa que pueda contaminar ese ambiente donde la compañía debería recuperarse.
La gerencia, encabezada por Mario Sruber, reemplazó a la dupla Diego Cousiño-David Cush, que piloteó 15 meses Aerolíneas y su subsidiaria Austral, tras el ingreso de American Airlines como accionista minoritario.
La Nación pudo conocer, por una fuente cercana a las gerencias, tres objetivos de la conducción:
- Reducción de costos. Se considera la devolución de los Airbus 310, y una mejor amortización de la compra de los Airbus 340. ("Es como haber comprado un Rolls Royce", dicen). Se reemplazaron 19 gerencias por personal de la segunda línea, quitando el peso de sueldos altos. No se habla de despidos masivos, pero sí de la renegociación de convenios con el gremio de mecánicos. Un ejemplo: el diseño de la nueva imagen, del australiano Ken Cato, costaría $ 1.500.000, por lo que fue postergado sin fecha.
- Obtener gestos políticos de los dos gobiernos involucrados en la propiedad de Aerolíneas, el argentino y el español. Tras la victoria de Aznar en las últimas elecciones, se considera que nada impedirá una financiación. Del gobierno argentino hay apoyo, aunque entre quienes cuidan las cuentas públicas hay cierta resistencia a participar en la capitalización. Pero bastó poner "en revisión" el acuerdo de cielos abiertos con Estados Unidos para demostrar interés en la recuperación.
- Bajar el nivel de las fricciones. El conflicto con American Airlines dejó heridas. En un principio, se intentó separar esta gestión de la anterior. Pero la respuesta de los norteamericanos no se hizo esperar. Como la sutil guerra en los medios no benefició a ninguno, sobrevino la tregua.
Mientras tanto, se negocia con los bancos algunas líneas de crédito. Con el Citi, que otorgó el último préstamo de 100 millones, se trata una desaceleración de pago. Como si se jugaran la última carta, la actual gestión apuesta, según la misma fuente, a recuperar la confianza "de los bancos, los gobiernos, el personal y, sobre todo, del pasajero".
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