Alberto Fernández convenció a algunos macristas con la idea menos pensada
Beiró entre Cortina y Francisco Bauzá, a cuadras del límite con la provincia de Buenos Aires. Pedro Noriega era el encargado de "La San Francisco" en el momento álgido de la pelea peronista contra el agio. La sociedad estaba dividida. El inspector entró con su secretario escolarizado para clausurar el local porque una clienta había pagado por un kilo de pan, pero tenía menos en la bolsa.
El policía de la esquina, amigo del panadero, la había visto tirar una flauta cuando salió del negocio y sospechó que buscaría inculpar al comerciante. Agarró la flauta, se la mostró al inspector y Noriega se salvó de ir al calabozo. La prisión era, de todas maneras, su destino.
Días después, los bombones no tenían precio. El triangulito que lo indicaba se había caído. Volvió el inspector con su secretario, labró el acta y el policía que antes lo había salvado se lo llevó a la cárcel de contraventores de Devoto pidiéndole disculpas. Desde la lucha contra el agio, Noriega y toda su familia se hicieron antiperonistas.
Es posible que el relato anterior tenga inexactitudes de lugar, tiempo y cronología de los hechos, algo que mejor documenta la Historia. Tan cierto como eso es que se mantiene así en la memoria narrativa de una familia que contactó a LA NACION cuando escuchó que el presidente Alberto Fernández les daría poder a los intendentes para que controlen los precios.
La lucha contra la inflación mediante el control de precios se reavivó esta semana. El último en dar un gran paso fue el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, que lanzó una especie de "denunciador". Bajo el nombre Sistema de Monitoreo de Abastecimiento y Precios, reúne lo mejor de la tradición peronista con las nuevas tecnologías. Allí se puede denunciar a un almacén, supermercado o mayorista y agregar la foto que documente el precio por encima del valor que sugiere el Estado o el faltante de un producto. Es una creación de Augusto Costa, su ministro de la Producción, bajo la inspiración del sistema Precios Máximos de Referencia, a cargo de la secretaria de Comercio de la Nación, Paula Español.
Costa fue el sucesor de Guillermo Moreno en el segundo mandato de Cristina Kirchner, cuando Kicillof tomó el control de la economía. Desde esa silla agudizó el método de Moreno, lo modernizó y cambió los modos. Es el creador del programa Precios Cuidados y recopiló su experiencia en el libro Todo precio es político, donde intenta explicar por qué pagamos lo que pagamos.
El ímpetu kirchnerista en relación con el control de precios decae a media que baja el escalafón político. Si bien el propio Fernández promueve la conciencia ciudadana desde el principio de la gestión, la radicalización del método -no se puede vender por encima de precios máximos- por ahora tiene como fecha de vencimiento el próximo 20 de abril. Los funcionarios nacionales consultados creen que se va a prorrogar por la pandemia,pero no se trata de una medida ilimitada.
Otros hechos muestran que la cúpula del Gobierno está más interesada en la persuasión que en la sanción. Hasta fines de esta semana, Comercio había recibido unas 2700 denuncias, pero los inspectores iban con la idea de negociar la aceptación de los precios máximos por parte del comerciante antes que de clausurar el establecimiento. Sería ridículo, dicen, cerrar negocios cuando se necesita que estén abiertos.
En la base de la pirámide política, en cambio, los intendentes del Frente de Todos parecen ser más entusiastas. Dos días antes de que la norma se publique en el Boletín Oficial, varios comerciantes de Mercedes recibieron la orden de presentar en 48 horas una declaración jurada para informar los precios vigentes antes del 6 de marzo pasado. De lo contrario, se los podría clausurar. Allí gobierna Juan Ignacio Ustarroz, hermano del alma del ministro del Interior, Eduardo De Pedro, y miembro de La Cámpora.
Quizás llame más la atención que quienes no responden a ese pensamiento le encuentran sentido en este contexto, como explicaron dos intendentes de Cambiemos. Sucede que el "camine, señora, camine", la regla de Lita de Lázzari para bajar el ticket, es imposible mientras dure la cuarentena, como apuntó un exintegrante del gobierno de Mauricio Macri. Más aún para la gente grande, obligada a ir al negocio cercano a su casa para cuidar la salud.
Los intendentes de la oposición, además, están acorralados por la temperatura social. En momentos de alta inflación, una parte de la dirigencia y de la población se preocupan porque los supermercados, los almacenes o los kioscos remarcan antes que por la emisión del Banco Central, la infraestructura, la carga impositiva o el precio de los servicios públicos. Suele ser el pensamiento de Elisa Carrió y también pasó por allí la exgobernadora María Eugenia Vidal, que en un pasaje breve de 2018 protestaba porque la Casa Rosada no hacía nada para controlar a los comercios para disgusto del ministro de Producción, Francisco Cabrera.
Por convencimiento o por presión social, ¿cómo hacer ahora para no utilizar una herramienta que Fernández les puso a disposición?
Un día después de encontrarse con el presidente Alberto Fernández en Olivos, Jorge Macri, intendente de Vicente López, hombre de Cambiemos y aspirante a competir por la provincia, transparentaba la situación. "La inmensa mayoría de los comerciantes están cumpliendo, pero a veces hay picardías, que a veces es del comerciante y otras del distribuidor", decía en una entrevista radial que luego difundió en su cuenta de Instagram. Y completaba: "Hay que estar encima, observar, mirar… Que sepan que los estamos controlando. Como hay mucho local cerrado tenemos más tiempo para mirar estas cosas".
Incluso sus críticos le encuentran bondades al control de precios. Puede servir para contener aumentos en un lugar específico por tiempo determinado, aunque no funciona como herramienta a largo plazo.
La pregunta es qué va a pasar el día después de la cuarentena. Los comerciantes le tienen miedo a la discrecionalidad y a la capacidad de comprensión por parte de los inspectores municipales. ¿Cómo explicarles que les aumentó su proveedor, o sencillamente que quieren subir el precio porque, de otra manera, no les interesa seguir vendiendo? ¿Cómo hablar de la ecuación precio por cantidad con quien puede ver a la matemática como subsidiaria de la especulación? ¿Por qué volver a estar expuesto a la tentación de una dádiva?
La paranoia se asocia a ideas delirantes, pero los psicólogos dicen que ciertos contextos estimulan los pensamientos de complot. En épocas en que la razón es política y la discrecionalidad se institucionaliza por decreto, hay situaciones que parecen darle algo de razón a quienes se sienten espiados.