Apertura comercial y desempleo
Existe una suposición que consiste en creer que la apertura de la economía (mayor comercio internacional en relación con el PBI) afecta al empleo. Y en particular que mayores importaciones elevan el índice de desocupación.
Sin embargo, la comparación entre las tasas de desempleo (y de empleo) y los grados de apertura de las economías de América latina no abona ese supuesto.
Los países de la región más abiertos en cuanto a su relación exportaciones e importaciones con el producto bruto interno y según la medición del Banco Mundial son Panamá, Paraguay, México, Bolivia y Chile (todos con una relación comercio internacional/PBI que arroja un porcentaje que duplica y aún más el de la Argentina), y todos esos países tienen tasas de desempleo menores que el nuestro (en el caso de México, de menos de la mitad).
Aunque es cierto que el principal temor a la apertura no surge de un mayor comercio internacional en general, sino del incremento de importaciones en particular.
Pues resulta que tampoco la evidencia empírica acredita que más importaciones afecten necesariamente el empleo. Veamos: en los últimos datos anuales del Banco Mundial de la región, Brasil es el país más cerrado (con menor ratio importaciones/PBI: 12,1%), y la Argentina es el segundo entre los más cerrados (ratio de 13,4%).
Más aún, ambos son dos de los tres de menor ratio importaciones/PBI de todos los países medidos en el mundo. Luego, existe un grupo de países que podríamos considerar intermedios en su grado de apertura por importaciones. Son los siguientes: Ecuador (ratio importaciones/PBI de 19,7%), Uruguay (20,2%), Colombia (20,6%), Perú (22,4%) y Chile (27,6%). Y, finalmente, están los países de altos ratios importaciones/PBI en nuestra región. Se trata de Bolivia (32%), Paraguay (39,4%), México (40%) y Panamá (49,6%).
Si se computan las tasas de desempleo que informan para estos países la Cepal y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) correspondientes al primer semestre de este año, se advierte que la desocupación urbana es más alta en los dos países más cerrados (Brasil, con 14,9%, y la Argentina, con 8,7%).
Y, contrario sensu, entre los países bien abiertos (alto ratio importaciones/PBI) se observa muy baja tasa de desempleo: 3,7% en México; un moderado 6,4% en Panamá, y una tasa no tan baja, pero no mayor que la argentina, en Paraguay (8,4%). Por su parte, entre los países de apertura intermedia (todos más abiertos que la Argentina), algunos tienen una tasa de desempleo reducida, como Ecuador (5,7%) y Perú (5.9%), y por su lado Chile (7,1%) muestra una tasa de desempleo algo mayor que aquellos, pero más baja que en la Argentina. Mientras tanto, Uruguay tiene una tasa de desempleo similar a la de la Argentina (8,6%), pero con un ratio importaciones/PBI 50% mayor.
El caso de Colombia es excepcional: tiene una apertura intermedia y una alta tasa de desempleo (11%). Y, a la vez, es un país con una muy alta tasa de participación laboral (66,5%, contra 57,4% de la Argentina).
El vínculo con el empleo
El análisis también puede hacerse considerando la relación entre las tasas de participación laboral y de empleo. Esas comparaciones también muestran que los países más abiertos exhiben mejores resultados que nuestro país.
La evidencia parece mostrar que el problema del empleo tiene otras causas (como la competitividad sistémica) y que no hay una relación directa negativa entre apertura y empleo. Puede afirmarse, así, que hay una enorme mayoría de casos en los que países más abiertos tienen tasas de desempleo menores (y tasas de empleo mayores) que las de países mas cerrados.
Esto se compadece perfectamente con los fenómenos económicos. En primer lugar, porque los países que más exportan son los que a la vez más importan, y en ese caso la apertura genera su empleo. En segundo lugar, porque en un mundo en el que más del 60% del empleo lo generan los servicios, las importaciones también crean empleo en este sector. Además, la mayoría del comercio internacional se compone de bienes intermedios o de capital, que alimentan la producción industrial. Y, adicionalmente, porque está probado que los países más abiertos atraen más inversión (especialmente extranjera) y que ella genera empleo.
El nuevo mundo está atravesado por empresas que actúan a escala transfronteriza. Y, como enseña Stan Sheh, la mayor generación de empleo (y de valor) se produce actualmente en el inicio de las cadenas productivas (invención, innovación, ingeniería, diseño) o en el final (distribución, marketing, logística, comercialización). Y en forma gradual van perdiendo importancia relativa las etapas de manufactura tradicional.
La amenaza al trabajo está en otro lado y -en forma contraria a lo que muchos suponen- la modernización, la mayor internacionalización y el empleo de calidad pueden ir de la mano.
Especialista en negocios internacionales y director de la consultora DNI