Daniel Sammartino, director general de Techint Ingeniería y Construcciones. Aquí se realizó una apertura completa y a los argentinos nadie nos defiende
"Cuando veo que me ponen en igualdad de condiciones con las empresas del exterior, a muerte, teniendo que ir al costo para poder retener un negocio, me duele muchísimo como argentino y como empresario", se quejó el directivo; no descarta que varios contratos en curso tengan problemas para continuar
A pesar de autodefinirse como un optimista, Daniel Sammartino, director general de Techint Ingeniería y Construcciones, advirtió que la crisis del petróleo y la falta de financiación de las empresas locales provocarán una disminución de la actividad industrial en los próximos años.
La compañía que comanda debió reconvertirse con la apertura económica, y el Estado, que era un cliente de peso, dejó su lugar a las empresas privadas. La llegada de competidores del exterior no le agradó demasiado y se lamentó de que el país "no defienda" a las firmas locales cuando tienen que competir de igual a igual con sus pares foráneas. -¿Cuáles son las perspectivas para el próximo año?
-Estamos viendo con bastante preocupación los niveles de actividad por la crisis del precio del petróleo, ya que muchos de nuestros proyectos de construcción están relacionados con el sector petrolero. Vemos menores expectativas de crecimiento respecto de las que había. Esta situación provoca un paréntesis en proyectos de inversión en el área oil and gas y petroquímica, que son las ramas centrales de nuestra actividad. Además se suma la crisis financiera, por lo que a los clientes privados les cuesta conseguir financiación. A su vez, los clientes públicos, como Petrobras en Brasil, están postergando sus planes, revisándolos o poniéndolos en una congeladora. Esta es la preocupación que estamos teniendo para el 2000 en adelante. No descartamos incluso que varios contratos en curso tengan algunos problemas para continuar.
-¿Como cuáles?
- Muchos de los proyectos petroquímicos argentinos no tienen financiación.Tenían bastante avanzadas sus conversaciones de financiación con los bancos, pero no lograron cerrarlas e igual lanzaron los proyectos. Por ejemplo, el proyecto Profértil, que es la planta de fertilizantes más grande del mundo -que estamos construyendo en Bahía Blanca-, la cual incluye como accionistas a YPF, Perez Companc y Agrium de Canadá, hoy no tiene financiación. El Mega, en el que no participamos, tampoco tiene financiación. Son dos proyectos que suman cerca de 800 millones de dólares que hoy están avanzando con fondos propios de los accionistas. Hay que ver cómo siguen. Sin embargo, tengo esperanza, ya que los mercados financieros cada día tienden a asentarse más y así puede revertirse esta situación.
-¿La apertura económica los obligó a reconvertirse?
-Techint es uno de los ejemplos más fascinantes de lo que es una conversión al mundo competitivo actual. Es más, nos fuimos del otro lado en cuanto a competencia. De vender productos industriales para el Estado, pasamos a tener clientes en su gran mayoría privados. Por ejemplo, en ingeniería y construcción le estamos vendiendo al Estado sólo el 5 por ciento y el resto son clientes privados. Antes, representaba el 70 por ciento de las ventas. Aquí se realizó una apertura completa a la empresa extranjera como no se ve en ningún otro lugar del mundo, y a los argentinos no hay nadie que nos defienda, como se hace en el exterior con los propios. No tuvimos más remedio que volvernos cada día más competitivos.
-Esa es una crítica a la apertura comercial...
-Soy muy autocrítico. La Argentina, que realizó un esfuerzo enorme para hacer competitivas su industria y sus servicios, no goza de ninguna preferencia en el momento de tomar decisiones de inversión para que aquí quede empleo. Creo que es un gravísimo error. Sin con esto querer hablar de subsidiar, ni de proteger, ni de nada similar. Ese es un lenguaje del pasado que nadie quiere ni pretende recordar.
Nosotros efectuamos un esfuerzo brutal para hacernos competitivos. De hecho, competimos sin ningún tipo de contemplaciones con cualquier empresa del exterior que venga. En el momento de las decisiones no hemos visto ningún tipo de preferencias. Aquí, sin perder competitividad, se tendría que, en algún caso, favorecer el empleo argentino, porque en definitiva es el que después consume y el que impulsa la economía. Cuando veo que me ponen en igualdad de condiciones con las empresas del exterior, a muerte, teniendo que ir al costo para poder retener un negocio, me duele muchísimo como argentino y como empresario.
-¿Qué queda por construir en la Argentina?
- Los sectores con gran postergación son los de infraestructura. Hay mucho por hacer en autopistas. En la parte vial hay un déficit, lo mismo sucede en puertos, riego y hospitales. Falta financiación y que se generen las condiciones como para que este tipo de obras sean viables. Nosotros estamos haciendo una cárcel en Ezeiza con un sistema de financiación bastante creativo, mediante un leasing. Invertimos a riesgo en la construcción de una cárcel y le vamos a cobrar al Estado un alquiler anual para transferírsela en quince años. Este tipo de mecanismos se empezaba a ver en la Argentina y era viable. Con la crisis de los mercados financieros todo esto se vio totalmente abortado.
-El presidente Menem retó al sector en la cena de la Cámara Argentina de la Construcción (CAC). ¿Hay un desgaste en la relación del mandatario con los empresarios?
-No estoy de acuerdo con eso. No interpreté que el Presidente haya retado a los empresarios en la cena de la CAC. Creo que Menem tiene los enfrentamientos propios del intento de conciliar muchas posiciones entre distintos grupos de interés en momentos en que la situación general no es sencilla.
No creo que haya hoy un distanciamiento entre el Presidente y los sectores de la construcción. Al contrario, creo que Menem permanentemente está buscando maneras de poder llevar adelante proyectos en línea con las ideas de la CAC. Lo que sucede es que atraviesa momentos difíciles, sobre todo momentos presupuestarios difíciles. Cuando caen los niveles de actividad como lo están haciendo, los recursos impositivos y las financiaciones hacen que se produzcan situaciones de cierta tensión.
-¿Considera que más allá de quien gane las elecciones presidenciales del año próximo el rumbo de la economía será el mismo?
-Muchas cosas no dependen sólo de la voluntad de los gobiernos. Los ciclos de inversión a veces exceden las capacidades de los Estados. Desgraciadamente el año próximo va a ser difícil desde el punto de vista de las inversiones por situaciones ajenas al Gobierno. Creo que a la Argentina le tocó sufrir las consecuencias de la crisis internacional en desproporción con lo bien que se habían hecho las cosas. Además hay un gran signo de interrogación respecto de lo que va a ocurrir con Brasil, que hoy es gran demandante de nuestros productos. Si se profundiza la recesión en el vecino país, la crisis nos va a golpear aún más.
Sin embargo, el año próximo habrá algunos signos de reactivación que empiezan a notarse en Asia. Da la sensación de que lo peor de la crisis ha pasado y estamos cuesta arriba. Creo que el 2000 ya nos vuelve a encontrar con una corriente nueva de expansión en el mundo. En este contexto creo que si gana la Alianza o si vuelve a triunfar el oficialismo, los dos van a tener un ambiente propicio para lograr un ciclo económico positivo, que en definitiva es la gran directriz de lo que pasa con la economía.
Desgraciadamente el mundo esta demasiado globalizado. El mundo marca la gran tendencia y después puede haber pequeñas variaciones alrededor de esa tendencia.
Una guerra comercial
Techint está a cargo de la construcción del gasoducto Nor Andino, que permitirá llevar gas de Salta a Chile. Se trata de un ducto de 1100 kilómetros de longitud, que parte de Salta y llega al Pacífico chileno con tres derivaciones, para la instalación de centrales de generación eléctrica a gas. En la región, CMS Energy y Endesa formaron Gas Atacama, un gasoducto paralelo, creando una competencia feroz en el sector.
-¿Cómo marcha la construcción del gasoducto Nor Andino?
-Es un caso apasionante del mundo moderno de la competencia porque se están construyendo dos gasoductos paralelos con capacidad para abastecer sustancialmente al mismo mercado. Son las reglas de la competencia. Por ahora nuestro gasoducto, a pesar de los atrasos que tuvimos ya que no pudimos empezar según lo previsto por algunos problemas con la Justicia, mantiene la fecha original, que es septiembre próximo. Obviamente estamos incrementando recursos para llegar a término. El proyecto marcha bien, a toda velocidad. Ya pasaron los problemas que hemos tenido, con una hostilidad bastante importante por parte de Greenpeace y de la comunidad colla Tinku Naku, que tiene asentamientos en la zona.
-¿Considera que fueron desmesurados los reclamos de Greenpeace y de la comunidad colla?
-No tengo ninguna duda de que fueron totalmente desmesurados. Pero fue lo que nos tocó vivir.
-¿En algún momento algún dirigente de Greenpeace se acercó a conversar con ustedes?
-Muy al principio tuvimos una única reunión con ellos, pero prácticamente no fue ningún tipo de encuentro de conciliación o intento de entender la posición del otro. Siempre nos dio la sensación de la oposición por la oposición misma y que a Greenpeace no le interesaba ninguno de nuestros argumentos. El gasoducto no tenía ningún tipo de alteración y convocamos a una comunidad experta en el tema para que ratifique esta posición.
Nos convencimos de que en realidad los reclamos sobre la selva no tenían que ver con gasoductos, sino con un proceso de degradación ya existente. Fuimos usados como argumento cuando en realidad hay otros problemas allí que ya llevan muchos años, como la tala indiscriminada y el mal manejo agrícola de la zona, con lo cual se está dañando la selva, pero no porque nosotros construyamos el gasoducto. Fuimos víctimas de un manejo de otro tipo y el gasoducto no tiene nada que ver con el degradamiento de la selva.
-¿Cómo se preparan para competir con el gasoducto paralelo?
-Somos constructores del gasoducto, aunque en un principio fuimos inversores. Mediante una negociación con nuestros entonces socios y ahora clientes, Tractebel, de Bélgica, y Southern, de Estados Unidos, nos compraron nuestra participación en el gasoducto y quedamos como constructores. Nos hubiera gustado seguir como inversionistas, pero nuestros socios de ese momento nos pidieron que les vendiésemos nuestra participación.
Ellos preveían que iban a tener una guerra comercial con el competidor que construye el gasoducto paralelo y preferían no tener que enfrentar un conflicto de intereses con nosotros. En definitiva, deseaban poder manejar esa guerra comercial poco más a discreción de ellos. La propuesta nos pareció lógica y vendimos nuestra participación, que era de un tercio de la inversión total, que fue de 500 millones de dólares.
La vuelta al mundo con un caño
- Daniel Sammartino nació el 20 de diciembre de 1958 en los Estados Unidos, porque su padre estaba trabajando allí, "pero opté por la ciudadanía argentina". Estudió ingeniería civil en la Universidad Católica y realizó un máster en Administración de Empresas en la Universidad de Harvard.
- Es hijo del fallecido Roberto Sammartino, quien, luego de un cisma en la Cámara Argentina de la Construcción (CAC), fue fundador y presidente de la Unión Argentina de la Construcción (UAC) y vicepresidente ejecutivo de Techint.
- Trabaja en Techint desde hace 17 años. Empezó en Ingeniería y Construcción, luego trabajó en Italia como encargado de nuevas inversiones y adquisiciones. En 1987 regresó a Siderca, en el área industrial del grupo. Al año siguiente participó en la estrategia de Siderca en el mercado internacional y fue responsable de la dirección de exportaciones. En 1995 participó en las negociaciones de la compra de Dalmine. Luego pasó a Techint Ingeniería y Construcciones, donde estuvo a cargo de "una unidad de negocio central: plantas industriales". En septiembre del año último se hizo cargo de la dirección general de la compañía.
- La facturación aproximada de Techint Ingeniería y Construcciones será de 1400 millones de dólares (700 millones de dólares provienen de la Argentina y los otros 700 millones del exterior). La firma registró un crecimiento en el país, comparado con 1997, de 200 millones de dólares.
- Los principales negocios de Techint Ingeniería y Construcciones son tres: el primero, plantas industriales, abarca construcciones para la industria, "sobre todo relacionadas con el oil and gas y con la petroquímica". El segundo es la construcción de ductos (gasoductos, acuaductos, oleoductos). "Llevamos construidos 45.000 kilómetros de ductos en el mundo. Es como dar la vuelta al mundo con un caño", ilustró Sammartino. Por último están minería y siderurgia, también otra área principal de negocios. Otras unidades, "donde no tenemos tanta tradición, pero en las que queremos desarrollarnos fuertemente", son las obras civiles y servicios urbanos.
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