La mesa de los argentinos reduce el consumo de carne al mínimo histórico
Cada habitante demanda un promedio de 53,4 kilos al año, el nivel más bajo en más de cincuenta años. El país perdió 10 millones de cabezas de ganado en sólo cuatro años
La inflación no la hizo menos deseada, sino que más difícil de conseguir. El consumo de carne bovina en Argentina tocó en 2011 su nivel más bajo en más de cincuenta años: actualmente cada argentino demanda un promedio de 53,4 kilos al año, un 22% menos respecto a dos años atrás, cuando se disparó el valor de los cortes en las carnicerías.
El dato surge de las estadísticas del sector ganadero del Ministerio Agricultura. Por el lado de la demanda, los consumidores no dejaron de preferir al asado o las milanesas, sino que el problema se esconde en el precio.
Durante este año el precio promedio de un kilo de carne ha sido $32,12, un 122% más respecto a los $14,43 que se registraron en 2009. Así los muestra el relevamiento estadístico de precios que elabora el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA).
Nieves Pascuzzi, economista especialista en carnes del Instituto de Estudios Económicos de la Sociedad Rural Argentina,explica que los argentinos son especialmente sensibles con la carne. "Entre diciembre de 2009 y agosto de 2011 el precio subió 80% en las góndolas y el consumo cayó 14%. Los consumidores han convalidado aumentos y traccionado sobre la oferta , lo cual hace que los valores aumenten indefectiblemente". Es decir, la suba de precios no fue la única causa que explica la caída del consumo.
ÉPOCAS.
El stock a la parrilla
En los últimos cuatro años, el mercado interno y la exportación literalmente se han comido parte de las reservas bovinas. En 2007 el stock ganadero era de 58 millones de cabezas, mientras que actualmente promedia 48 millones (un 17% menos).
"El ciclo de un ternero es de tres años desde que hace hasta que es enviado el frigorífico. En estos años, las políticas de desánimo a la inversión en ganadería hizo que más productores decidieran liquidar parte de sus vacas por tener precios pisados y costos en ascenso", explicó Miguel Jairala, analista económico a cargo del área estadística del IPCVA.
La menor oferta se tradujo consecuentemente en menores niveles de producción para los frigoríficos. Con base sobre las estimaciones privadas para fin de este año, la producción evidenció un notable retroceso:
- En 2009 se faenaron 16 millones de animales; este año terminaría en torno a 10,5 millones.
- Se espera que las exportaciones de 2011 sean de 260.000 toneladas, 66% menos frente a los 770.000 que se lograron en 2005 -en año récord en esta materia-
"La situación comienza a revertirse de a poco porque el mercado se está ajustando por valor. Ahora los productores tienen un mejor contexto para invertir por los mayores precios", analiza Jairla y agrega su propio pronóstico: "Si el contexto no cambia, para volver a recuperar el stock perdido y volver a alcanzar entre 62 a 65 kilos per cápita se debería esperar por lo menos dos ciclos (6 años) ".
HÁBITOS.
Intervención estatal y precios
Después de cinco años de intervención gubernamental directa en el mercado de la carne, los precios en góndola terminaron disparados. Los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández encomendaron al secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, tutelar al precio de la carne.
Desde 2006 se aplicaron todo tipo de medidas sobre la cadena de valor de este producto: prohibición y permisos para exportar , retenciones , aplicación de precios máximos para el ganado en el Mercado de Liniers, amenazas de aplicar la ley de abastecimiento y grandes promociones estacionales como " Carne para Todos ".
A estas medidas públicas, hay que sumar la fuerte sequía que vivieron las regiones productivas en 2008/2009.
"En estos últimos años, los mayores controles recayeron sobre los productores, primer eslabón de la cadena. También se controló a las grandes cadenas de supermercados, pero no a las carnicerías, que significan el 60% de las bocas de venta de carne vacuna", analiza Pascuzzi.
La analista agrega que "estas políticas terminaron mostrando desaliento para la producción, hecho que motivó a seguir comiendo vacas y producir menos terneros" y agrega que "también los engordadores a campo terminaron compitiendo en desventaja con los feedlots (corrales de engorde) subsidiados".
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