Asia oriental, un mercado no apto para cardíacos
LONDRES.- Si le gustan las emociones fuertes, pruebe ajustarse el cinturón de seguridad en alguna de las bolsas del este de Asia. Primero vino la caída libre de 1997-98, seguida por la sorprendente recuperación del año ultimo; luego otra caída que dejó sin aliento a los inversores a partir de marzo de 2000. Varios mercados han caído al menos un 40% este año en términos de moneda local; muchos han perdido todas las ganancias del año último.
La corrida continuó la última semana, motorizada por los problemas en Medio Oriente y más convulsiones en las bolsas de los Estados Unidos. Lo que es más, las malas noticias llegan en un momento en que las economías de Asia oriental ya dan señales de desacelerarse, luego de la recuperación de los últimos dos años. Y dado que muchos países se han dejado estar con respecto a la eliminación de créditos incobrables, una expansión más débil podría generar problemas.
Para este año el consenso es optimista, a juzgar por la última encuesta trimestral de pronosticadores de The Economist. Sugiere que la región -excluyendo a China, en recuperación, y el gigante pero torpe Japón- registrará un crecimiento del PBI real de más del 7% en 2000. El promedio oculta diferencias entre los países: las economías industrializadas, como las de Singapur, Corea del Sur y Hong Kong, crecen aceleradamente, mientras que los países retrasados, como Indonesia, Tailandia y Filipinas, sólo crecen a un ritmo del 3 al 5% anual.
¿Pero qué sucederá el año que viene? Resulta cada vez más evidente que algunos países del Asia oriental están en malas condiciones para soportar un clima global más frío.
Pero por malas que sean las noticias, son pocas las personas que ahora temen una repetición de la crisis financiera que detonó el colapso de 1997. Desde entonces se han dado dos cambios marcados: los niveles de vencimientos de la deuda externa de corto plazo son más manejables y hay mayores reservas en divisas.
Los pesimistas señalan que uno de los principales dinamizadores de la recuperación de Asia oriental ha sido el aumento de las exportaciones, en particular los productos electrónicos. La desaceleración en los países de la OCDE y, en particular, de Estados Unidos, podría hacer que deje de crecer la demanda de esas exportaciones.
A esto hay que agregar el alza de los precios del petróleo, que luego de un breve respiro subió a cerca de US$ 36 el barril durante la violencia en Medio Oriente. Aparte de Indonesia y Malasia, las economías de Asia oriental son ávidas importadoras de petróleo. Los altos precios del crudo reducirían los superávit de cuenta corriente y las ganancias de las empresas demasiado endeudadas.
Nuestra encuesta de consenso -realizada antes de los eventos de la semana última- ya pronosticaba una desaceleración de cerca de dos puntos porcentuales en el 2001, con un aumento del PBI del 5,2%. Parte de esa desaceleración es cíclica y manejable, pero si la encuesta resulta demasiado optimista, el endeudamiento de la región podría traer problemas.
Sin embargo, los optimistas sostienen que la región debe ver con alegría la perspectiva de una suave desaceleración en Estados Unidos. Asia oriental ha sufrido la salida de inmensos flujos de fondos extranjeros este año. Y pese a que la inflación en alza significa que las tasas de interés efectivo de la región son bajas en promedio, esto aún no se ha traducido en nuevos préstamos. Por lo que algunos optimistas sostienen que los beneficios de las tasas de interés más bajas y los flujos potenciales de fondos frescos servirían de contrapeso -al menos parcial- a la caída de las exportaciones de productos electrónicos.
Buenas apuestas
Uno de los problemas de este debate es que probablemente tanto los optimistas como los pesimistas tengan razón. Los cambiantes vientos globales soplarán de distinto modo en las diferentes economías de la región.
Los mercados que probablemente se verán favorecidos serán los centros financieros de Hong Kong y Singapur. Hong Kong en particular tiene mucho por ganar con una desaceleración en Estados Unidos y un dólar más débil.
Hay acuerdo en que tres economías no pueden beneficiarse. Es el caso de Indonesia, Tailandia y Filipinas. Tienen capitalizaciones de mercado diminutas y no han avanzado en la venta de activos del Estado.
Vale la pena seguir a las economías que se ubican entre estos extremos en los próximos meses. Malasia, Corea del Sur y Taiwán se han recuperado notoriamente de la recesión de hace dos años y tienen fuerte crecimiento este año. Lo que es más, Taiwan logró evitar inicialmente los peores aspectos de la crisis regional, emergiendo con sólo un nivel modesto de préstamos malos. Y si bien Malasia y Corea del Sur tuvieron serios problemas de deudas, sus préstamos malos y su coeficiente de servicios de la deuda nunca alcanzaron las proporciones de los de sus contrapartes.
Hace sólo seis meses, por tanto, estas tres economías ofrecían pruebas convincentes, al sumarse a China, Hong Kong y Singapur, de que la región estaba en una recuperación llamativa. Pero ahora están en peligro. Difieren algunos de los motivos, pero el tema común son esas exportaciones de productos electrónicos. Y estas economías tampoco se beneficiarían de modo tan directo como los centros financieros isleños de la baja de las tasas de interés mundiales.
Las tres economías intermedias pueden salir del trance. Malasia y Corea tienen alta tasa de crecimiento y se espera que sigan así el año que viene. Si bien Taiwan crece a ritmo menor, es la más robusta de las tres economías, y debería poder manejar cualquier alza de las deudas malas.
Vale la pena seguir a Corea del Sur y Taiwan también por otro motivo. Además de aportar datos sobre la situación de Asia oriental, son dos de las mayores economías emergentes del mundo y por lo tanto actúan como motores de crecimiento para las economías más pequeñas de la región. Si estas economías pueden salir del mal trance y si aumentan las importaciones de Japón, el consiguiente aumento de la demanda regional les hará más fácil a los demás resistir la caída global. Pero si las cosas no son así, entonces cuidado. Quizá la caída no sea tan sensacional como la de fines de los años noventa, pero aun así será un fuerte sacudón.
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