Buscan evitar subas en la nafta y el gasoil
El ministro de Planificación, Julio De Vido, les preguntó ayer a ejecutivos de la industria petrolera si era posible prorrogar el acuerdo que impide aumentos en los precios de los combustibles. "No sabemos, ministro. Tenemos que juntarnos nosotros primero para discutirlo", le contestaron.
Hoy, a las 15, representantes del área de refinación de Repsol YPF, Petrobras, Shell y Esso se encontrarán con el subsecretario de combustibles, Cristian Folgar, que intentará convencerlos de que un alza en la nafta y el gasoil no tiene sentido porque, si bien el precio del crudo subió, el dólar bajó desde el año pasado.
Hasta ahora, lo único cierto es que las conversaciones están muy trabadas, y se hace difícil prever si el acuerdo entre privados que congela los precios y vence el lunes será prorrogado, como quiere el Gobierno.
Los petroleros analizan un alza promedio del 3% en los precios al surtidor, algo que el convenio prevé si el barril supera los 30 dólares. Sin embargo, aunque ese precio llegó ayer a los 35,70 dólares, el Poder Ejecutivo intervino enérgicamente para impedirlo.
Cuestión de imagen
La cuestión explotó hace dos semanas, cuando la posibilidad de incrementos en los combustibles trascendió en el mismo momento en que el Gobierno anunciaba alzas en el gas y la electricidad. Espantados ante esa noticia, funcionarios de la Casa Rosada y del Ministerio de Planificación se comunicaron con las petroleras para exigir desmentidas o, al menos, silencio hasta el vencimiento del acuerdo.
Las posiciones de los petroleros están divididas así:
- Los productores, como Total, Repsol YPF, Petrobras, Pan American Energy, Pluspetrol o Tecpetrol, que prefieren que, aun con acuerdo, el precio del crudo que les venden a los refinadores suba de 28,5 a 30 dólares.
- Los que sólo refinan crudo, como Esso o Shell, que intentan que esa tarifa mayorista no suba. Si sube, afirman, es imposible no trasladar parte de ese aumento al consumidor.
A diferencia de escenarios anteriores, la conversación tiene esta vez otros componentes. Por ejemplo, que muchas de estas compañías son además productoras de gas, y esperan con impaciencia que el Gobierno aplique finalmente las subas anunciadas en boca de pozo. ¿Podrá Repsol YPF, el mayor abastecedor de gas del país, aumentar los precios de los combustibles contra el deseo del presidente Kirchner?, se pregunta el sector.
Otro condicionante es que ahora los refinadores parecen dispuestos a romper el acuerdo si es necesario. Esta ruptura, que en rigor no le conviene ni a Esso ni a Shell porque los obligaría a comprar el crudo al dólar libre, constituye para ellos un factor de presión indirecto: saben que el Gobierno ha amenazado con elevar las retenciones a las exportaciones si suben los precios, y ese impuestazo perjudicaría, más que a nadie, a los productores. Es decir, tanto Shell como Esso saben perfectamente cuál es la víscera que más les duele a sus pares.
Así, lo más probable es que las conversaciones continúen durante el fin de semana y que el lunes próximo, fecha de vencimiento del acuerdo, muestre el panorama sin soluciones.