Cada US$1.000 millones de “ahorro” en importaciones de la industria automotriz hay 160.000 patentamientos menos
En los últimos cinco años el rojo comercial del sector se recortó en US$5200 millones; hay menos autos y subieron 53% en dólares desde 2017
CÓRDOBA.- Las importaciones necesarias para la industria automotriz serán financiadas, en la medida de lo posible, por las propias terminales. Así lo acordó el Banco Central con las fábricas; el mecanismo es el denominado “certificación asociada a la financiación de la importación de bienes necesarios para la producción en el país de automotores y/o autopartes”. Desde el sector miran con reservas esa salida, pero admiten que se intenta superar así la escasez de dólares.
Hace unos días, las autoridades de la Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa) se reunieron con el flamante ministro de Desarrollo Productivo, Daniel Scioli, y el tema de disponibilidad de dólares fue parte de la agenda. Miguel Galdeano, presidente de la entidad, afirmó que estos encuentros les permiten “avanzar en propuestas que puedan atender tanto los desafíos de la coyuntura o corto plazo como gestionar las iniciativas que impulsen el desarrollo y sostenibilidad de la cadena en el largo plazo”.
Un trabajo del economista Jorge Vasconcelos, del Ieral de la Fundación Mediterránea, analiza que el déficit de la balanza comercial del sector automotor se achicó en el último quinquenio en US$5200 millones. Pasó de US$8300 millones en 2017 a US$3100 millones en los últimos doce meses, hasta abril. Esa reducción se explica en un 37% por mejora de exportaciones y en un 63% por caída de importaciones.
Las compras al exterior de la industria -repasa el informe- están estabilizadas en alrededor de US$10.400 millones por año hace varios trimestres, reflejando la impronta del “comercio administrado”.
Describe que si bien en los últimos cinco años las exportaciones del sector aumentaron a un ritmo superior al 6% anual, en buena medida por las “ventajas competitivas” en la producción de pickups, esta dinámica puede verse afectada: “Las dificultades para el aprovisionamiento de insumos y partes importadas introducen un sesgo antiexportador; mientras que la persistencia de los cepos complica la inserción de la Argentina en las cadenas globales de valor basadas en las tecnologías de la transición verde”, analiza Vasconcelos.
El economista aporta otro cálculo. Desde 2017 las importaciones automotrices se recortaron en US$3300 millones por año, pero, al mismo tiempo, cayeron los patentamientos de autos y vehículos comerciales, de 900.000 unidades aquel año a 371.000 en los últimos 12 meses. Así, cada US$1000 millones de “ahorro” en importaciones se corresponden con una merma de 160.000 patentamientos en el mercado interno.
A fines de abril pasado las automotrices, los autopartistas y el Smata advirtieron a Miguel Pesce, presidente del Banco Central, el impacto que tendrán en la producción, el empleo y las exportaciones de autos las últimas trabas que la entidad impuso al acceso de dólares para pagar importaciones. La lista presentada incluyó 47 empresas (30 proveedoras directas de las fábricas y el resto, operadoras del mercado repositor) que ya habían insumido, o lo harán este mes, el cupo de divisas asignado.
De una rueda de consultas de LA NACION surge que cada una fue arreglando por su lado. “Se va avanzando de a poco, a cuentagotas. Es muy complicado el clima de incertidumbre con el que se trabaja -dice Ramón Ramírez, de la Cámara de Industriales Metalúrgicos de Córdoba-. Los insumos que ingresan con licencias automáticas tienen cupos y muchas ya los cubrieron”.
Frazada corta
Raúl Amil, presidente de la Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes (AFAC), admite que la situación se va complicando “todos los días un poco más; con la propuesta del Central, la solución queda en manos de las terminales. Entendemos que es una forma de tratar de evitar la salida de dólares en un contexto en el que no hay, pero son muchos los insumos que se necesitan. Son muchas las variables a tener en cuenta y no será fácil instrumentar la salida”.
LA NACION consultó al Banco Central sobre estas negociaciones para liberar cupos, pero la fuente se limitó a ratificar el acuerdo “voluntario” con las terminales para que financien importaciones a sus proveedores y no hizo más comentarios sobre los otros puntos.
El reporte de Vasconcelos indica que que las restricciones a las importaciones derivan en “escasez y encarecimiento” de los autos. Entre 2019 y este año, el precio se duplicó en dólares, medido al tipo de cambio oficial y de acuerdo al relevamiento de la Dirección de Estadísticas de CABA.
Antes de la reintroducción de los cepos -a fines de 2019-, el precio registraba una tendencia descendente, reflejando los efectos de la recesión sobre el mercado. Después se hicieron dominantes los faltantes y las subas hasta que ahora un auto es 53% más caro en dólares que en 2017, pese a que las ventas se achicaron a menos de la mitad de las de aquel año.
El impacto que la escasez de unidades, insumos y partes tiene sobre los precios relativos de la economía se pone en evidencia con un ejemplo que involucra a la agroindustria. En 2019 se necesitaban 1131 quintales de soja para comprar una pickup 4x4 cabina simple y, pese al alza internacional del precio de la oleaginosa, en mayo pasado la mejora de poder adquisitivo fue marginal: 1039 quintales.
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