A la carne por su nombre
En el futuro, la identidad del origen de los productos será un factor importante
La enfermedad de la vaca loca en el Reino Unido puso en peligro la salud humana, evidenciando la necesidad de identificar animales sin margen de error.
Así nació la identificación electrónica, una especie de documento individual incorporado al animal, inviolable e inalterable, en forma de caravanas, inyectable o en bolos intrarrumiales.
Una vez lograda la identidad inviolable, es posible seguir la historia del animal desde su nacimiento hasta la faena, la traza del animal, lo que dio origen al nombre del sistema: trazabilidad.
El éxito del mismo trascendió el límite de la salud pública para ingresar en el terreno del control de calidad de los productos animales tales como la carne y la leche.
La importancia de identificar los productos de origen animal sobrepasó las fronteras europeas, llegando hasta el continente americano y Oceanía. La Unión Europea ha puesto fecha cierta (2001) a partir de la cual todos los productos de origen animal deben poseer el certificado de trazabilidad para ser comercializados en el ámbito nacional, extendiéndose a todos los países que la abastecen.
Al partir de animales identificados en todo su ciclo, cada productor, comerciante o industrial puede evaluar la eficiencia productiva y conocer el tipo de alimentación recibida mediante un lector electrónico y una simple computadora personal. Las posibilidades que ofrece el sistema constituyen una herramienta tecnológica única en cualquier proyecto de control de calidad en productos de origen animal.
¿Cuánto vale?
El costo de la aplicación del microchip o trasponder actualmente es de entre 5 y 15 dólares por animal, y seguramente menos en el futuro. El trazador incorporado al cuerpo del animal es inalterable y su señal es fácilmente legible por un colector portátil en la manga.
En esta lectura electrónica, además de la identidad, es posible determinar todo tipo de información del individuo, así como su performance productiva, sin el uso de papeles que normalmente son los que entorpecen el sistema.
Los Estados Unidos, ha instrumentado el Proyecto Nacional Farm Animal Identification Records (FAIR); la Unión Europea, el Identification Electronique des Animaux (IDEA); Australia, el Beef Trading Information Sistem (BTIS), y Nueva Zelanda, Canadá, el Reino Unido y otros países están organizando proyectos alternativos.
En la Argentina se ha comenzado a realizar pruebas piloto, testeando la nueva tecnología. La experiencia realizada hasta el presente exige una coordinación de esfuerzos y armonización de objetivos.
El primer paso consiste en formar un banco de datos donde se centralice la información de la población animal. El disponer de un centro de datos confiable permitirá elaborar estrategias tendientes a incrementar y mejorar la producción de carne, leche y derivados, descubriendo a tiempo los complejos problemas que plantea la producción ganadera.
La estructura montada por el Servicio Nacional de Sanidad Animal (Senasa) y la experiencia acumulada en el control de la fiebre aftosa podrían ser muy útiles en la recopilación de información in situ.
En conclusión, estamos frente a una gran oportunidad para organizar un sistema ágil, confiable y económico de información del sector que puede ser montado con una mínima inversión sobre una infraestructura que ha demostrado una gran eficacia al erradicar un flagelo histórico de la ganadería nacional.
Las exigencias del tercer milenio requieren de un sistema informático de primer nivel para controlar la calidad de los productos y garantizar specialties.
El ordenamiento y jerarquización de la cadena productiva de carne y leche traerá como consecuencia una mayor eficiencia comercial. Los criadores, invernadores, tamberos, consignatarios, matarifes, frigoríficos, usinas lácteas, abastecedores y bocas de expendio podrán lograr una mayor interdependencia, haciendo más transparente el ciclo productivo.
La ganadería argentina merece un ordenamiento informático que beneficie a todos y no perjudique a ninguno, como diría Martín Fierro. Los mercados internacionales lo exigen con urgencia.