El debate del mes: ¿Cómo calificaría el desempeño del Senasa?. Adaptarse a los tiempos actuales para alcanzar solvencia técnica
Opina Marcelo Carrique
Para un país productor de alimentos como la Argentina, es fundamental tener una política sanitaria rigurosa y que cumpla con los parámetros internacionales. Ello permite lograr un aumento de producción al erradicar enfermedades y abrir nuevos mercados.
La política comercial de los países compradores no exige "riesgo cero", sino contar con organismos de control de excelente solvencia técnica, que brinden una respuesta adecuada ante la aparición de un problema. Estos deben ser altamente profesionales, independientes, autárquicos, con una alta credibilidad internacional y sólidas garantías técnicas.
Quienes formamos parte de Aacrea creemos en la posibilidad de avanzar en el camino de ofrecer mayores controles en la sanidad de nuestros rodeos y mejores garantías de salubridad en los productos agrarios y alimentos. Para ello, y para llevar al Senasa a un organismo de excelencia, respetado en la Argentina y en el mundo, se deberían efectuar algunos cambios.
Hoy esta institución muestra una apariencia doble: por un lado, se debe reconocer que tiene profesionales que están trabajando bien, defendiendo los intereses de productores y consumidores en los ámbitos interno e internacional. Por otro, hay funcionarios que no son de carrera, incluidos dentro de la institución por motivos políticos, que tienen una conducta diferente. Esto último determina que el organismo no goce de una buena imagen entre los productores y dé una impresión de haberse quedado en el tiempo frente a la velocidad de los cambios que ocurren en la actualidad.
Nuevos objetivos para modificar esa realidad, el primer paso sería establecer un plan de acción con objetivos claros que puedan ser sostenidos más allá de las políticas establecidas por cada gobierno. Para avanzar en ese sentido, es preciso desarrollar un debate en el que intervengan organismos estatales y privados, donde se fijen las prioridades que contribuyan a definir un plan de trabajo sustentable, junto con la selección de las herramientas convenientes para su implementanción.
Pero el debate debe ser entendido sólo como el punto de partida. Para que esa línea de trabajo sea duradera habría que asumir, como segundo paso, un fuerte compromiso en materia de capacitación. La formación de profesionales es fundamental a la hora de plantear un saneamiento del organismo, pues el personal que acceda a esta herramienta será quien lidere en un futuro las líneas de trabajo del Senasa. Además, esta política deberá ser acompañada por un sistema de severos concursos que ayuden a seleccionar a los técnicos más capacitados en cada área.
Un programa de capacitación permitiría, asimismo, que exista una mayor integración dentro de los distintos departamentos que conforman el Senasa. Todo los integrantes del Servicio de Sanidad deben tener conocimiento de los planes globales que genera el organismo, y eso demanda una uniformidad técnica en cuanto a los objetivos y los modos de aplicarlos.
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El tercer requerimiento sería dotar al Senasa de autarquía financiera. Esto implica la posibilidad de que el organismo pueda disponer de todos los fondos que recauda sin que tener que pedir autorización a Rentas Generales para retirarlos.
Se resolvería, así, el problema actual por el que los responsables de delegaciones regionales del Senasa se quejan por la carencia de recursos mínimos para desarrollar su labor, y los productores protestan porque no ven el resultado de lo que aportan.
La implementación de esta medida no significaría un gasto mayor para el Estado. Sólo se buscaría que el Senasa pueda administrar sus recursos, luego de consensuar cada partida con las entidades agropecuarias involucradas en el Consejo de Administración. Ellas, en última instancia, serían las encargadas de auditar el uso de esos fondos por parte del organismo.
Un componente positivo del Senasa actual es el Consejo de Administración. El nuevo reglamento asigna a las entidades privadas los recursos legales para que puedan ejercer una participación más amplia, no sólo en los planos presupuestarios sino también aportando ideas respecto de las prioridades en materia de garantía sanitaria. Actualmente, las instituciones privadas que participan del Senasa tienen una oportunidad única para ejercer una auditoría sobre el organismo, a la vez que pueden emitir una opinión de mayor peso, fijar metas y definir políticas que permitan mejorar el funcionamiento del Servicio de Sanidad.
En el contexto actual del mercado internacional, con demandas de garantías cada vez más precisas y aceleradas en lo que se refiere a la seguridad alimentaria, el Senasa deberá adaptarse a las nuevas exigencias de un modo más dinámico. Para ello será necesario que cada integrante del sector se involucre en ese proceso.
El autor es presidente de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea).
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