De los recortes en las cosechas de Sudamérica a las previsiones de siembras en Estados Unidos, el mercado está cruzado por cuestiones que influyen sobre los precios
Durante enero los precios de la soja en Chicago se acomodaron a una realidad muy distinta a la planteada por el USDA a fines del año pasado. Inclusive el 12 del mes pasado las estimaciones productivas del organismo para Sudamérica continuaron siendo fantasiosas y la oferta se ha recortado en forma sustantiva con el clima como gran responsable. Ello, sumado al accionar especulativo de los fondos, ha llevado a las cotizaciones de la soja a los niveles actuales.
Un mes atrás nos planteábamos si los US$500 por tonelada serían suficientes para racionar la demanda externa sobre EE.UU. (dato clave, siempre). Así, la firmeza de enero ha sido tan justificada como previsible. El muy importante ajuste del aporte sudamericano plantea un año calendario 2022 muy complejo y obliga a la campaña 2022/2023 de Estados Unidos a no enfrentar contratiempo alguno.
Por ahora, las cotizaciones futuras de la soja en Chicago muestran caídas del orden de los US$50 por tonelada hacia el último trimestre del año, advirtiendo que los valores actuales reflejan niveles que el tiempo dirá si pueden sostenerse. La “foto” se justifica plenamente. La “película”, está por verse. La semana que viene tendremos un nuevo reporte del USDA.
Es muy importante tener en cuenta que la plaza también debe ponderar un contexto de costos de insumos para el ciclo 2022/2023 por encima de los de la campaña previa. Muchos advierten sobre un recorte en el área maicera en Estados Unidos por la “ureadependencia” del forrajero y por las “bondades” del Farm Bill (política agrícola) en dicha nación, que permite a los farmers (con restricciones) dejar descansar algunos lotes y cobrar igual. Son cuestiones que habrá que monitorear con mucha atención en los próximos dos meses, toda vez que la siembra en EE.UU. comienzan en abril/mayo y las proyecciones al respecto siempre son un factor de mercado relevante para Chicago.
También es importante reconocer que el mercado internacional está evolucionando con la geopolítica al “taco”. El conflicto Rusia/OTAN, con Ucrania como víctima, también es un factor de mercado. Rusia quiere limitar los avances de la OTAN y tiene argumentos para utilizar. La Unión Europea (UE) es fuertemente dependiente del gas ruso y los gasoductos (en una alta proporción) pasan por territorio ucraniano, mientras el Nord Stream 2 (que va por el Báltico al norte de Alemania) no recibe la aprobación de Estados Unidos para su puesta en marcha. Alemania depende del gas ruso en un 50% y la UE, en un 40%, aunque es importante tener en cuenta que, para Rusia, la UE es su principal “cliente” en petróleo (60%) y en gas (más del 75%).
Interesante, ¿no? A todo esto, China observa y todo el resto especula con sus decisiones. Por ahora se manifiesta neutral, aunque con una actitud más proclive a favorecer a Rusia, país que depende de China en un 20% de su comercio (viceversa es sólo el 2%).
En definitiva, poner todos los factores enunciados arriba de la mesa y efectuar una adecuada ponderación de los mismos no es una tarea sencilla. Nunca Chicago se presentó tan apasionante y difícil de predecir. Hasta ahora lo ocurrido era previsible. De ahora en más, la cuestión es más compleja. En nuestra opinión, ahora sí que es tiempo de tomar decisiones de venta/coberturas y de mirar el partido desde la platea.
El autor es presidente de Nóvitas SA