Jason Silva, filósofo y profesor de Singularity University, elaboró una teoría que sostiene que, si bien en el siglo XIX el recurso escaso era el dinero y en el siglo XX el recurso escaso fue el tiempo, en este siglo XXI el recurso escaso es la atención: vivimos en una nueva economía de la atención, del foco.
Dicho recurso está amenazado por el bombardeo constante de datos e información al que estamos cada día más sometidos, por lo que la humanidad se está "ahogando" en información. La Argentina pretende ser el supermercado del mundo aumentando su participación en los mercados globales con productos de valor agregado y servicios de calidad. Si comulgamos con esta visión no podemos darnos el lujo de no poner una cuota de atención, un poco de nuestro foco en el desarrollo de las tecnologías agroalimentarias o AgriFood Tech local.
La clave de hoy entonces está en la expansión del ecosistema emprendedor local, lleno de talento, actitud y medios para ser referente global. La innovación tecnológica y la revolución digital seguirán profundizándose y el agro no está exento de esta nueva realidad. Ante este escenario no podemos cruzarnos de brazos esperando que llegue la "solución ideal": debemos ser partícipes activos de esta nueva ola de innovación, acompañándola, moldeándola, construyéndola entre todos.
Según el último reporte realizado por AgFunder respecto de negocios relacionados con tecnologías digitales para el agro y biotecnologías, se realizaron a nivel mundial inversiones por 4200 millones de dólares en 2017, distribuidos en 569 acuerdos, obteniéndose un incremento del 24% con respecto al 2016. Los casos más sobresalientes fueron los de Granular (adquirido por Dow DuPont por 300 millones de dólares) y BlueRiver (adquirido por John Deere por 305 millones de dólares).
Es importante destacar el posicionamiento regional de la Argentina, que junto con Brasil, figuran como los países con mayores inversiones de riesgo realizadas en América Latina en el 2017. La mayoría de éstas inversiones se destinaron a empresas en etapas tempranas.
Afortunadamente existe en nuestro país un ecosistema emprendedor en AgTech que crece y se fortalece día a día. Este ecosistema tiene una particularidad: todos los actores que lo componen son conscientes de que la única forma de que el AgTech argentino sea una marca reconocida a nivel mundial es colaborando abiertamente, interactuando de manera fluida y sumando capacidades. Este es un claro ejemplo de ejercicio y desarrollo de inteligencias colaborativas made in Argentina.
Dentro de este ecosistema conviven distintos actores que aportan valor, cada uno desde un lugar distinto y ésta es una de las fortalezas que hace que el mismo se enriquezca constantemente. Por un lado tenemos a los emprendedores, que en su mayoría por el sólo hecho de ser nacidos y criados en nuestro país tienen muy desarrollados activos estratégicos como la flexibilidad, la creatividad y la capacidad de innovar, como dicen por ahí: "El argentino tiene una capacidad fenomenal de sacarle agua a las piedras y si no lo logra, hace una represa con ellas".
Por el otro, existen distintas organizaciones capaces de identificar y generar sinergias dentro de estos ecosistemas: incubadoras, clubes de inversores ángeles, aceleradoras, fondos de Venture Capital (inversiones en capital de riesgo) y organizaciones con enfoques novedosos como las potenciadoras de AgTech. Todos ellos conforman un ecosistema con un enorme potencial, que, sumado a políticas públicas que apoyan e incentivan la innovación y a éste momento histórico en un mundo de aceleración exponencial, abre una ventana única de oportunidades.
Tenemos todo para generar desde la Argentina productos y servicios de clase mundial para el agro, logrando un impacto positivo en la sociedad, en nuestro entorno y en nuestras empresas. Para lograrlo es necesario seguir alimentando este ecosistema, sumar aún más voluntades, más productores agropecuarios que aporten su experiencia y cultura de trabajo a la mesa, más empresarios que aporten sus capacidades, más inversores con visión de futuro, más emprendedores inquietos, resilientes y flexibles, y aún más y mejores políticas públicas.
Lo hecho hasta ahora es un gran comienzo y nos demuestra a nosotros mismos que podemos, pero es sólo un paso. Aún queda un largo camino por delante, un camino tan lleno de posibilidades que el sólo hecho de transitarlo implicará crecimiento, aprendizaje y un indefectible aumento de nuestro índice de felicidad interno. El momento es ahora.
Co-fundador de Nest, potenciadora de AgTech
Pablo Hary
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