Por Héctor Müller De la Redacción de LA NACION
El país ingresó en una nueva etapa tanto política como económica. A partir de que el presidente Alberto Rodríguez Saá anunció, entre otros aspectos, la suspensión de la deuda externa y la creación de nuevos planes de empleo, se abrió un nuevo tiempo en la Argentina en el que convergen, por un lado, una alta cuota de incertidumbre económica y financiera y, por otro, un gran anhelo por visualizar un camino que, si bien será arduo de recorrer, permita transitar los primeros pasos hacia la recuperación del país.
Después de que el Grupo Productivo, integrado por la Unión Industrial Argentina (UIA), la Cámara Argentina de la Construcción (CAC) y Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), se reunió con el Presidente, el titular de la última entidad, Manuel Cabanellas, se manifestó complacido por el subsidio que el Gobierno otorgará al pago de salarios mensuales de 250 pesos por cada nuevo trabajador.
Para el agro se acerca la recolección de una gran cosecha de granos gruesos y a eso se le suman las economías regionales que, como en el caso de la vitivinicultura, requieren mucha mano de obra.
Mario Llambías, vicepresidente de CRA, afirmó que el campo puede emplear a desocupados en la recuperación de alambrados, postes, tranqueras y silos destruidos por las inundaciones. Además, lo puede hacer la industria forestal, la horticultura y la fruticultura.
Pero si bien esto puede llegar a ser una noticia alentadora, persiste la inquietud respecto de las posibilidades de inversión, la falta de financiamiento y la cada vez más dificultosa cadena de pagos.
Preocupación
En esa línea, Marcos Rodrigué, presidente de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea), expresó que para él la mayor preocupación pasaba por el corte del financiamiento, por el inmovilismo económico en que se encuentra sumergido el país y por la paralización de inversiones que ya estaban planificadas.
Teme que por estas razones queden más empresas en el camino y consideró que ante esta coyuntura abrá que profundizar el control de los números de los establecimientos. Como una alternativa viable y cada vez con mayor fuerza es necesario pensar en la sociedad entre productores, semilleros y contratistas, o con los dueños de los campos en los casos en que se hable de alquileres.
En otro orden, se sumaron voces alertando sobre medidas que mucho mal le hicieron al agro. La Asociación de Industrias Argentinas de Carnes (AIAC), presidida por Héctor Salamanco, alertó respecto de ciertas "propuestas", que propugnan la reimplantación del Estado prebendario, intervencionista y redistribuidor de ingresos vía retenciones a las exportaciones, lo que significaría una nueva oportunidad que pierde la Argentina para iniciar un camino que la reinserte exitosamente en el contexto de las naciones.
El Frente Agropecuario Nacional (FAN), presidido por Horacio Delguy, sostiene que hay que estar más atentos que nunca para impedir la reiteración del engaño alevoso de los gurúes económicos y la complicidad artera de cierta dirigencia empresarial, que presenciaron sin chistar la expulsión de 200.000 productores agropecuarios y la desnacionalización del patrimonio público y privado de todos los argentinos.
El FAN, que siempre criticó la convertibilidad, considera que ese sistema sostenido por más de diez años y que persiste hasta la fecha, ha terminado. Se descorren los velos de las falacias y la población empieza a reconocer la verdad.
Se exige, desde todos los puntos del país, que dentro de la esfera de nuestros gobernantes prevalezca la sensatez y el equilibrio.
Aacrea considera que las nuevas autoridades deben tomar la responsabilidad de gobernar con acierto y diseñar un programa económico para mostrar dentro y fuera del país, que corrija los aspectos negativos evidenciados hasta ahora.
En ese contexto, los criterios rectores deberían ser prometer lo que se pueda cumplir y obrar con honestidad y austeridad. Reducir el gasto público, establecer con claridad premios y castigos y apuntalar las instituciones, que tienen permanencia más allá de las individualidades.
La AIAC recordó que desde el electorado se reclaman políticas que atiendan demandas sociales postergadas de los sectores más vulnerables de la población y una actitud de los dirigentes para que se cumpla con el déficit cero, que exista una mayor eficiencia en la política social, que se produzca el destierro del clientelismo político, la reforma política, impositiva y del Estado , que se instale definitivamente la seguridad jurídica y que se produzca un duro combate contra el contrabando y la evasión.
Desde el mundo, dicen los industriales, se nos pide ejecutar una política económica sustentable para recuperar el crédito internacional.
Mucho por aportar
El sector rural tiene mucho por aportar para la recuperación de la economía nacional, afirma Aacrea. Según varios estudios, las exportaciones argentinas pueden duplicarse en poco tiempo si se desarrollan políticas de aliento. Con ese resultado, la deuda argentina se reduciría a la mitad, medida en cantidad de cosechas, disminuyendo la gravitación que tiene actualmente.
El complejo agroalimentario puede hacer ese aporte porque sigue creciendo en medio de la crisis. Para ello se requiere que las ventajas comparativas de la producción agropecuaria sean potenciadas por la acción del hombre transformándose en competitivas, a diferencia de lo que ocurre en la actualidad.
La entidad presidida por Rodrigué insta a que el cambio necesario se concrete porque, de no ser así, la Argentina seguirá pasando de una crisis a otra, se pérderán oportunidades de vivir como la población lo merece y se alejará, cada vez más, de los valores verdaderos como la patria, la familia y la moral.
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