Los diferentes actores en la producción, sobre todo en granos, han logrado un crecimiento, una sofisticación y un dinamismo que deja en evidencia cierto atraso de la banca agropecuaria en los instrumentos financieros que ofrece al sector. Sin financiamiento a largo plazo, ¿qué alternativas tiene la producción para fondear sus inversiones?
El sistema financiero global se está transformando y el futuro formato de negocios será muy distinto al que conocemos hoy. No sería descabellado pensar que este proceso deje una gran cantidad de bancos internacionales mutilados o como zombis, y que algunos regionales, como los brasileños, salgan fortalecidos. Mientras unos bancos agonizan, fondos de capitales privados de distinto origen aprovechan este hueco otorgando préstamos a empresas aunque por ahora a un costo elevado y en forma selectiva.
En la Argentina es probable que continúe la compra de bancos de capitales locales por los brasileños y que además aumente la imprevisibilidad de las políticas de los restantes, limitando aún más el crédito. Será una torta cada vez más chica que forzará a buscar otras alternativas de financiamiento. La banca oficial, desde la nacional hasta la provincial, tiene características y estándares dispares, mientras que los bancos privados podrían justificar no dar préstamos a largo plazo con fundamentos técnicos. El crédito disponible es transaccional, limitado al corto plazo (excepto leasing o préstamos prendarios) y más competitivo respecto de los planes canje. A pesar de que la Argentina es sinónimo de agro, la mayoría de los bancos no definen al área como estratégica, excepto a las prime donne del sector. Además, salvo casos aislados, los bancos no cuentan con expertos que puedan descifrar los verdaderos riesgos, desafíos y potencial de cada subsector, en especial los no tradicionales, siendo demasiado conservadores y no haciendo negocios que son propios de la banca. Abundan los combos y enlatados financieros, pero más adaptados a los bancos que a las necesidades específicas y cambiantes del sector. La banca debe ponerse a la par del agro hablando en el mismo idioma y con una mayor variedad y creatividad de productos financieros, sobre todo con fondeo competitivo a largo plazo.
En la otra vereda, surgen figuras al estilo de brokers, que estructuran vehículos de inversión con creciente uso de ingeniería financiera dándole al inversor una mayor seguridad y al productor un financiamiento atractivo. Estos brokers cuentan con una red cada vez más amplia, diversa y de variado calibre de inversores privados, incluyendo a la categoría friends & family para financiar a productores/operadores con una sólida trayectoria. Los inversores entienden el negocio y sus riesgos, a pesar de haber sufrido pérdidas en la campaña de la seca, y obtienen un retorno atractivo en un contexto global de bajas tasas de interés. Es probable que sigan canalizando sus ahorros en el sector pero a mayor plazo para mejorar el retorno. El próximo desafío, a pesar de la informalidad del sector, es darles mayor profundidad y carácter institucional a estas variantes de fondeo a través del mercado de capitales.
Otra alternativa que tienen los productores y empresarios del sector para compensar la falta de crédito a plazo es incorporar socios que crean en la viabilidad del proyecto a través de aportes de capital. Pero la incorporación de socios, sean éstos estratégicos o financieros, implica un desafío no sólo para identificar el verdadero valor agregado y las sinergias, sino porque muchas veces significa ceder el control accionario. Algunos dejarán de ser el dueño del circo y tendrán más perfil de operador, pero también mayor potencial de crecimiento y rentabilidad. Un camino no es ni mejor ni peor que otro, todo dependerá de las ambiciones y capacidades de cada uno.