Lanas finas y superfinas: hacia la denominación de origen. Capacitarse para vencer al desierto
En el momento más crítico para la ganadería ovina, por la abrupta caída del precio internacional de las lanas, en Camarones, Chubut, un grupo de productores decidió especializarse para lograr un producto diferenciado en condiciones de extrema aridez
CAMARONES, Chubut.- Desde el aire éste parece un espacio vacío barrido por el viento. Uno se pregunta quién sería capaz de afincarse allí, donde a primera vista nada parece posible, quién tendría suficiente creatividad para encontrarle valor productivo al paisaje.
La primera impresión es engañosa. Cuando uno llega a este pueblo, ubicado a 250 kilómetros al sur de Trelew, y atraviesa los caminos de ripio para llegar a los campos, la mirada cambia por completo. Las lanas producidas aquí, a partir de un difícil equilibrio con el ambiente, pueden llegar a convertirse en cotizado insumo para las prendas de Ermenegildo Zegna. Esta firma italiana de moda masculina promueve la producción de finísimas fibras para lograr la máxima calidad en sus colecciones, por lo que organiza un concurso para premiar al mejor vellón Merino del mundo. Entre los tres finalistas argentinos, se encuentra Feliciano Abril, destacado productor lanero de la zona de Camarones, quien decidió superar la crisis del sector orientando su trabajo hacia la obtención de lanas finas y superfinas, en un contexto de extrema aridez.
Para lograr un producto diferenciado por la finura (inferior a 18 micrones), buen largo de mecha, resistencia a la tracción, tenía que quebrar una tradición de manejo ganadero. Así lo hizo, junto con otros productores de la zona, que compartían su necesidad de aprender a ajustar la carga animal según la disponibilidad de pasturas, de encarar un proceso de mejoramiento y selección genética, y de perfeccionar el proceso de esquila, acondicionamiento y clasificación de la lana.
"Decidimos reconvertirnos a través de una especialización de la producción. Sabíamos que la demanda de los tejidos de fibras naturales de alta calidad se mantendría en el tiempo", explicó Abril.
Para capacitarse acudieron al INTA y con el apoyo de los técnicos se embarcaron en un proyecto ambicioso: capitalizar el reconocimiento que históricamente tuvieron las lanas de Camarones mediante una denominación de origen. El progreso que lograron en los últimos años obtuvo gran reconocimiento en la provincia, pues la mejora en la calidad de las lanas es consecuencia directa de una tenaz voluntad de superación.
Los técnicos del INTA iniciaron una exhaustiva planificación de las tareas a campo, que fueran comunes para los 11 productores que participan del proyecto (juntos suman unas 300.000 ha, poseen cerca de 65.000 ovinos y producen alrededor de 280.000 kilos de lana).
"Este trabajo dio base científica a nuestras tareas cotidianas. Ahora entendemos el porqué de cada una de las decisiones de manejo, y llevamos un registro preciso de todo lo que hacemos en el campo", explica Abril. Una de las primeras acciones que generaron un cambio en la historia de estos establecimientos ganaderos fue la evaluación de los pastizales, inversión imprescindible si se tiene en cuenta que la alimentación de los rodeos se basa exclusivamente en la capacidad forrajera natural de los campos y que, dada la fragilidad del ambiente, era fundamental evitar la degradación. "Pusimos en práctica un sistema de alarmas para disminuir la carga animal antes de que la falta de alimento provoque el quiebre de la lana", explica Feliciano Abril, durante un recorrido por la zona.
El productor advierte que no sólo las pasturas limitan el manejo ganadero, también la falta de agua es un problema serio. Para ello, construyen represas o transportan el recurso a través de caños, de un lote a otro. Pero además deben tomarse el trabajo de limpiar constamente los bebederos debido a la alta salubridad del agua.
Vale aclarar que el área de la futura denominación de origen comprende los departamentos de Ameghino, Gaiman y Rawson (excepto la zona bajo riego), y el norte del departamento Escalante. En estas casi 2, 32 millones de hectáreas, se encuentran unos 221 establecimientos agropecuarios dedicados a la cría de Merino para la producción de lana, en sistemas pastoriles extensivos.
Por la influencia que ejerce el océano Atlántico, la zona cuenta con un microclima particular, que favorece la vida animal, lo que se refleja en forma directa en los índices productivos de las majadas y en la previsibilidad de la calidad final de la lana obtenida, asegura Aguirre.
En rigor, las lluvias van de 250 mm, en la costa, a 150 mm, en el extremo oeste del área delimitada. Allí se identificaron tres franjas de temperaturas medias: 13, 11 y 9 grados centígrados. La vegetación varía según la heterogeneidad del paisaje, y del impacto provocado por el pastoreo, el desmonte y el fuego. Entre las principales especies forrajeras vale mencionar al coirón poa, la flechilla, el pasto hebra, y el coirón duro. Entre las especies arbustivas de valor forrajero se destacan el yaoyín, la verbena y el sulupe.
Los productores ubicados en el área cuentan con rodeos de entre 1000 y 5000 ovinos. Entre ellos, los que ahora participan del proyecto de producción de lanas diferenciadas poseen rodeos superiores a las 2500 cabezas.
Según explica Ariel Aguirre, técnico del INTA Chubut, coordinador de esta experiencia, la rigurosidad del área planteó a los productores el desafío de buscar un biotipo de animal que respondiera desde lo productivo a las expectativas del mercado, claro que, condicionando ese objetivo a las limitaciones que plantea el duro ambiente patagónico.
En el área se trabaja tradicionalmente con un Merino fino (20,5 micrones), de buen tamaño corporal, del que se obtiene 4,5 kg de lana sucia, y rindes al peine que varían entre 57 y 63 por ciento. En los 11 establecimientos adheridos a este programa de trabajo se clasificaron las ovejas de cada majada en tres lotes (superiores, majada y rechazo), y se evaluaron las mejores hembras y carneros mediante mediciones objetivas: peso de vellón limpio, peso corporal y diámetro medio de fibra. El apareamiento es dirigido y se utilizan, para las mejores madres, carneros finos probados en pruebas de progenie.
El grupo efectúa esquila preparto y utiliza los criterios del Prolana para acondicionar, seleccionar y enfardar. También practica la esquila desmaneada secuencial, procedimiento por el cual se obtiene primero la lana de manos, barrigas, patas, y quijada, y después, el vellón propiamente dicho. El objetivo consiste en disminuir las fibras coloreadas (teñidas con heces y orina) y las fibras meduladas de las patas, que "contaminan" el vellón.
A partir de estas prácticas logran lanas superiores, de alto rinde y bajo porcentaje de material vegetal, con calidad genética reconocida, y libre de sarna. Un detalle importante es que la comercialización de los mejores lotes de lana se efectúa en forma conjunta. Según Abril, este conjunto de prácticas le permitieron aumentar su rentabilidad en un 20 por ciento. Supo aprovechar lo que la tierra le ofrecía.
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