Correo de lectores
Soja y trabajo
Se ha "culpado" últimamente a la soja de reducir la demanda de trabajo comparada con otras actividades agropecuarias. Es cierto que el insumo de trabajo para este cultivo se ha reducido en los últimos años, pero también es necesario hacer por lo menos tres precisiones. Primero, que como consecuencia del enorme aumento de la producción de soja se han desarrollado o consolidado nuevas industrias, en este caso en especial la aceitera, sin olvidar todos los demás efectos sobre la economía como, por ejemplo, la demanda de almacenaje, transporte, de maquinaria agrícola., etc., etc. Con ello se han creado nuevas fuentes de trabajo antes inexistentes. Esto ya fue señalado en la discusión de estos días por lo que no volveremos sobre este aspecto. En segundo lugar, la reducción del insumo de trabajo no sólo se dio en la soja sino también en los restantes cultivos de la región pampeana, en especial el maíz, el girasol y el trigo. Esto se debe a que muchas tareas son similares, aunque no necesariamente iguales, en todos los cultivos como, por ejemplo, las labores (en el cultivo tradicional), la siembra, los cuidados culturales y la cosecha. De modo que plantear la reducción del insumo de trabajo como un fenómeno exclusivo de la soja es erróneo. Cifras concretas: en la soja el insumo de trabajo se ha reducido un 3,9 % anual acumulativo durante el período 1970-2000, en maíz 2,3% (1850-2000), en trigo 2,9% (igual período que el maíz) y en girasol el 4,3% (1920-2000). Se puede alegar que las cifras no son totalmente comparables por abarcar períodos de diferente longitud -no se puede tomar un período mayor en soja debido a su relativa reciente incorporación a la agricultura pampeana-, pero no dejan de confirmar, aunque más no sea groseramente, lo expresado anteriormente. En tercer lugar, la causa de lo que antecede es el adelanto tecnológico, que no sólo se reduce a un aumento de los rendimientos o mejora de la calidad del producto sino que también es, en muchos casos, ahorrador de mano de obra. Por lo general este cambio es gradual y sólo se advierte a largo plazo, por más que la adopción de nuevas tecnologías es rápida en nuestro país. Un ejemplo claro de técnica ahorradora de mano de obra es la siembra directa, practicada al principio en la soja, en especial en la soja de segunda, pero que rápidamente se extendió a los restantes cultivos. Ahorra trabajo y ayuda a controlar la erosión. Estos son adelantos inevitables. Se reemplaza mano de obra por capital. En sus momentos pueden provocar tensiones sociales, pero la solución no consiste en imponer los viejos métodos sino facilitar a todos los actores su adaptación a la nueva situación.
Rodolfo G. Frank
Ingeniero Agrónomo
Ex profesor de la UBA
Pequeño productor
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