"Quiero ser la mejor vendedora de sus productos", afirmó Cristina Kirchner en la noche del martes ante sesenta empresarios invitados a comer en la quinta de Olivos.
Aunque el deseo presidencial ya se ha repetido unas cuantas veces, especialmente en sus giras por el exterior, e incumplido casi en la misma proporción, vale eso de que nunca es tarde. Mejor así. Representaría de hecho un giro copernicano en la política agropecuaria. Para los escépticos, hay que agregar que cuando la presidenta de la Nación habló de los productos que le encantaría vender estaba frente a empresarios de casi todos los rubros, entre los que se contaba a los de la alimentación, la producción o estrechamente ligados al agro, como Pascual Mastellone, Roberto Urquía, Luis Pagani, Carlos Riusech, Gustavo Grobocopatel, Gerardo Werthein y Hugo Sigman, entre otros. No efectuó ninguna distinción entre el acero, los autos o el petróleo y la carne, la leche y los aceites vegetales.
Y también es necesario decir, para los peor pensados, que faltan unos días para el 28 de diciembre, por lo que Cristina Kirchner no gastó ninguna broma por el Día de los Inocentes. Esa noche del martes, en su nuevo rol en ventas, la Presidenta invitó a los comensales a compartir un viaje a China para el 26 de enero.
También les pidió un diálogo franco y sincero. ¿Alguno de los empresarios invitados se animará a levantar el convite y contarle que el proceso de exportación de productos agropecuarios tiene hoy más dificultades internas que externas? ¿Que las trabas, la discrecionalidad y la burocracia se han multiplicado ad infinitum ? ¿Sabrá de los últimos amagos y amenazas de Guillermo Moreno con el cierre de las exportaciones de carne? ¿Estará bien informada de la cantidad de operaciones de exportación abortadas por el Oncca y los Roe? ¿Sabrá que, por ejemplo, para permitir la exportación de un frigorífico de ovinos del Sur se impone un mínimo de cuarenta personas, lo que convierte esa actividad en inviable?
En definitiva, durante el kirchnerismo, el acto de exportar dejó de ser un derecho que podía ejercer cualquier argentino.
Ahora es necesario pedir permiso y esperar pacientemente, con una vela encendida, que el favor sea concedido.
Esa noche de Olivos con los empresarios más poderosos del país, la presidenta Kirchner enumeró las inversiones anunciadas este año por empresas como Techint, YPF o Volkswagen.
No mencionó en cambio los 6000 millones de dólares que se invirtieron este año para la siembra de granos en fertilizantes, herbicidas, semillas o maquinaria. O los 10.000 millones de dólares que el sector agropecuario invirtió en su conjunto, incluyendo la ganadería y las economías regionales. Ya son unos cuantos los que piensan que, copiando la modalidad industrial de inaugurar con bombos y platillos las nuevas inversiones, se debería organizar un corte de cintas al inicio de la campaña agrícola explicando a la opinión pública los montos puestos en juego.
Para Ernesto Ambrosetti, economista jefe del Centro de Estudios Económicos de la Sociedad Rural, con un ambiente amigable y predecible para el negocio agropecuario, la inversión total hubiera sido entre un 20% y un 25% superior, es decir, alrededor de 2500 millones de dólares más. Por caso, se calcula que la ganadería este año invirtió 300 millones de dólares, cuando esa cifra trepaba hasta los 1000 millones antes de que el Gobierno comenzara con las intervenciones en el mercado.
Daniel Asseff le puso cifras al desaliento de los productores para la siembra de trigo. Según el economista de Coninagro, es de 2.100.000 hectáreas, que resulta de restar al promedio de siembra de los últimos veinte años de 5.850.000 hectáreas a las 2.750.000 hectáreas sembradas este año.
Como se esperaba, los dirigentes de la Comisión de Enlace no fueron invitados a Olivos, pero tuvieron su brindis de fin de año al mediodía de ese martes. Con mucho calor y en un clima distendido, postergaron cualquier protesta hasta que pasen las fiestas de fin de año. La decisión está alineada con un principio que los dirigentes del campo respetan a rajatabla: no ponerse a la opinión pública en contra. Por lo cual el mal humor que tienen los productores que intentan comercializar su trigo se expresará recién a partir de la segunda quincena de enero.
El éxito de la presidenta Cristina Kirchner en la próxima gira por China, en lo que se refiere a ventas, por supuesto, dependerá de las barreras internas que haya podido derribar antes de emprender el viaje. Las sonrisas que les prodigue a las autoridades y delegaciones de empresarios chinas serán útiles sólo para las fotos.
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