Lucrecia Carabajal y Andrea Marinhas, jocketas. Cuando el afecto por el pura sangre se siente a 60 kilómetros por hora
Las jóvenes pilotos cuentan cómo son los ejemplares de carrera y su amor por ellos
Miércoles de carreras en el Hipódromo de San Isidro. La planta baja de la tribuna de profesionales tiene un vestíbulo que en algo se asemeja a la peatonal Florida, y en medio de ese desordenado fluir de personas están Lucrecia Carabajal y Andrea Marinhas. A Lucre se la encuentra en la sala de chaquetillas; para ubicar a Andrea hay que golpear la puerta del cuarto de jocketas. Así, entre los apuros de los cambios de ropa, el pesaje previo a cada prueba en que actúan y la propia carrera, las pilotos más destacadas del turf argentino actual van haciéndose unos tiempos salteados para charlar con LA NACION.
Lucrecia Mariana Carabajal es de San Isidro, y jocketa desde hace 38 días, cuando alcanzó los 120 triunfos. La cordobesa Andrea Soledad Marinhas sigue sus pasos, hoy como aprendiz de segunda categoría, con unos 80 éxitos. Ambas son jóvenes -Lucrecia tiene 21 años; Andrea, 20- y también las unen el amor por los caballos, una infancia atada a ellos mediante sus padres y, tal vez, un gran futuro.
"Mi papá es veterinario y entrenador. Desde muy chiquita ando con él por todos lados, el stud, los campos... El tema fue interesándome de a poco. En las fotos de chiquita se me ve siempre con un casco y un látigo en una mano", dice Lucrecia.
"Cuando era chica, acompañaba a mi papá a todos lados. El iba a las carreras y a los seis años empecé a ir con él. El primer caballo con que corrí y con que gané fue uno de él, que es quien me dio la posibilidad de correr." Las palabras se asemejan a las anteriores, pero son de Andrea.
-¿Por qué los deportes de a caballo cuentan con muchos más hombres que mujeres?
Andrea: -Porque dicen que para ser jockey hay que tener fuerza. Hay caballos que la requieren, pero no es lo que realmente se necesita. Se necesita dirección, manejo... El caballo pesa entre 450 y 500 kilos, contra unos 50 que pesamos nosotros: el caballo, si quiere, hace lo que se le ocurre. Entonces no es la fuerza lo que gana; lo que gana es saber llevarlo.
-¿Cómo es el caballo de carreras y en qué se diferencia de los de otras actividades ecuestres?
Lucrecia: -Es muy noble, pero no sabría compararlo porque nunca me subí a otros. Su carácter depende de cómo se lo trate. Y, además de muy noble, es un animal muy inteligente y tiene mucho corazón.
Andrea: -El corazón se relaciona con la inteligencia, y se nota cuando el animal pone todo de sí para pasar al que lo dejó atrás. El caballo de carrera tiene más furia, otra sangre. Aunque muchos, cuando pierden esa furia, son vendidos para polo o para salto.
-¿Cómo es su entrenamiento?
Lucrecia: -Se empieza muy temprano con el vareo. Se da una vuelta a la pista en diferentes velocidades según la distancia y la proximidad de la carrera en que vaya a correr. Su comportamiento depende en parte de cómo lo trate el peón antes del ensayo.
Andrea: -A algún caballo se le hace adiestramiento para que tenga buena boca. Y eso es lo que yo considero lo principal: el caballo puede bellaquear, retozar, pero si tiene buena boca, uno tiene dominio sobre él.
-¿Cómo es la tarea del jockey en una carrera? ¿Qué reacciones tiene un caballo en ella?
Lucrecia: -Por lo general el jockey sale a la cancha con las instrucciones del cuidador. Su habilidad está en que, si por algo no puede cumplirlas, resuelva bien la situación. Por ejemplo, si lo mandan a correr delante y larga mal, hay que dejar que se acomode el animal. Si el caballo no se siente seguro por algo no cambia de mano; algunos no lo hacen por mañeros.
Andrea: -Muchos caballos se transforman antes de la carrera porque saben que tendrán que esforzarse, que van a pegarles. Los que corrieron pocas veces pueden asustarse por alguna sombra o por que otro los empareje. Cansancio y, sobre todo, algún dolor hacen que el caballo se cierre o se abra en la pista. Pero son muy nobles, muy inteligentes.
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