La mayor presión impositiva y la recuperación de la producción mundial ponen en riesgo el buen momento del agro
No se trata de tirar mala onda. Ni siquiera de ver sólo la parte vacía del vaso. Pero hay una pregunta que se impone: ¿hasta cuándo va a durar el veranito del campo?
Así como la estabilidad en la cotización del dólar y el freno a la inflación que se viene registrando en los últimos meses dieron pie para hablar de un veranito financiero en la economía general, el alza de los precios internacionales de los granos, la pesificación y el cambio de los precios relativos por la devaluación hicieron que el agro, con excepciones, pareciera despegar del resto de los sectores productivos.
Desde una visión simplista, se cree que el campo es el ganador del nuevo modelo económico. Sin embargo, quienes alientan esa perspectiva, se olvidan de considerar que fueron los factores internacionales, la caída de la producción en Canadá, Australia y Estados Unidos y la baja relación entre el stock y el consumo- los que más influyeron en la mejora del sector agropecuario.
La política económica del Gobierno parece seguir ese criterio. El restablecimiento de las retenciones a las exportaciones perjudica al campo no sólo por la alícuota impuesta sino también por la posibilidad de que cuando las urgencias fiscales apremien se pueda recurrir a este procedimiento expeditivo.
Y la negativa a conceder el ajuste por inflación al pago del impuesto a las ganancias amenaza con descapitalizar a ganaderos y agricultores.
Pero, ¿habrá un dólar alto en la próxima década?, ¿los precios internacionales de los granos seguirán tonificados?, ¿qué hará el Gobierno con la carga impositiva? Los especialistas consultados por LA NACION no coinciden respecto del momento en que el ciclo promisorio llegará a su fin, aunque advierten que hay numerosos factores sobre los que habrá que estar atentos para saber si el veranito terminará por enfriarse.
Respecto de la cotización del peso en relación con el dólar, Jorge Ingaramo, economista de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, considera que la divisa norteamericana está sobrevaluada porque hubo una fuga de capitales al exterior. "El tipo de cambio tenderá a bajar. Seguramente subirán los precios de las tarifas y cuando pase la recesión los precios de los bienes transables tenderán a bajar y el de los no transables a subir."
Según Héctor Valle, presidente de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo Económico (FIDE), "con este tipo de cambio la rentabilidad ha mejorado. Pese a las quejas que hubo contra las retenciones, éstas no perjudicaron al sector".
Para el economista "el tipo de cambio seguirá siendo alto por mucho tiempo".
Daniel Miró, presidente de Nóvitas, no vislumbra una revaluación del peso. "Cuesta pensar que el dólar caiga a una cotización más baja de $2,80, que puede considerarse como un dólar alto", afirma.
En tanto Pablo Adreani, director de Agri Pac, considera que "los factores que pueden enfriar este veranito hay que buscarlos por una caída del precio del dólar en términos reales que sufrirá la economía argentina en los próximos años. El dolar perderá valor real (los productores tendrán una fuerte caída en su poder adquisitivo) a medida que se ajusten los costos internos de nuestra economía (tarifas, salarios, servicios públicos y combustibles)".
Los precios internacionales
Para Miró, uno de los factores clave en relación con los precios internacionales de los granos, está en la evolución de la cosecha de soja en América del Sur, especialmente en la Argentina y Brasil. "Si no crece en la medida que se espera, el mercado no aflojará. En Chicago, los fondos de pensión están tomando nota de que en la Argentina hay demoras en la siembra como consecuencia de las lluvias y de que en Brasil hay incertidumbre con el tipo de cambio. El productor está mirando hoy un precio de US$ 183, que en el mercado local, por las retenciones, equivalen a US$148/149. Habrá que ver también si el productor decide venderla o no como ocurrió este año".
El segundo factor podrá dilucidarse desde marzo en adelante con la evolución del trigo y la intención de siembra de maíz en el hemisferio norte. "Si se dan malas condiciones de producción, el mercado no aflojará", agrega el especialista. Además, recomienda seguir de cerca la entrada en el mercado de la soja cosechada en los EE.UU.
Indicios
Adreani, por su parte, cree que la potencial caída de los precios agrícolas "ya se está insinuando en soja y trigo para la nueva cosecha de 2003".
En tanto, Alejandro Meneses, del Departamento de Economía de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea), recomienda tomar en cuenta lo que sucedió con la crisis del sudeste asiático en 1997. "El precio de los cereales cayó a la mitad en un año y el de las oleaginosas, en dos", recuerda. "Casi como nunca las empresas agropecuarias están expuestas a la variación de los precios", advirtió. Por esa razón, el especialista aconseja "no analizar medidas para adoptar en el mediano plazo en función a la foto actual".
Meneses cree que el momento actual es inmejorable para tomar cobertura de precios y diversificar los precios. Además, advierte que la estrategia de retener los granos en el campo a la espera de una suba en las cotiziaciones, tal como se vio durante este año, no siempre será una idea beneficiosa, ya que está siempre latente la posibilidad de que los precios vuelvan a caer.
Marcelo Regúnaga, docente del programa de Agronegocios de la Facultad de Agronomía de la UBA, sostiene que el campo se vio beneficiado por mejoras circunstanciales, con precios un 20 o un 30 por ciento más altos. "Pero la devaluación no trajo una mejora sustancial de la competitividad", indica.
Según el ex secretario de Agricultura, la coyuntura actual permite reducir el endeudamiento del sector y debería ser aprovechada para eliminar los factores que sólo traen ineficiencia a la cadena productiva.
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