Porcinos. Del criadero al supermercado
Cabaña Argentina, que ganó el año pasado el premio LA NACION-Banco Galicia a la Excelencia Agropecuaria en su categoría, tiene en la localidad de Roque Pérez el establecimiento más grande del país
ROQUE PEREZ.- Hay una cuidada integración desde el maíz hasta la carne puesta en la góndola; se busca la máxima eficiencia en cada una de las etapas de producción; la bioseguridad ocupa un lugar destacado para prevenir enfermedades y los recursos humanos son valorados como artífices de los logros.
En Cabaña Argentina, empresa que el año pasado ganó el Premio LA NACION-Banco Galicia a la Excelencia Agropecuaria en la categoría Mejor Productor Porcino, la producción de cerdo sólo se concibe de esa manera; considerando cada uno de esos puntos, enfocados todos al crecimiento de este negocio.
En verdad, con esa hoja de trabajo en marcha, a la empresa no le ha ido mal en los últimos años. Hoy tiene el criadero más grande de la Argentina, con unas 6000 madres -al momento de la visita de LA NACION había en todo el establecimiento unas 70.000 cabezas-, después de haber encarado un proceso de expansión con poco más de 1600 madres.
Con un criadero intensivo en galpones cerrados, Cabaña Argentina acredita unos cuantos índices productivos y reproductivos para destacar: cada madre produce unos 3000 kilos de carne por año; el promedio anual de venta de capones es de 26/27 animales por hembra, con picos de 28, la tasa de parición está en torno del 92% y la mortalidad en las etapas de recría y engorde es inferior al 2 por ciento. Todos estos índices están aquí mejor posicionados respecto de la media nacional.
En la faz comercial, la empresa hoy produce 1 millón de kilos de carne por mes (80% de productos frescos y el resto fiambres), que tiene como destino supermercados como Jumbo y Disco, previo paso por una planta frigorífica propia en la localidad de San Andrés de Giles.
"Buscamos superarnos día a día para ser más eficientes en todo, ya sea parición, conversión de alimento y otras cosas", expresaron casi al unísono Daniel Fenoglio, Walter Tiberi y Sergio Schonfeld, presidente, gerente de proyectos y gerente de producción, respectivamente, de este criadero, ubicado a unos 140 kilómetros de Buenos Aires en la tradicional estancia La Biznaga.
El criadero es una sociedad anónima que tiene accionistas que están en el Grupo Ledesma, como Carlos Pedro Blaquier.
Como parte del objetivo de mantener la eficiencia, aquí se reemplaza todos los años el 50% de las madres. Pero, como no se compran 3000 madres por año, aquí se recurre a líneas de abuelas y bisabuelas para lograr el recambio. Se utiliza genética PIC apuntando a un mix de animales con alta prolificidad y cualidades carniceras.
Integración y eficiencia
Lo que es el criadero, no ocurrió de golpe. Hubo un importante cambio de rumbo en 1998, cuando se decidió profesionalizar cada una de las etapas del establecimiento, mirando un poco la experiencia de otras firmas líderes en el mundo y aprendiendo de la propia historia. "Hubo un replanteo y comenzamos a crecer", dijo el presidente de Cabaña Argentina.
La integración es una de las bases del negocio. En este sentido, la empresa produce su propio alimento, con el maíz a la cabeza, además de la soja más los núcleos vitamínicos y minerales, que en este último caso se compran.
Toda la materia prima va a una planta propia de balanceado, también ubicada en La Biznaga, donde se elaboran 14 dietas diferentes. Hoy allí se producen unas 4000 toneladas de alimento por mes; más de 2500 son con maíz y otras 1000 corresponden a pellet de soja.
Cada producto que llega al establecimiento antes pasa por exhaustivos análisis en un laboratorio propio. Aquí tienen un equipo de última generación que en 30 segundos puede indicar la cantidad de proteína que tiene el pellet, entre otras funciones.
Apenas el animal ingresa en la etapa de recría (desde los 20 a los 70/80 días), primero se da un alimento de adaptación, con algunos derivados lácteos para que el cambio de comida desde el destete no sea brusco, y luego se termina dando exclusivamente maíz y soja. La mayoría del alimento contiene un 60/70% de maíz y un 30% de soja. También hay minerales y afrechillo de trigo.
Al final de un ciclo de 160/165 días, cuando culmina el engorde, el cerdo llega a su peso de faena, de entre 110 y 115 kilos. "Desde el nacimiento hasta la venta, el animal engorda unos 700 gramos por día; en algunas etapas lo hace más", comentó el presidente de la firma.
Al hablar de eficiencia productiva, el objetivo pasa por aumentar la conversión del alimento y no tanto el peso final. "En la recría y terminación tenemos una conversión de 2,5 a 1; es decir, por cada kilo de carne producida se utilizan 2,5 kilos de alimento", explicaron Tiberi y Schonfeld. Por cada madre que está en producción se busca la mayor cantidad de kilos logrados en lechones o gordos.
Más allá del resultado productivo, antes también es importante el cuidado que se le hace al animal en cada etapa. "Al lechón lo vamos cuidando como un bebe, le cambiamos la dieta y su medio ambiente en la medida en que crece; se busca lograr una temperatura de 30 grados para el lechón. En la recría se busca que la temperatura esté en torno de los 23 grados", señaló Tiberi.
Eficiencia
¿Por qué es importante la temperatura? En palabras de los técnicos, el objetivo es que el animal aproveche mejor el alimento, no desperdicie energía y convierta mejor. "Se busca la eficiencia en cada etapa", remarcó el gerente de proyectos.
Aparte de lámparas especiales para la temperatura, las instalaciones del criadero tienen otros puntos interesantes, como ventiladores y comederos especiales, cortinas automáticas y refrigeración. "Los galpones son casi inteligentes", resumió Tiberi a LA NACION.
En el manejo de los cerdos hay otros dos puntos significativos: normas de bienestar animal, bioseguridad para prevenir enfermedades y valoración del personal.
Respecto del primer aspecto, hay protocolos con especificaciones concretas para cada zona del criadero de cerdo. "Se trata de maximizar el bie-nestar animal en todo, incluso en los movimientos de carga y descarga. Además, desde que se desteta hasta que va al matadero, el animal está con su mismo grupo en el corral. Son como compañeros de colegio; se crearían conflictos que irían en detrimento de su bienestar si se los mezclara", remarcó Fenoglio.
También se quiere evitar el estrés del animal con otras cosas, como la temperatura ideal para el momento de realizar la carga. Aquí la idea es cargarlos de día en invierno y de noche en verano.
El otro tema relevante es que aquí no hay enfermedades infectocontagiosas. En esta condición tienen mucho que ver las fuertes medidas de bioseguridad para cuidar la salud de los animales. Nadie puede ingresar directamente si antes no se baña y se calza la ropa especial que provee la empresa. No se puede estar en contacto con otro cerdo 72 horas antes de llegar aquí.
Por si fuera poco, desde una cámara fotográfica hasta un celular, todo es desinfectado. Incluso, en el criadero hay vehículos internos para distribuir alimento que no pueden salir. En tanto, la carga se hace desde afuera, al borde del alambrado y con una manga. De ahí los animales van directo al frigorífico propio en San Andrés de Giles.
Un punto más: antes de introducirse un animal, por ejemplo procedente de Brasil para el recambio genético, primero debe estar en cuarentena en un lugar alejado del criadero donde además se hacen diferentes análisis y hasta se suelen usar otros cerdos testigos para ver si contraen o no una enfermedad.
Todas estas cosas forman parte del telón de fondo en materia de trazabilidad, que le permite a la empresa reunir información detallada sobre los animales y saber el manejo que tuvieron en el criadero.
Hay algo más que aquí se encargan de subrayar: el recurso humano. "La clave de este negocio está allí. De un kilo de carne de cerdo, el 70/80% del costo es la alimentación, mientras que el recurso humano influye poco en el total. No obstante, sí incide mucho en los índices de producción, más allá de la mejor genética y la alimentación", sostuvo Fenoglio.
Para atender este aspecto, la empresa capacita a sus empleados y hasta organiza intercambios con otros criaderos líderes.
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