Personajes: el luthier Aldo Merlino. El arte de arrancar música de un simple trozo de madera
Este artesano, que reside en San Francisco, fabrica las guitarras de las voces más famosas del cancionero nacional
SAN FRANCISCO.- "¡Hola! ¿Don Aldo? Mañana voy a andar por San Francisco y entonces aprovecho para acercarme a su casa a comprar una guitarra." Un mensaje frecuente en el contestador de Aldo Merlino, uno de los luthiers más famosos del país, que reside en San Francisco. Del otro lado pueden estar voces tan famosas como la del Chaqueño Palavecino o Yamila Cafrune.
Allá por 1962, el oficio de luthier empezó a ganar importancia en su modesto taller, de donde comenzaron a salir las guitarras de los más renombrados solistas. Por entonces, el oficio de carpintero le había permitido ganar maestría para convertir a cada uno de los instrumentos en una auténtica creación artística.
La elaboración de los instrumentos le lleva a Merlino no menos de cuarenta jornadas, en las que dedica más de diez horas diarias, que saben resumir la capacidad de este "luthier artesano".
Actualmente, fabrica alrededor de una docena de guitarras por año, todas ellas por encargo.
Merlino habla de sus obras con amor casi filial y recuerda con devoción cada pieza que salió de su taller. "Reconocería a cualquiera de mis guitarras por el sonido", jura.
Este artesano de 73 años conserva decenas de fotografías que inmortalizan el paso por el lugar de renombrados folkloristas en busca de una guitarra "única".
Allí se puede ver a don Aldo confundiéndose en un abrazo con quien fue uno de sus clientes preferidos e incondicional amigo: Jorge Cafrune. Con su barba generosa y su sombrero característico, desde la década del 60 y hasta su muerte, en 1978, no fueron pocas las visitas que realizó al taller y los momentos compartidos.
"Entre nosotros se creó una linda amistad -recuerda con indisimulada nostalgia, mientras repasa las fotografías que muestran a Cafrune-.Vino muchas veces a mi casa acompañado por su esposa y sus hijas."
Merlino contó que en los últimos tres años de su vida, Cafrune usaba una guitarra que él le había prestado. "No se la quise vender porque era una pieza única de mi colección, con la caja de ébano que le da un sonido especial", comenta.
"Hasta Yamila suele contar que ella actuó por primer vez tocando la guitarra que Merlino le había prestado a su padre", recuerda. Un día, llegó a la casa del luthier un grupo de gente del entorno de Cafrune y se la devolvieron. Desde entonces, la guarda como el más preciado tesoro.
"A Jorge, entre tantas otras, le hice una guitarra especial, porque le tallé su rostro de perfil y las iniciales de su nombre en el cabezal", rememoró Merlino.
Cada una de las visitas que los famosos del cancionero nacional hacen al hogar de los Merlino, rigurosamente acompañadas por guitarreadas y asados, se convierten en un "secreto de Estado" destinado a ahuyentar a curiosos.
Por ejemplo, hace unos meses los integrantes de Los Nocheros se sentaron en el living de la casa de don Aldo para sumar una nueva guitarra a las seis que ya llevan adquiridas al gran luthier.
Oficio con historia
Don Aldo Merlino es una figura emblemática en el mundo de la lutheria. Solo, en su taller, fabrica guitarras, arpas, indias, violines, laúdes, charangos y rabeles. Para él, el secreto de sus piezas está "en la calidad de la madera y el armado".
Con la mayoría de sus clientes llegó a establecer algo más que una relación comercial: "Terminamos siendo amigos, porque comprar un instrumento musical es mucho más que eso. Para la vida del músico, su guitarra ocupa un lugar importantísimo".
Los Fronterizos, Los Chalchaleros, Los Nocheros, Jorge Cafrune, Yamila Cafrune, Linares Cardozo, son algunos de los que usan o usaron las guitarras firmadas por Merlino.
El gran maestro luthier afirma que es un autodidacto. "Empecé como un hobby y aún hoy estoy investigando para mejorar."
Así, todos los días trata de inventar una combinación nueva de las maderas para que el instrumento suene mejor. "Sólo para darme el gusto, hace unos años empecé a hacer violines, laúdes y violoncellos." Con tanto éxito, que un laúd árabe que fabricó se llevó el Gran Premio en la exposición Feriar.
"Mi primera guitarra la hice cuando tenía 19 años, y la vendí a un comerciante de San Francisco; desde ahí, como un hobby, comencé a realizar instrumentos para mis amigos, a investigar las maderas y a especializarme", dice. "Cuando salí del servicio militar estaba realizando entre 4 y 5 guitarras anuales. Es en esa época que comienza el surgimiento de los grandes del folklore, con tal furor que no alcanzaban las guitarras, lo que me incentivó a fundar la fábrica de guitarras Optima que llegó a ser muy conocida."
La fabricación en serie no le quitó tiempo a Aldo para seguir especializándose en la elaboración artesanal. "Cuando Los Fronterizos llegaron a San Francisco, me encargaron cuatro guitarras, que se convirtieron en las primeras que fabriqué para profesionales." Luego de eso, llegaron Cafrune y Los Chalchaleros, que corrieron la "bolilla" de las guitarras de Merlino y su creador se hizo famoso.
Para Merlino, el secreto de la calidad está en las maderas. "Hay que prestarle mucha atención al armado, al espesor de la madera, cómo ubicar las vetas y contravetas, descubrir el secreto de cada variedad ya que utilizándolo en un sentido u otro se puede dar hasta un 20% más de sonido a una guitarra."
Las maderas argentinas preferidas por este luthier son las de cedro, nogal, alerce, carandá, gualluvira, ciprés y algarrobo; entre las importadas, abeto alemán, abeto de Canadá, abeto de California, abeto de Alaska, jacarandá de Brasil.
No podíamos finalizar la conversación sin esta pregunta: a propósito, ¿sabe usted, don Aldo, tocar la guitarra? "No, nunca aprendí. Pero no fue porque no me guste, sino por falta de tiempo. De todas maneras, me doy muy bien cuenta cuando alguien toca bien o mal, cuando se les escapa una nota o la guitarra está desafinada", dijo.