De entrada, la plataforma agropecuaria del nuevo gobierno del presidente Néstor Kirchner, que asumirá mañana, propone un cambio de horizonte en la producción argentina.
Reemplazar la carrera por lograr sólo cosechas récord por una "revolución de la competitividad agroalimentaria que potencie el nacimiento de un capitalismo con decisión y con protagonistas nacionales", sostiene.
Esta tendencia, que el nuevo equipo propiciaría a través de una recuperación del mercado interno, un proceso de sustitución de importaciones, la incorporación de valor agregado y el incremento sostenido de las exportaciones, fue denominada por los diseñadores del plan como "la tercera etapa".
La primera fue cuando el campo pasó a ser el eje del crecimiento del país a finales del siglo XIX y principios del XX; en cambio la segunda "revolución" habría terminado en los años noventa, según esgrimen.
El Gobierno promete ahora, según manifiesta en la plataforma, una refinanciación de pasivos para resolver el problema del endeudamiento. El coordinador del equipo agropecuario de Kirchner, Carlos Cheppi, había anticipado a LA NACION que podría lanzarse un proyecto de mitigación de la deuda con plazos de hasta 20 años con tasas de 2 o 3 puntos.
El aspecto más polémico de la propuesta agropecuaria es el apéndice denominado "Un Estado eficiente y protector". Sucede que gracias a la desregulación instrumentada en la década del noventa -"segunda etapa"-, el campo alcanzó cosechas récord en forma consecutiva. Aunque simultáneamente cayó la rentabilidad de algunos productores por los elevados costos de producción.
"En este sentido, desde la Secretaría de Agricultura deben definirse las políticas y estrategias del sector, y a través de entes descentralizados ejecutar todas las políticas activas necesarias para desarrollar la competitividad", sostiene el plan de gobierno. Y agrega: "Estas políticas deben coordinarse, ya que tendrán como meta reconstruir el tejido social que tanto ha perjudicado a nuestras localidades rurales".
Que en la plataforma se jerarquice a la administración agropecuaria como "Secretaría" descarta ciertos rumores sobre una eventual degradación de la dependencia al nivel de subsecretaría. Por otro lado, y a pesar del hermetismo del equipo de Kirchner durante esta semana, pudo saberse que la cartera agrícola quedaría directamente bajo la órbita del viceministro de Economía, Oscar Tangelson.
El fomento de las exportaciones sería uno de los puntos centrales del nuevo gobierno. "Una vez alcanzado el equilibrio fiscal y en la medida de las posibilidades presupuestarias, comenzará un proceso de eliminación de las retenciones; se propone simplificar y desburocratizar la operatoria de comercio exterior", manifiesta el plan, y agrega que "atento a la inexistencia de financiamiento local, el Estado deberá salir en busca de financiamiento internacional".
De ahí que una de las primeras directrices lanzadas por Kirchner hacia el mercado fue la conveniencia de mantener un dólar alto que otorgue competitividad a los productos agroalimentarios.
En cuanto a las relaciones internacionales proponen "el principio de reciprocidad, restringiendo el comercio con países que traban el ingreso de productos", concluye.
Al cierre de esta edición era aún una incógnita el nombre del futuro titular de la cartera de Agricultura.
Otros puntos del plan
Integración: se propone la creación del Programa Nacional de Desarrollo Agropecuario para fomentar las políticas dentro de toda la cadena agroalimentaria.
Reforma: lanzarían la reforma del sistema tributario "para hacerlo más simple con la eliminación de impuestos distorsivos".
Tecnología: impulsarían la consolidación de un nuevo INTA como herramienta de generación y transferencia de tecnología que abarque todas las explotaciones del país.
Fiscalización: la fiscalización se concentraría en Senasa remozado con eje en la trazabilidad y la identidad de los productos argentinos.
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