Opinión. El orgullo de producir alimentos
Por Gustavo Oliverio Para LA NACION
En 2002 los argentinos hemos asistido a una serie ininterrumpida de decisiones tomadas por el poder político que cambiaron abruptamente las reglas del juego y que llevaron no sólo a cifras récord de desocupación, pobreza e indigencia en el plano interno, sino que además la renegociación de nuestras obligaciones financieras con el exterior nos pone en el plano internacional en una inédita situación, que sin duda llevará muchos años reconstruir.
La brutal devaluación de nuestra moneda, la confiscación de los depósitos de ahorristas, la pesificación asimétrica para deudores del sistema financiero, la vuelta a las retenciones a las exportaciones, la ruptura de contratos y otras barbaridades más han ocurrido y aún estamos vivos.
La Argentina de hoy, que produce alimentos para más de 300 millones de personas, da muestras claras de que no puede o no quiere alimentar a sus propios habitantes, y decidir hacerlo no es realizarlo bajo la forma actual de la ayuda social condicionada, sino generando las condiciones necesarias para promover el crecimiento de la economía y la generación genuina de trabajo.
El sector agroindustrial, que entre 1993 y 2001 aportó al PBI un promedio anual cercano a los 33.000 millones de dólares (12,4%), que ingresó 12.700 millones de dólares por exportaciones en promedio durante el último trienio y que, según cifras oficiales, ocupa directa o indirectamente aproximadamente al 40% de la población económicamente activa, cerró el ciclo 2001-2002 con un récord absoluto en la producción de granos y subproductos, con 69,6 millones de toneladas.
A pesar de todo lo ocurrido en el país durante este año y ayudados por la mejora internacional de los precios de los granos, seguramente cerraremos el ciclo 2002-2003 con valores muy cercanos a los del ciclo anterior, por lo que el sector agroindustrial podría aportar un nuevo récord de ingresos por exportaciones.
Un trabajo reciente de la Fundación Producir Conservando muestra claramente que en un marco favorable podemos alcanzar, a fines de esta década, una producción de 100 millones de toneladas en el complejo granario, entre 3,1 y 3,3 millones de toneladas de carne vacuna y entre 1,1 y 1,2 millón de toneladas de carne aviar.
Esto representa para el país, sólo tomando a estos tres sectores, ingresos adicionales por exportaciones de aproximadamente 7600 millones de dólares, lo que significa pasar de 8750 millones de dólares exportados actualmente por estos tres sectores a 16.350 millones de dólares a fines de la década.
Lograr estas cifras estará limitado entre otros factores por las condiciones macro en que nos moveremos los argentinos en los próximos años: cuál serán el marco político institucional y la seguridad jurídica, la estabilidad fiscal y monetaria, las reglas fiscales y el restablecimiento de un sistema financiero sólido.
En forma adicional, alcanzar el potencial antes descripto implicará inversiones importantes en infraestructura vial, portuaria, de almacenamiento en origen, procesamiento industrial, tecnología para agregado de valor, promoción de exportaciones... y ello es sin duda generación genuina de empleo.
Mientras esto está al alcance de la mano, asistimos en la Argentina actual a disputas internas de un sector político que sólo mira cómo perpetuarse en el poder para mantener sus privilegios a espaldas de la sociedad, que promueve la ayuda social sólo para mantener el favoritismo político y no como solución de fondo del problema del hambre y la indigencia, que viola, si es necesario, todas las leyes constitucionales fundamentales para cualquier sociedad.
El sector agroindustrial es sin duda uno de los pilares económicos fuertes con que contamos los argentinos para salir de la crisis. Aceptar esto y estar orgullosos de ser un país productor y exportador de alimentos para el mundo será el punto de partida para promover los cambios necesarios que permitan la reconstrucción económica y social de nuestra alicaída Argentina.
El autor es director de la Fundación Producir Conservando.
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