La campaña 2018/2019 de trigo en el nivel mundial atraviesa momentos de mucha incertidumbre, producto de las complicaciones climáticas que afectaron los cultivos en buena parte de la Unión Europea (UE) y en región del Mar Negro, donde Rusia apunta a preservar el primer lugar como abastecedor mundial del grano fino. A su vez, esa incertidumbre por cuál será el volumen de la oferta, se presenta como terreno fértil para los especuladores, que a partir de presunciones han movilizado los precios durante buena parte de las últimas tres semanas.
El rumor de que Rusia restringiría las exportaciones de trigo o que impondría "retenciones" generó importantes subas en las Bolsas de Chicago y de Kansas la semana pasada. Tras las desmentidas desde ese país, que prevé una cosecha de entre 67 y 70 millones de toneladas, frente a los 86 millones de 2017, las cotizaciones del cereal bajaron solo parcialmente.
Y esta semana fue el turno de Ucrania. También la especulación fue sobre un posible cierre de las ventas externas. Ayer, el Ministro de Agricultura ucraniano salió a pedir "calma" y a informar que el gobierno prevé una cosecha de trigo de 24 millones de toneladas, por encima de los 23 millones estimados un mes atrás, pero por debajo de los 26,20 millones de 2017.
En la UE, Alemania, que es el segundo mayor productor de trigo del bloque detrás de Francia, prevé una cosecha de 18 millones de toneladas, un 25% por debajo de la oferta de 2017, según la estimación de la Asociación Agrícola de ese país. En Gran Bretaña, la producción podría caer a 13,50 millones, el nivel más bajo de los últimos 5 años, según informó la Junta de Desarrollo Agrícola.