Desde reducir el área con maíz hasta sellar alianzas asociativas, diferir el pago de los alquileres y usar las herramientas de la agricultura de precisión, los productores trazan sus planes ante un contexto difícil
El menú es variado: desde hacer más soja que maíz, sellar alianzas asociativas, diferir pagos de alquileres o dejar campos arrendados de menor calidad hasta buscar una mayor eficiencia en cada centímetro del lote con la agricultura de precisión, los productores están urdiendo diferentes estrategias para afrontar un escenario con financiamiento reducido y costos de los insumos por las nubes.
El diagnóstico es bastante bien conocido por muchos. "Las empresas proveedoras de insumos, en la mayoría de los casos, han eliminado o reducido el nivel de crédito de sus clientes en una campaña en la cual el productor necesitará contar con el 60/80% más de costos, en promedio, para hacer frente a los costos de implantación y protección de los cultivos", recordó Guillermo Aiello, contador del semillero 3-El Semillas, de Hughes, Santa Fe.
Respecto de la campaña pasada de soja, hay un contraste. Según Aiello, contra US$ 60 por hectárea en fertilizantes y US$ 100 en agroquímicos que un productor de punta pudo haber invertido en 2007, ahora requiere 120 dólares en agroquímicos y 140 para la adquisición de fertilizantes. Para el caso de los fertilizantes, la necesidad financiera de la presente campaña, si se mantuvieran las dosis utilizadas en campañas anteriores, daría como resultado un incremento de las compras del orden del 150/200%, según precisó el contador del semillero. A Aiello le preocupa no poder conseguir la urea a los US$ 450 + IVA la tonelada que el Gobierno anunció la semana pasada. "Consultados los vendedores, nadie tiene urea para ofrecer a ese precio", comentó. En realidad en el mercado ronda los US$ 900.
Gabriel Tellería, asesor, consultor y administrador de empresas agropecuarias en el sur de Córdoba por Estudio A& T, ya ve claramente qué está haciendo el productor frente un cóctel de crédito comercial escaso y caro (si no se pide de contado, en el mercado se exige al menos el 1,5% mensual en dólares, contra tasas anteriores de 1%) y crédito bancario también escaso y caro (en el caso de las tarjetas, las que ofrecían el 9% en pesos ahora no bajan del 22%).
"El productor ha ajustado su plan de siembras incrementando el área de soja y reduciendo la de maíz. Se van a ajustar fuertemente las dosis de fertilizantes hacia abajo. Se suspendieron el 100 por ciento de las inversiones. No hay reposición de maquinarias, ni mejoras", precisó Tellería.
Según Carlos Calvo, director de Red Surcos, hay un 25% más de pedidos de financiamiento. Para el ejecutivo, no es que el productor necesite financiamiento porque se encuentre mal económicamente, sino porque antes había hecho inversiones fuertes y ahora tiene más costos.
Para Jorge Scoppa, presidente de la Federación Argentina de Contratistas de Máquinas Agrícolas (Facma), la tendencia que señaló Tellería se consolida. "La estrategia es gastar menos y trasladar área a la soja. La gente no se quiere endeudar, y menos, cuando para hacer un maíz en campo alquilado necesitás por lo menos 800 dólares por hectárea, contra US$ 500 del año pasado", afirmó. Su pronóstico es duro: "Hoy habría un millón menos de hectáreas de maíz", calculó. Scoppa, que consideró que la necesidad de financiamiento creció entre un 10 y un 15% respecto de 2007, comentó que hasta ahora habría un 15% de semilla devuelta en maíz. Según él, el conflicto con el Gobierno dejó otro saldo: "Sólo se ha invertido en maquinaria un 25 por ciento de lo que se gasta después de la cosecha".
"La estrategia del productor será básicamente destinar a la producción de la campaña 2008/2009 la menor cantidad de capital posible. De esta manera, al hacer una menor inversión dará una solución parcial al problema de la falta de financiamiento, no utilizará fertilizantes y es probable que trabaje la tierra con sus propios equipos, saliendo de la siembra directa", señaló Aiello.
Gustavo Duarte, consultor de empresas, tiene otra lectura respecto de la proyectada reducción de las inversiones. Según su visión, que vaya a haber más soja que maíz significa que el cereal ocupará un lugar sólo en los buenos ambientes en campo propio. Duarte también ve estrategias de capitalización de insumos por proveedores a riesgo y el resurgir de figuras asociativas para enfrentar la campaña.
En esa línea, Duarte ve una búsqueda de mayor convergencia entre productores, contratistas e inversores.
Manuel Cosio, productor de la zona de Río Cuarto, dice que no está teniendo inconvenientes con el financiamiento, pero aclara que está buscando "diferir el pago de los alquileres lo más que se pueda". "Lo hago para poder mejorar los números y tener mayor rentabilidad", cuenta sobre su estrategia de diferir el pago de los arrendamientos. "Normalmente casi todo el mundo pedía de contado, y ahora se ha podido diferir una parte a cosecha. Se está difiriendo un 30-40%", señaló.
Según Sebastián Gavaldá, técnico de Aacrea, los productores que estaban arrendando están dejando los campos de menor calidad y sembrando los de mejor calidad. "Esto está provocando una mayor oferta de campos que años anteriores a esta fecha no existía. También cambian las formas de pagos de alquileres; vuelven a trabajar en muchos casos a porcentaje para diversificar el riesgo; en caso de que sean en dólares, se está financiando parte a la cosecha fina y parte a la cosecha gruesa", comentó el técnico. Como otra tendencia, según Gavaldá se observa un aumento de los cultivos especialities por la razón de que generalmente, para sembrarlos, los productores reciben parte de los insumos.
Con precisión en el lote
Por si fuera poco, frente a un escenario con financiamiento caro y mayores costos, está cobrando una mayor importancia el manejo de los diferentes ambientes vía la agricultura de precisión. Es una práctica que puede llevar a decidir si realmente hace falta o no poner más fertilizante en una determinada parte del lote, por ejemplo.
"Notamos una demanda importante (por parte de los productores)", dice Gabriel Tellería, consultor de A&T, empresa que maneja unas 35.000 hectáreas bajo agricultura de precisión, y explica el impacto que puede tener esta tecnología en este contexto en la zona de Río Cuarto. "La dosis variable de fertilizantes fosforados en trigo, soja y maíz, el ajuste de la densidad de siembra y la dosis variable de fertilizantes nitrogenados en trigo y maíz, son prácticas que permiten obtener un incremento de 50 a 60 dólares por hectárea, promedio, en los márgenes bruto de la rotación maíz-soja-trigo/soja, en campos de nuestra región", afirmó.
"Todo esto nos permite ajustar los costos y sacar mejores números", añadió Tellería.
En el caso de la soja, si un sector del lote tiene 15 ppm de fósforo ahí no se aplica fertilizante porque ya se sabe que no van a haber respuestas. En tanto, si otra parte del lote tiene un nivel de 8 ppm ahí sí se realiza una aplicación apuntanto a una respuesta adicional de 500 kilos por hectárea en el cultivo.
Por otra parte, en maíz por encima de 15 ppm al fósforo sólo se lo utiliza como arrancador, en tanto que por debajo de 15 ppm se procede a reponer lo que el cultivo va a extraer.
Para Guillermo Cavalleri, del Grupo Ceres Tolvas, en el sudeste bonaerense, los requerimientos de financiamiento ahora se notan porque aparecen las necesidades de retirar productos. Mientras tanto, Juan Campion, de la firma Campoamor Hnos., con sede en la localidad de Benito Juárez, indicó que las tarjetas agropecuarias continúan siendo una alternativa de financiamiento para el sector, pese a a la suba de los costos.
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