Se trata de un logro de GDM, según contó Ignacio Bartolomé, CEO, en una entrevista con LA NACION; el empresario habló de los planes de la compañía en distintos países y alertó que en el mercado local se debe avanzar en un marco regulatorio para proteger la propiedad intelectual
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“Cada vez más nos vamos a retrasar frente al mundo en la adopción de tecnología si no incorporamos algún marco regulatorio que permita la protección de la propiedad intelectual”. Con esta contundente afirmación, Ignacio Bartolomé, CEO de GDM, expresó una de sus principales preocupaciones y del sector semillero en general en una entrevista con LA NACION. Si bien la empresa seguirá apostando por la Argentina, advirtió que la falta de ese marco regulatorio deja al país fuera de alcanzar importantes avances tecnológicos que afectarán su competitividad a nivel internacional.
El ejecutivo lidera una firma presente en más de 15 países y cuya genética representa el 45% de la soja sembrada a nivel mundial. Fundada en 1982 en Chacabuco, provincia de Buenos Aires, en ese momento como Don Mario, GDM sigue expandiéndose en el mundo, especialmente en mercados clave como Brasil, su principal fuente de ingresos, Estados Unidos y Sudáfrica. Este año la compañía alcanzó un hito significativo al convertirse en la primera empresa extranjera que registró variedades de soja en China, el mayor comprador del grano del mundo para industrializar internamente. Además continúa avanzando en la innovación, incursionando cada vez más en la edición génica, habiendo sido responsable de la creación de la primera soja editada en el mundo.
-¿Cómo evalúa la situación actual del sector agrícola, tanto a nivel local como internacional?
-Ahora las commodities entraron en una perspectiva bastante negativa. Eso nunca es positivo para el sector, ya que tanto el productor, como la cadena de suministro y los proveedores de insumos, tienen menos ingresos. Así que desde el punto de vista macroeconómico no es positivo. Lo que tiene la Argentina en relación al resto de los países es que es el único que posee un upside potencial, de modo que si se pasara algo con las retenciones, podría capturar algo de mejor precio.
Por otro lado, el año pasado la Argentina enfrentó problemas con el maíz debido a la plaga de la chicharrita, lo que afectará la siembra de este año, reduciendo el área destinada al maíz y aumentando la de soja. A nosotros la suba del área de soja nos viene bien porque nuestro principal negocio en la Argentina es la soja. El año pasado vendimos cerca de 3,8 millones de bolsas, y este año estamos pasando a 4,2 millones de bolsas, lo que representa un crecimiento del 10 al 12%. Por otro lado, con la adquisición de KWS, este año estamos creciendo en maíz. Aunque hubiera sido mejor que el área de maíz se mantuviera, creemos que caeremos menos que la industria en general, por lo cual probablemente crezcamos en market share de maíz a pesar de que el área de maíz total baje. En trigo nuestra campaña fue excelente, con un año récord en la venta de semillas de trigo en la Argentina, y hasta ahora, la campaña sigue siendo positiva desde el punto de vista agronómico. Solo faltaría un poco de lluvia para el oeste, pero en general la situación es bastante buena.
-¿Cómo están trabajando desde las empresas en la protección de la propiedad intelectual? ¿Hay diálogo con el Gobierno sobre este tema?
-Siempre estamos a favor de que haya algún tipo de regulación para el respeto de la propiedad intelectual. Entendemos que hay probablemente temas más relevantes a nivel país para discutir desde el punto de vista legislativo, que tal vez una ley de semillas. Con la salida de Intacta hace dos años nos preocupamos mucho por mantener la legalidad en la Argentina, especialmente en soja. Ese año fue el que empezamos a lanzar con más fuerza Sembrá Evolución, que está funcionando muy bien. Es un acuerdo entre privados donde el que quiere comprar y pagar por la tecnología firma un contrato para adquirirla, y nosotros se la proveemos. Todos nuestros esfuerzos, inversiones y focos están puesto ahí.
-¿Cuál es la situación en los diferentes mercados donde tiene presencia la compañía?
-Nuestro principal negocio está en Brasil, que representa casi el 70% de nuestra facturación, en donde nos está yendo muy bien. Volvimos a crecer en soja en donde estamos liderando la provisión de genética y tenemos tres principales marcas. Con la llegada de KWS seríamos la cuarta marca de maíz para safrinha, que es la cosecha más importante de ese cultivo en Brasil y, con la adquisición de Biotrigo, los proveedores número uno de genética de trigo. Brasil es el principal motor de la compañía, donde generamos más ingresos, tenemos el equipo más grande y vemos grandes oportunidades hacia adelante.
En Estados Unidos también crecimos, pero un poco más lento. Tenemos un producto competitivo, y ahora nos enfocamos en desarrollar el canal comercial. Hemos estado adquiriendo algunas compañías de semillas independientes regionales en el oeste y en el norte de Estados Unidos para convertirlas en nuestras distribuidoras. Con ese canal el año pasado crecimos aproximadamente un 12% en ventas, pero a nivel global para GDM es un crecimiento relativamente pequeño en el impacto del número del resultado.
-¿Qué está pasando en China y Sudáfrica?
-Este fue el primer año en que los productores chinos sembraron nuestra genética, lo cual es un hito importante, y somos la primera empresa extranjera que registra variedades de soja en ese país. Son dos variedades que desarrollamos con un multiplicador chino en la zona noreste, en las provincias de Heilongjiang y Jilin. Ahí hay una oportunidad muy grande, porque el gobierno chino está aprobando el cultivo de soja y maíz GMO [Organismos Genéticamente Modificados], y nosotros tenemos un acuerdo con una compañía proveedora de biotecnología china para vender ahí nuestras variedades con tecnología china a partir del año que viene. En GMO ya se hicieron pruebas, los productores lo sembraron, pero se va a masificar a partir del año que viene. Además, el gobierno planea aumentar la superficie destinada a la soja de las actuales 11 millones de hectáreas a entre 16 y 17 millones en los próximos cinco años, lo que es comparable a la superficie sembrada en Argentina.
En Sudáfrica tenemos alrededor de un poco más del 30% de participación de mercado, donde ya lanzamos Intacta y ahora estamos considerando lanzar Enlist Conkesta. Aunque es un negocio chico en términos de área, con aproximadamente 500.000 hectáreas, su sistema de captura de valor, que incluye el cobro de regalías por la genética en el grano, fomenta la inversión y la competencia. Si se lanza Enlist Conkesta en esta área, tendría más tecnología que en la Argentina, a pesar de tener menos de un millón de hectáreas.
Otra gran apuesta que tenemos es Traitology en Estados Unidos, una compañía de descubrimiento de genes y edición génica. Tiene dos años y le está yendo muy bien, más rápido de lo que esperábamos. Para fines de este año, esperamos tener los primeros eventos de edición genética desarrollados por Traitology listos para incorporar al germoplasma.
-¿En qué áreas están enfocando sus investigaciones en edición génica actualmente?
-El principal foco son tres eventos en donde estamos haciendo pruebas de concepto. Uno busca mejorar la fotosíntesis para ver si tiene un impacto en el rendimiento, otro busca aumentar el porcentaje de aceite en el grano, y el tercero es una edición en el gen de la indeterminación de la soja para ver si puede hacer el proceso más eficiente y tratar de aumentar el rendimiento. En los objetivos de targets de genes estamos buscando tolerancia a frío, a sequía, cyst [insecto de suelo que afecta las raíces], mejora del rendimiento y chinche. Esas son las cinco prioridades y en lo que está trabajando el equipo.
-La compañía ha desarrollado soja con baja presencia de azúcares rafinosa y estaquiosa, aprobada en varios países. ¿Cuándo esperan lanzar esta innovación comercialmente y qué impacto podría tener en la producción agrícola de Argentina?
-La soja baja rafinosa está aprobada en Brasil, Estados Unidos y la Argentina. Ya tenemos incorporado una variedad para hacer la prueba de concepto comercial en Colombia y en el norte de Brasil. Nos tienen que dar la validación de cuánto mejora la eficiencia de conversión para empezar a hacer pruebas a campo para hacer producción en cantidad. En la Argentina hasta que no haya más legalidad no lanzaremos la edición genética. Ese es el problema de la Argentina: cada vez más nos vamos a retrasar contra el mundo en la adopción de tecnología si no incorporamos algún marco regulatorio que permita la protección de la propiedad intelectual.
-¿Qué expectativas tienen tras la compra del negocio de América Latina de KWS?
-Delineamos un plan estratégico que revisamos anualmente para marcar la línea hacia dónde queremos ir y cuáles son nuestros principales objetivos a nivel de negocio. Uno de los objetivos que habíamos planteado era crecer en maíz en Sudamérica porque habíamos adquirido germoplasma para desarrollar y queríamos desarrollar el canal comercial y empezar a crecer con las otras capacidades necesarias para vender maíz. Surgió la oportunidad de comprar las operaciones de KWS en Sudamérica. Era para nosotros era una referencia.
Con esto hemos adelantado 10 años nuestro plan de llegar a dos millones de bolsas en Brasil y a un millón en la Argentina, ya que actualmente KWS vende eso en Brasil y en la Argentina 500.000, por lo que sumadas a las 500.000 que vendemos nosotros, es casi un millón. Ahora, la expectativa es lograr estar entre los tres principales proveedores de genética de maíz en Sudamérica. Hoy estamos entre los cuartos y quintos, probablemente en Brasil estemos cuartos y en la Argentina quintos.
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