La agricultura viene dando saltos cuantitativos impresionantes, comenzando por el arado, prácticamente abandonado en la Argentina por la siembra directa, y luego por los desarrollos varietales, la genética, la rotación, la dosificación variable y la tecnología satelital.
La evolución de rendimientos de los últimos 30 años ha sido espectacular. Se ha derrotado potencialmente una de las preocupaciones ancestrales de la humanidad: las hambrunas.
Sin embargo, se ha evolucionado poco en lo referente a fertilización de cultivos extensivos. El último fertilizante desarrollado fue el Fosfato Diamónico (DAP), a principios de los años 60, y desde entonces nada nuevo se agregó, salvo las importantes contribuciones en materia de inoculación
Investigadores curiosos terminaron por desarrollar un concepto diferente: ¿cómo absorben las plantas sus requerimientos, por dónde y en qué forma? La respuesta es que los nutrientes se absorben por las raíces en una solución con agua.
Dado que los fertilizantes granulados requieren una serie de pasos químicos para que el elemento final llegue a las raíces y que la planta lo pueda tomar en su totalidad, y que obviamente en esos pasos de transformación se pierden muchos de sus elementos que quedan en el camino adheridos a las partículas de suelo o expuestos al arrastre de las lluvias, la nueva idea fue llegar a una solución que no precipite y que le ofrezca a las raíces los elementos en la forma en que éstas los toman.
Este simple hecho provocó, en la práctica, un cambio profundo para el suelo, para el agricultor y para el medio ambiente.
Para el suelo, al evita bajar el ph, disminuye la acidificación o, dicho de otra forma, la contaminación del suelo, de modo de preservar lo más posible la vida microbiana. La bacterias y los microbios del suelo son grandes aliado de las plantas al ponerles a su disposición mas de 100 elementos a los que de otra forma no accederían.
Además, se utilizan hasta cinco veces menos unidades o principios activos que los que tienen los fertilizantes granulados, alcanzándose los mismos resultados con los mismos kilogramos por hectárea. Asimismo, se ayuda a restablecer el equilibrio natural del suelo.
En cuanto al cambio para el productor, le facilita las operaciones de aplicación, ya que cuando llega el camión con el líquido éste lo transfiere a un tanque y cuando lo requiera, se succiona con el "mosquito" o aplicador y se lo asperja directamente al lote. Así, se evitan costos de movimientos, lugar de almacenaje y pérdidas.
Los fertilizantes líquidos son combinables con muchos herbicidas, insecticidas y fungicidas, por lo que no representa un costo la aplicación. No son corrosivos, de hecho los buenos fertilizantes líquidos tiene un ph de 5 o más.
Estos productos responden muy bien en la producción de pasturas y en el enriquecimiento de campos naturales. Se pueden aplicar antes, durante o después de la siembra. Al aplicar en cobertura total, la dosis resulta pareja en todo el lote, sin evidenciar las franjas de subdosis que se observan en las fertilizaciones granuladas.
En general, por tonelada estos productos son más económicos.
Con buenos análisis de suelo se pueden corregir deficiencias de microelementos que se incorporan directamente al fertilizante líquido, como azufre, boro, cinc o manganeso, lo cual facilita la aplicación al productor.
Respecto del cambio que los fertilizantes líquidos implican para el medio ambiente, ayudan a revertir la acidificación, y con ello, a preservar la salud del suelo.
Al ser usados en su totalidad por las plantas, no hay sobrantes que terminen en arroyos y ríos. Este es un problema más que común y denunciado por aumentos de nitratos y fósforo en las aguas.
El nuevo recurso de la fertilización líquida está ganando adeptos en todo el mundo. En los Estados Unidos ya representa un negocio de 14.800 millones de dólares y sigue creciendo. Pareciera que ha llegado para quedarse.
El autor es asesor
Jorge Cardini
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