Ganadería: alta productividad en el Salado. La soja, integrada a la producción de carne
Eduardo Bell siembra la oleaginosa para asegurarse un lote limpio y luego avanzar hacia el silo de maíz que destinará a los novillos
SALADILLO (De un enviado especial).- Las hectáreas de soja que Eduardo Bell hace en su establecimiento La Alameda tienen un fin claro: asegurar un lote limpio de gramilla para después poder ir hacia el silo, un recurso clave que contribuye a la terminación de los novillos y que, además, es un reaseguro frente a un escenario con una eventual inundación en la zona.
En líneas generales, aquí puede decirse que la oleaginosa está integrada a la ganadería, de igual modo que el maíz, contra la tendencia que han seguido otros productores, que dejaron las mejores tierras de sus establecimientos ganaderos para agricultura.
"Yo prefiero sacrificar márgenes agrícolas integrando la invernada, que me levanta el resto de la actividad. Sé que éste es un campo ganadero; quiero hacer una muy buena cría y la mejor invernada que se pueda, con la mayor cantidad de terneros", comentó.
En rigor, Bell tiene en cuenta el problema de los desbordes del Arroyo de Las Flores, que pueden complicar la producción. Por eso pretende ir hacia este planteo para disminuir los riesgos.
"Los campos propios son riesgosos para agricultura, por el tema de las inundaciones. No podemos darnos el lujo de tener las mejores hectáreas para cosecha", afirmó el productor ganadero.
Riesgos
Según explicó, hace unos años, cuando tenía algo más de agricultura, no pudo contar con las lomas ante una inundación, mientras que la producción de la hacienda comenzaba a retroceder.
Más allá del fin particular que tiene la soja que siembra el productor, en los últimos años las producciones del cultivo en la zona no han sido nada despreciables.
En efecto, en años normales han oscilado los 2500 kilos, con picos de 3000. En situaciones más difíciles los rendimientos fueron muy menores.
Durante la visita de LA NACION, Bell tenía en su establecimiento una soja del grupo IV sembrada en octubre. Le había aplicado una fertilización con 60 kilos de fosfato monoamónico por hectárea.
Aparte de tratar de darle un sentido a cada una de las cosas que lleva adelante en su campo, este productor ganadero tiene en claro el valor de contar con una buena capacitación de las personas que trabajan en el establecimiento.
En sintonía con esto, en el marco de las reuniones del CREA Arroyo de Las Flores su personal participa de distintas jornadas sobre temas que tienen un interés y un impacto sobre la producción.
Cursos
"Cada dos o tres meses realizamos cursos sobre temas como la atención en el parto, los trabajos en la manga y el manejo de los alambrados eléctricos. Traemos un especialista que le da una mano a nuestra gente, que también cuenta su experiencia", indicó el productor.
Este tipo de actividad es habitual en el caso de Bell. "Uno ve que la gente se pone la camiseta, aprende y se siente integrada a lo que uno ya viene haciendo", afirmó.
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