Pese al crecimiento de esta técnica, sólo el 17% de los productores la emplea
En los últimos años, la siembra directa ha tenido un crecimiento sostenido que permitió superar el 30 % de la superficie cultivada en el país. No obstante, representa apenas un 17% como sistema de producción permanente.
Al hablar durante una jornada de actualización técnica desarrollada por los CREA del norte de Santa Fe en San Justo, el consultor César Belloso sostuvo que "un sistema con tan pocas limitantes debería tener más adeptos", y enumeró los principios básicos que no se puede desconocer para lograr buenos resultados con la práctica.
- Olvidar mitos
La siembra directa "carga" en su haber con algunos mitos que no son tan reales en la práctica. Por ejemplo, se cree que demora al menos tres o cuatro años en mostrar resultados satisfactorios. Sin embargo, la experiencia muestra que cuanto más complicado es el ambiente, más rápidas son las respuestas y mayores las diferencias entre un lote de siembra directa y otro de siembra convencional en favor del primero.
Generalmente, las labranzas hacen más frágiles a los suelos, porque el laboreo les hace perder la estabilidad estructural.
- Mantener la convicción y una actitud positiva
Para ser exitoso en un sistema de siembra directa permanente hay que mantener la convicción. Es importante estar convencido de que se puede trabajar con un nuevo sistema de producción y de que es posible lograr una mejora en los rendimientos. Básicamente, esa actitud positiva se resume en: -Una adecuada planificación.
-Anticipación.
-Creatividad.
-Integración de prácticas.
La carencia de esa actitud define por qué un sistema de producción con tantas ventajas tiene aún tan baja adopción en nuestro país.
- Asegurar suficiente cobertura de rastrojos y planificar una rotación.
La siembra directa se define por dos características básicas: ausencia o mínima remoción de suelos y cobertura de rastrojos. Pero no es eso sólo. La ausencia de una adecuada rotación de cultivos se constituye en la principal limitante para alcanzar los beneficios del sistema. Algunos de los problemas que trae la carencia de rotación son:
-Aparición de malezas resistentes.
-Menor disponibilidad de humedad en el perfil.
-Disminución del contenido de materia orgánica y nutrientes con el paso del tiempo.
La rotación de cultivos y el cuidado de la materia orgánica son, probablemente, las dos llaves del éxito de la siembra directa y están íntimamente relacionadas entre sí: si no se planifica una buena rotación difícilmente se logre mantener o aumentar los niveles de materia orgánica.
- Alcanzar un correcto criterio de intensidad.
Normalmente, los productores ven a la rotación de cultivos como una posibilidad de diversidad, pero hay que considerar un concepto adicional: la intensidad. Esta permite llevar al máximo la cantidad de cultivos que se pueden instrumentar en una zona para acelerar el proceso de recuperación de lotes chacareados.
Si se tiene un lote con nitrógeno mineralizado y disponible, en la medida de que no es absorbido por un cultivo se pierde con una lluvia. En cambio, si se tiene un cultivo que lo absorbe, se transforma automáticamente en rastrojo que quedará para el próximo cultivo.
El beneficio que trae instrumentar una mayor intensidad es, por ejemplo, la generación de un crecimiento radical mayor.
Eso lleva, en el mediano plazo, a mayor porosidad y mejor estabilidad estructural, lo que se traduce finalmente en un mejor contenido hídrico. Así, la rueda del potencial productivo vuelve a ir hacia adelante.
- Instrumentar un estricto control de malezas.
En labranza convencional, el agricultor iniciaba el control de malezas a partir de la fecha de siembra. Luego hacía un control químico con algún herbicida y labores. Pero con la siembra directa desaparece el control mecánico.
Cuando llegan a la siembra directa, muchos siguen pensando, equivocadamente, en el control de malezas a partir del momento de siembra o inmediatamente antes. Pero las malezas no dicen "ahí pasa la sembradora, empecemos a germinar". Lo van haciendo según la época, la especie o las condiciones. Entonces, la fecha de siembra es una circunstancia muy importante desde el punto de vista del cultivo. Pero desde el punto de vista del control de malezas, hay que empezar ya desde la cosecha del cultivo anterior, optando por la combinación más económica con el fin de lograr el mejor resultado.
Para el control de malezas es importante tener en cuenta varios factores:
-La habilidad competitiva del cultivo.
-La elección de especies agresivas, concretamente de semilla vigorosa y de buen arranque.
-La reducción de la distancia entre surcos, aspecto fundamental sobre todo en años adversos, porque logra cerrar el cultivo antes y evita el enmalezamiento.
En otro orden, la siembra directa es un ambiente que puede dar lugar a una mayor susceptibilidad a enfermedades por el rastrojo en superficie. Pero la solución entonces es arar el lote, es pensar en la planificación de la rotación de cultivos para evitar eventuales problemas sanitarios.
- Considerar las lluvias efectivas.
Generalmente, todos los productores tienen en cuenta las lluvias anuales y en realidad lo que interesa específicamente son las lluvias para el cultivo que se está implantando o, eventualmente, para el año de producción.
Muchas veces, este punto lleva a confusiones. La clave está en ver cuál es la precipitación efectiva en cada campo, y en eso tiene mucho que ver la cobertura de rastrojos. Frecuentemente, la falta de aquélla hace que lo que se mide en el pluviómetro no esté efectivamente en el campo.
- Manejo para atenuar la compactación.
El "pero" que siempre tuvo la siembra directa es la compactación. Y la única solución es un adecuado supuesto forrajero para no echar mano, ante un error en el cálculo, a lo que tengo disponible en el momento, porque a la hacienda no se la puede llevar a otro campo.