De buena fuente. Mejores perspectivas para la agricultura
"Si hubiera que definir el ciclo agrícola 2000/2001 se podría decir que no va ser brillante ni mucho menos, pero se presenta mejor que el anterior porque las cotizaciones esperadas son mayores, hay más campos para alquilar y a menores precios", definió Juan Avellaneda, productor de Teodelina (Buenos Aires) y María Teresa (Santa Fe), y responsable de un pool de siembra, al analizar la actividad teniendo como telón de fondo los altibajos provocados por los pronósticos climáticos en el mercado en Chicago.
Para avalar lo indicado afirmó que durante esta semana se podían concertar ventas futuras de maíz para abril de 2001 a 95/97 dólares por tonelada y de soja mayo 2001 por 185/190, muy por encima de los valores ofrecidos al momento de siembra y de cosecha de la última campaña. Muchos productores dirán que estas cotizaciones son momentáneas, producto de la volatilidad del mercado, y que luego, si se normalizan las lluvias en los Estados Unidos, pueden bajar, pero también deben admitir que estos precios se pueden asegurar mediante una simple operación en el mercado de futuros.
"Hasta hace 15 días tenía pocas ganas de interesar a inversores para desarrollar un negocio agrícola que no prometía ganancias en campos de terceros, pero los rallies de precios de los últimos días me han hecho revisar esa actitud, sobre todo en lo referido a soja y maíz", explicó Avellaneda. Este empresario ya vendió con forwards el 15% de su cosecha prevista para el ciclo 2000/2001: "Aproveché el día que se ofrecía maíz a 97 dólares y soja a 191; con esos precios se pueden desarrollar planteos agrícolas de rentabilidad razonable", resumió.
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Mientras tanto, no han terminado las penurias de los productores de soja de segunda siembra. El tiempo mejoró, los pronósticos para los próximos días son alentadores, pero la cosecha del principal cultivo de nuestro país, por superficie y valor, no termina y sigue pendiente del Tata Dios en los próximos días.
Lorenzo Amelotti, productor de Santa Isabel, que hasta mediados de semana no había podido trillar ni una hectárea de la oleaginosa, sostiene que en ese sentido "los productores argentinos también somos climadependientes, como los norteamericanos".
El empresario vio que en las últimas semanas las plantas de soja van tomando una tonalidad negruzca y que sufrirán una pérdida respecto del rinde inicial esperado, que se ubicaba alrededor del promedio histórico o levemente por debajo -según zonas- debido a insuficiente humedad durante el ciclo del cultivo.
Juan Avellaneda tuvo más suerte. Empezó a trillar sus cultivos santafecinos el martes, pero con muy alta humedad: de 19 a 22% según lotes y cultivares, que obligaron a pasar el grano por la secadora. Este agricultor afirma que "hay que luchar contra la niebla que se levanta recién a media mañana y admite que sólo cuenta con el piso justo para transitar con las tolvas cargadas". Además, advierte que el grano que todavía queda en planta se está manchando y que eso anula la posibilidad de destinarlo a semilla.
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"Es cierto, el precio de la hacienda mejoró; con los valores actuales la ganadería vuelve a ser atractiva. Pero hay que ver quién puede aprovechar estos precios: hubo una segunda camada de desarme de los planteos mixtos durante el año último, en función del alto costo de reposición que enfrentaban los invernadores. Y eso determina que muy pocos estén en carrera por los mejores precios que muestra el año 2000", afirmó un asesor que atiende varios campos en el oeste de Buenos Aires.
Y el otro problema es el aumento de los gastos fijos. "Durante muchos años desarrollamos una actividad ganadera rentable con 70 centavos por kilo. Pero hoy ese valor no alcanza para hacer frente a los retiros de la misma empresa familiar. Muchos servicios se han privatizado, pero el costo no baja, surgen nuevos gastos personales y todo eso incide de manera negativa en la economía de los campos exclusivamente ganaderos", concluyó.
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