Así como las entidades gremiales intentan mantenerse unidas más allá de las diferencias, las que reúnen a las cadenas por cultivo han demostrado esta semana que también pueden hacerse oír juntas.
Públicamente pidieron la reducción o eliminación de las retenciones a los granos y sus derivados "para incentivar la rotación de cultivos con de gramíneas y oleaginosos y para generar inversiones en cada uno de los sectores".
Acsoja, ArgenTrigo, Asagir y Maizar enfatizaron que la rebaja o eliminación de las retenciones provocaría un mínimo o nulo impacto fiscal, ya que la caída de ingresos por derechos de exportación se compensaría con el pago de otros tributos en el nivel provincial o municipal al generarse mayor actividad económica.
Aunque de tono medido, la declaración no deja de tener un cierto grado de audacia porque parece que, últimamente, la cuestión de las retenciones se ha vuelto un tema tabú.
El Estado se encamina a un déficit fiscal y toda propuesta que se haga para bajar impuestos puede sonar a herejía. Sin embargo, para 2010 la cuestión de las retenciones inevitablemente deberá estar en el centro de la escena si se pretende discutir la rentabilidad del agro y las consecuencias de seguir apostando a un modelo en el que la soja es la única salida.
La dramática caída en el área sembrada del trigo, el maíz y el girasol no puede atribuirse sólo al mal tiempo. La intervención en el mercado que promueve el Gobierno se tradujo en caídas de la producción y del área sembrada de los cultivos.
Las entidades por cadena también expresaron que hay que recuperar los mercados de futuro y dinamizar los contratos de entregas a futuro. "Contar con licencias automáticas de exportación y con registros de exportación abiertos todo el año sin restricciones y en un marco competitivo serían señales clave en ese sentido", dijeron las entidades en la declaración.
"Con registros abiertos y sin intervención de mercados nunca faltó el abastecimiento del mercado interno", recordaron.
En otras palabras, no se está descubriendo nada nuevo, sino, simplemente, se recuerda lo que ha demostrado haber funcionado para atraer inversiones y mejorar la productividad.
Desde el Ministerio de Agricultura se está reavivando la idea de crear un Instituto de Trigo y de Maíz, a semejanza de la Junta Nacional de Granos, para, supuestamente, asegurar el precio pleno al productor y abastecer el mercado interno. ¿El mismo Estado que en los últimos tres años intervino de manera irregular en el mercado será el que asegure la transparencia y la competencia entre los exportadores y la industria? ¿El mismo Gobierno que no se preocupa por llegar a un consenso para resolver los problemas sino que impone sus criterios más allá de lo que opine cada uno será el que le de un marco institucional a la intervención del Estado en el mercado? Son muchos los interrogantes que se plantean como para aceptar una propuesta semejante a libro cerrado.
"La solución es bastante sencilla: con los registros abiertos y los mercados de futuro nunca faltó grano para el mercado interno", recordó Santiago del Solar, presidente de Maizar. En esta entidad, cabe recordar, también participa la industria avícola a la que en más de una oportunidad se la ha señalado como favorecida por las políticas oficiales. "Toda la cadena está preocupada por la caída de la producción", recuerda Del Solar y añade: "todos quieren estar rodeados de un mar de maíz, nadie quiere ir a buscarlo lejos". Si el Gobierno dice que quiere agregar más valor a la producción primaria -la conversión de grano en carne o leche lo es- no podrá conseguirlo si cada vez hay menos incentivos y mercados regulados.
"En dos años la demanda mundial de maíz creció en 32 millones de toneladas y va a seguir aumentando; esa es una oportunidad que la Argentina no se puede perder", afirma el presidente de Maizar. En vez de maíz se podría escribir trigo o girasol y la descripción sería la misma.
Sólo las lluvias que están cayendo en lugares donde hacía falta agua están aliviando los ánimos y permiten esperar para 2010 una campaña gruesa mejor que la de este año. Las alquimias que se elucubran en los despachos oficiales no dejan lugar al optimismo.
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