
Parece contradictorio que, a las presentaciones que hacen los especialistas señalando el fenomenal futuro que se augura a nuestra ganadería, las empresas que venden semen tienen que venderlo casi al costo, lo que denota la clara falta de rentabilidad en la cría que no entusiasma a que se incorpore más masivamente una herramienta tan probada como la inseminación artificial.
El semen que aquí se vende a 200 pesos (promociones en Palermo 2019; valores pre-devaluación) o sea menos de 5 dólares por pajuela, en Uruguay no vale menos de 12/15 dólares y en los Estados Unidos, nunca menos de 25 dólares.
El preocupante estancamiento de nuestra producción pecuaria y la falta de incorporación de tecnología está directamente relacionado con la falta de rentabilidad de la cría.
Esta y ninguna otra es la explicación de nuestros índices de preñez y destete, que rondan los 60/65 terneros por cada 100 vacas en el nivel nacional, mientras que, por ejemplo, según la última encuesta del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), en Uruguay ya se acercan a los 80 terneros.
Entonces, claro, aparecen todo tipo de explicaciones: que es un negocio de largo plazo, mientras que en la agricultura se puede "entrar y salir" en seis meses, o que en la ganadería se precisan muchos (no menos de tres pero mejor de cinco a diez) para entrar y medir resultados en varias temporadas. Podríamos y de hecho lo venimos haciendo escribir toneladas de papel ensayando explicaciones de por qué funciona tan bien la agricultura y tan mal nuestra ganadería.
"¡Es la renta estúpido!", se diría, parafraseando aquella expresión de un expresidente de los Estados Unidos.
Pero bueno, como la volatilidad de la macroeconomía no la vamos a cambiar desde el campo, tenemos que echar mano a lo que podamos hacer concretamente dentro del sector y para lo que no tenemos que consensuar con nadie. No hay muchas cosas que se puedan incluir en esta categoría, pero hay una que se presenta justo ahora y que no debiéramos desaprovechar: la exportación de terneros machos enteros en pie a Turquía, tal como lo hacen los uruguayos y los brasileños.
Cientos de miles de terneros viajan en barco todos los años, exportación que le pone un piso al precio del ternero, que es lo que el criador argentino necesita. No podemos seguir cautivos de los feedlots ni de la industria. Es necesario abrir la competencia y que el precio surja de la puja de los sectores intervinientes. Tal cual como pasa con el trigo, el maíz o con cualquier otro producto que se produce en el país y en un porcentaje se exporta. No hay ningún motivo para que la industria se oponga a una medida como esta. Sería tan fuera de lugar como si la molinería de trigo se opusieran a que se exporte trigo: a nadie se le ocurre.
Tiempo de decisiones
Muy bien, entonces, se debe allanar el camino rápidamente para que a partir del destete de 2020 quede habilitada esta posibilidad y el momento es ahora que está por empezar la parición, ya que habrá que dejar de capar algunos lotes apostando a ese mercado?¡pero el momento es ahora!
Si nos demoramos dos meses vamos a perder un año entero. Un trabajo urgente para las autoridades del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación y para los representantes del campo. Vayamos al centro del problema: démosle más renta a la cría. Sin una cría rentable no hay futuro ganadero, por mucho que se mueran los cerdos chinos.
El autor es productor agropecuario
Arturo Vierheler
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