Una de las paradojas del comercio internacional es que los países avanzados son los que dominan el mercado agrícola.
Por encima de la lógica, tanto los Estados Unidos como la Unión Europea protegen férreamente su agricultura. "Haz lo que diga, pero no lo que haga" parece ser su máxima comercial.
Este proteccionismo es un claro ejemplo de lo que significa una desproporcionada relación de fuerzas. Pese a ello, los países subdesarrollados no tienen por qué ser siempre los perdedores.
Tomando al mundo tal cual es, resulta posible encontrar caminos de progreso.
Estrategia de lucha
Cuando David enfrentó a Goliat no basó su estrategia de lucha en llorar por la desproporción frente al público; por el contrario, concentró su atención en su propia habilidad y dejó que la autosuficiencia del gigante se convirtiera en debilidad.
De la misma manera, la Argentina tiene, a través de pacientes negociaciones, grandes oportunidades comerciales.
Hasta 1995, el antiguo GATT, dominado por los países avanzados, no permitía mayor espacio de decisión a los subdesarrollados.
Fundada para reemplazar a este organismo, la Organización Mundial de Comercio (OMC) es más democrática pues opera por el consenso de sus 148 miembros.
La reciente conferencia ministerial de la OMC, en Cancún, fue un fracaso. Y el gran perjudicado fue la OMC en sí misma. Con participantes cuyas posturas resultaron tan diversas y con tan escasas motivaciones para flexibilizarlas, el resultado negativo no se hizo esperar.
El centro de atención de la conferencia fue el G-22, integrado por los países subdesarrollados que rechazan los subsidios.
Liderado por Brasil, China e India, este grupo (donde está la Argentina) representa el 50 por ciento de la población mundial y el 65 por ciento de los agricultores del mundo.
Pero, obviamente, sólo son un número reducido de los 148 miembros. El grupo decidió no avanzar en ningún acuerdo si los países más desarrollados no abrían sus mercados.
¿Países ricos versus pobres? A consecuencia, la falta de concesiones procedentes tanto de un lado como de otro, lo que ahora está en peligro es el futuro mismo de la OMC.
Liderazgo argentino
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EE.UU. es partidaria de acuerdos bilaterales y regionales. Por este camino, los países subdesarrollados pasarían a tener menos fuerza que la que poseen dentro de la OMC.
Una potencial fractura del comercio global más el creciente sentimiento proteccionista de EE.UU. ponen un manto de sombra sobre la liberalización.
Por el acuerdo de Blair House (1992) realizado entre Estados Unidos y la UE, se detuvo la expansión de las oleaginosas en el bloque europeo y se establecieron las bases del escalonamiento arancelario.
Este escalonamiento favorece la importación de materias primas y traba el ingreso -con derechos de importación crecientes- de productos industrializados. Tal estrategia colaboró decisivamente en el crecimiento de la soja y el girasol en el Mercosur.
La UE deseaba comenzar a virar desde su posición fuerte en cereales de invierno -donde es superavitaria- hacia una mayor presencia en harinas proteicas rubro donde tiene déficits. Antes de Blair House y los acuerdos de Marrakesh (Marruecos, 1994) la Argentina producía 12 millones de toneladas de soja.
Hoy produce 37 millones. Brasil producía 25 y ahora pasa las 50. Resulta claro que no todo es malo en el campo de la negociación.
A partir de Marrakesh, la Argentina comenzó a recibir capitales privados de la industria oleaginosa internacional.
Empresas multinacionales realizaron enormes inversiones en los puertos del Paraná.
Se construyó la planta de prensado más grande del mundo. Hoy nadie duda del liderazgo argentino en el comercio mundial de subproductos oleaginosos.
Luz de alarma
Desde hace ya algún tiempo, hay una evidente proliferación de pactos bilaterales o regionales, que se superponen a las normas del organismo.
La luz de alarma se ha encendido. A nadie le conviene que la OMC vaya cayendo en desgracia. A la Argentina menos.
Ella debe luchar para que los arreglos del comercio se mantengan en la órbita multilateral de la OMC.
Y con oriental paciencia, hacer un gravitante aporte para abrir el camino occidental del libre comercio.
El autor es economista, autor de "La Argentina agrícola, un país que niega su destino".