Los resultados compensan la inversión
La soja tiene elevados requerimientos de nitrógeno y la disponibilidad de ese nutriente durante el ciclo del cultivo es el principal factor limitante del rendimiento.
Según explicó Juan Bologna, gerente de marketing de Palaversich, esta oleaginosa se asocia con bacterias que forman nódulos en la planta capaces de fijar nitrógeno del aire a través de la fijación simbiótica. El objetivo de la inoculación es lograr una nodulación eficiente, reduciendo y complementando el uso de fertilizante nitrogenado. Esto se logra usando un inoculante que asegure altas concentraciones de bacterias seleccionadas, altamente infectivas. Ante la expansión del área sembrada con siembra directa, se ha comprobado que el uso de semillas inoculadas es un factor fundamental para el logro de altos rindes.
La generalizada creencia es que en lotes que vienen de soja existen poblaciones de bacterias fijadoras de nitrógeno que se naturalizan en el suelo, esto es real pero su capacidad fijadora de nitrógeno es escasa. Por lo tanto debe inocularse.
Por otra parte, factores ambientales tales como períodos prolongados de anegamiento como los observados durante esta primavera en la región pampeana determinan una alta mortalidad de las bacterias presentes en el suelo.
Estas condiciones también han determinado elevadas pérdidas de nitrógeno del suelo, por lo tanto en esta campaña debe inocularse la semilla.
La inoculación es una inversión muy rentable: 3 pesos por hectárea puede resultar en una producción de 280 kilogramos de nitrógeno extraído del aire por un valor de 75 pesos por hectárea. La combinación de inoculante con fungicida es la variable de mayor impacto económico en el cultivo de soja ya que esta técnica aumenta la probabilidad de obtener una buena implantación y altos rindes, con muy bajos costos.