El clúster de Venado Tuerto apunta a las innovaciones para mercados específicos con innovaciones como la carinata y un tipo de sorgo
VENADO TUERTO.- ¿Qué tienen en común el combustible para los aviones y un licor que se bebe en la China? A simple vista, nada. Sin embargo, quien recorra esta parte del sur de la provincia de Santa Fe descubrirá que tienen un punto en común: el clúster semillero.
Dos innovaciones que se están desarrollando en el nodo norte de ese racimo de empresas que apuntan a la innovación, a la creación de trabajo y a la sostenibilidad dan cuenta de las últimas tendencias tecnológicas del campo argentino.
En el marco de una visita organizada por la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA), que incluyó la presencia del ministro de Agricultura, Julián Domínguez, y el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, entre otros, se presentaron dos logros de la industria semillera.
Uno de ellos es la brassica carinata, o simplemente, carinata, que la firma Nuseed está impulsando en la Argentina y Uruguay para el desarrollo de biocombustibles de segunda generación, que no ingresa en el mercado de aceites comestibles, para su mezcla con el combustible para aviones. El otro es el sorgo granífero resistente a herbicidas, desarrollado por Advanta, que tiene como destino principal, para su fermentación, la elaboración del licor baijiú, de alta demanda en China.
Sebastián Bravo, gerente de Innovación y Desarrollo de Nuseed, explica que la carinata es una oleaginosa de la familia de la canola de la que se puede extraer mediante prensado un 48% de aceite y un 48% para harinas de consumo animal.
“Es cultivo de cobertura y, al mismo tiempo, de renta”, señala en referencia a que puede ingresar en planteos productivos que apunten a mejorar la materia orgánica de los suelos y a evitar la propagación de malezas. Con la altura que alcanza y escaso espacio entre las plantas otorga una cobertura que a las especies invasoras se les hace difícil crecer.
Otra de las ventajas agronómicas que destaca Bravo es la raíz pivotante, ideal para los suelos como los de la provincia de Entre Ríos, que llegan hasta los 70 centímetros y favorece con macroporos la absorción del agua y el desarrollo de materia orgánica. Afirma que se han obtenido rendimientos de 2500 kilos por hectárea y que el cultivo es un óptimo antecesor para la soja o el maíz. Además sostiene que es adaptable en una zona agroecológica que va desde el Chaco hasta el sur de Santa Fe y Entre Ríos.
En materia ambiental, Bravo señala que la carinata favorece el aumento de la población de abejas. “Es ideal para la instalación de colmenas en zonas próximas”, sostiene.
Según los datos de Nuseed, ya hay sembradas con carinata unas 10.000 hectáreas en la Argentina y otras tantas en Uruguay y que a largo plazo, la proyección es alcanzar un millón de hectáreas en diez años.
El modelo de producción es de integración con trazabilidad, ya que la compañía compra la cosecha y luego la exporta a Francia. Respecto del destino para molienda, Bravo señala que esperan alcanzar un mayor volumen de producción en el corto plazo para que las plantas instaladas puedan procesarla y producir aceite y harinas proteicas.
En cuanto al uso como combustible para aviones, informó que dos compañías como Qantas y American Airlines ya mostraron interés en la carinata para utilizarlo en las mezclas con primeras pruebas que resultaron exitosas. “Con el biocombustible pueden apuntar al objetivo de la neutralidad de carbono”, señala. El programa prevé incluye la medición de las capturas de dióxido de carbono que realizan los cultivos. A su vez, incorporan zonas de producción sin deforestación con anterioridad a la ley de bosques.
Respecto de la cotización de la carinata, explica que se relaciona con la valuación del mercado de colza en el que pueden tomarse cobertura de precios.
Mutagénesis
El desarrollo del sorgo de Advanta, conocido como igrowth, fue producto de una innovación de la compañía mediante una mutagénesis que le confirió tolerancia a herbicidas de la familia de las imidazolinonas, según explica Tomás Sundblad, director de Desarrollo y Licencias de la firma.
“Fuimos los primeros en desarrollar esta tecnología”, señala. En el primer año, en 2018, se sembraron 50.000 hectáreas y en la campaña siguiente se llegó a 120.000 hectáreas.
Tras varios años de investigación, que tenía como objetivo lograr un cultivo de alto rendimiento con resistencia a herbicidas, se llegó a líneas de élite que cumplieron con el objetivo propuesto. “La que se detectó a campo no produce signos de fitotoxicidad, no hay amarillamiento ni pérdida de rendimiento y es muy segura con el uso de herbicidas imidazolinonas”, señaló.
El desarrollo tecnológico coincidió con la firma de acuerdos sanitarios con China que permitieron el crecimiento de la demanda del cultivo de este grano que ya venía experimentando un aumento en el país para el destino forrajero.
“Buscamos potenciar el cultivo de sorgo”, dijo Sundlad. En un informe de la compañía, se recuerda que el sorgo, como uno de los principales granos de destino forrajero, “desde siempre ha presentado una limitante a la hora del eficiente control de malezas, no permitiendo al cultivo expresar el potencial de rendimiento en grano y materia seca”. Y sostiene que esta nueva tecnología, el “manejo del cultivo se volvió más eficiente”.
Sundblad destaca que por la mejora para su manejo el sorgo ya se siembra en suelos clase uno como los de Chivilcoy o de Pergamino y que en la actualidad se estima que hay unas 500.000 hectáreas sembradas, casi el 50% de la superficie nacional, con estos materiales. Por la sequía no hubo condiciones para producir más semilla, explicó Sundblad.
“En China hay una gran demanda por este sorgo porque tiene un alto contenido de taninos, ideal para elaborar el licor baijiú”, señala.
Por su parte, Pablo de Lafuente, gerente general y presidente de Advanta para Latinoamérica explicó que la tecnología creada en el país “ya se exporta a Brasil, México, India, Estados Unidos, Australia, Uruguay, Paraguay y Bolivia, lo que permitirá un aumento sustancial de las exportaciones de semilla a más de 20 países”.
Inversiones
“El desarrollo de una variedad o híbrido puede llevar entre seis y ocho años en la industria de semillas”, señala Beatriz Juliá, gerenta Comercial y de Marketing de Nuseed en referencia al trabajo que va desde el laboratorio y los ensayos a campo hasta su lanzamiento al circuito comercial.
En esa síntesis explica el potencial del clúster semillero que abarca centros de investigación y desarrollo y plantas de procesamiento. “Son 160.000 hectáreas en las que se producen unas dos millones de bolsas de semilla certificada”, destacó Alfredo Paseyro, director ejecutivo de SA sobre el clúster semillero del sur de Santa Fe. Dijo que la industria apuesta a la generación de puestos de trabajo, la innovación y la sostenibilidad.
El directivo de ASA hizo hincapié en que la industria semillera argentina tiene un gran potencial en el desarrollo de variedades para legumbres y hortalizas. En cuanto a los puestos de trabajo hay dos características bien definidas. Por un lado, la industria desarrolla infraestructura para mejorar las condiciones de trabajo del personal temporario que realiza las tareas de campo y, por otro, apunta a crear puestos cada vez más calificados.
De allí que, explican, aumente la demanda de investigadores. Como ejemplo de la mejora de los puestos de trabajo, el presidente de Advanta Latinoamérica, Pablo de Lafuente, contó que están desarrollando un programa social en Santiago del Estero para las personas que forman parte del trabajo temporario de la compañía. En cuanto a las inversiones, Advanta está aplicando un plan por US$5 millones para ampliar la capacidad instalada para la producción de semillas de girasol, sorgo y maíz en su planta de Murphy con tres nuevas líneas de proceso. También, para tener como producto final el tratamiento profesional de semillas. A su vez, hubo una ampliación del laboratorio de calidad fisiológica para capturar un mayor volumen de muestras.
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