El mercado de la soja tiene claramente una visión ambivalente. Por un lado la cuestión local y por el otro, el panorama global. Pero estas dos realidades que tiene la oleaginosa corren a velocidades diferentes. Mientras que el debate por el nivel de derechos de exportación a los que finalmente tiene que arribar este producto se define en relativamente poco tiempo, los fundamentos de la plaza internacional resultan ser mucho más estructurales.
Respecto del primer tema, la mejor definición la dio el flamante ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, en el debate sobre la Ley de Emergencia Económica, que al momento de redactarse la presente columna se estaba dando en la Cámara de Diputados. En palabras del propio ministro, con la ley que estaría por aprobarse faculta al Poder Ejecutivo a "modificar las alícuotas de los derechos de exportación hasta un nivel máximo del 33 por ciento".
Fue también el propio funcionario el que agregó "que no necesariamente el impuesto, en el caso de la soja llegaría a esos niveles".
Teniendo en cuenta estas consideraciones, y a sabiendas que la oleaginosa es el producto que más necesita exportar la Argentina, la incertidumbre que se generó entre las PASO y la asunción del actual Gobierno ya está totalmente despejada. Por el momento para generar mayores dudas se debería volver a modificar el proyecto de Ley que actualmente se está debatiendo.
Panorama internacional
Despejada la incertidumbre interna, al productor argentino solo le queda concentrarse cada vez más en el devenir del mercado internacional. Y, en este sentido, las noticias hasta el momento resultan bastante promisorias. El reciente acuerdo de "fase uno" entre los gobiernos de Estados Unidos y de China, en el marco de la guerra comercial, comienza a destrabar el enorme lastre que tenían las cotizaciones de la oleaginosa en la plaza de Chicago.
De ser así, y en la medida en que China cumpla con la promesa de adquirir alimentos estadounidenses por entre 40.000 y 50.000 millones de dólares (ellos comprarían comida por más o menos lo que la Argentina le debe al Fondo Monetario Internacional), la situación de los precios sería muy diferente.
Con 11,6 por ciento de relación stock/consumo en la campaña 2019/2020 para el poroto de soja estadounidense, cualquier incremento en las exportaciones podría poner a las existencias en dicho país en niveles notoriamente bajos. Ello debiera generar también un nivel de precios tal que logre racionar la demanda.
No está de más advertir que la cosecha en Sudamérica no debería tener ningún tipo de contratiempo y, a la luz de la situación climática actual, tanto en Brasil como en la Argentina, eso está por verse. Con este panorama, como versa el dicho: "Dejen que el carro se ponga en movimiento, que los melones se acomodan solos". ¡Felices Fiestas!
El autor es socio de Nóvitas SA