Por Héctor Müller De la Redacción de LA NACION
Se leyó en los diarios del fin de semana último que los Estados Unidos reclamaban un plan a diez años como condición para aprobar una ayuda financiera a la Argentina. El país del Norte exigía, en definitiva, que se definiera en detalle cómo hará la Argentina para mantener el déficit cero, crecer y pagar la deuda en el largo plazo.
Se comentó que la estrategia de los Estados Unidos se basaba en la intención de su presidente, George Bush, de que la Argentina fuera un país "sostenible". Para ello se discutían objetivos económicos hasta 2010, lo que daría más soporte a nuestro país.
Hasta el mismo secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Paul O´Neill, por lo general duro en sus manifestaciones, sostuvo: "Trabajamos para encontrar la manera de crear una Argentina sostenible".
Según el viceministro argentino, Daniel Marx, la nueva visión internacional que posee el gobierno republicano tiene como uno de los conceptos centrales el de la sustentabilidad. Su análisis dentro de un programa es cada vez más importante.
Nos guste o no, es así: se verá cuáles serán los resultados. No obstante, queda espacio para la reflexión sobre la base de la palabra sustentabilidad -o, lo que es lo mismo, mantenerse en el tiempo-.
No es ajeno
En la Argentina, y sobre todo en el campo, su significado no es ajeno en absoluto para gran parte del sector. Quizá faltará incluirla en la economía en general, pero el agro, o una gran parte de él, ya la introdujo en la práctica agrícola con muy buenos resultados y con absoluta claridad respecto de su importancia creciente en la producción de alimentos.
En el reciente 9º Congreso Nacional de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), se presentó, entre otros, un trabajo del ingeniero Roberto Peiretti, productor y vocal titular de la entidad, en el que se refiere a la globalización y la agricultura sustentable.
Según el especialista, continuando con las acciones delineadas dentro del contexto institucional de la entidad, a principios de año participó, en Inglaterra, del encuentro denominado "Reduciendo la pobreza a través de la sustentabilidad". Durante la reunión se discutió su posible función en su más amplio sentido como medio para mitigar la pobreza y el hambre del mundo.
El encuentro fue organizado por un esfuerzo conjunto de la Universidad de Essex UK y el departamento de Desarrollo Internacional del Gobierno Británico (DFID), y fue auspiciado y promovido por el príncipe Carlos, quien además de ofrecer su residencia privada, el palacio Saint James, de la ciudad de Londres, participó activamente en los debates.
Análisis de proyectos
La reunión tuvo como base los datos de un estudio liderado por el doctor Jule Pretty, de la Universidad de Essex UK. Según Peiretti, el estudio consistió en un análisis de más de doscientos poyectos de desarrollo pertenecientes a 52 países. Todos apuntaron a un impacto positivo sobre la disminución de la pobreza y el hambre dentro de un marco de sustentabilidad del proceso de producción de alimentos. Sumando las hectáreas de aquellos proyectos que fueron considerados exitosos en el estudio, se alcanzó un número que sobrepasó los 30 millones.
Lo llamativo de esta cuestión fue que entre la Argentina y Brasil, los únicos dos países de América directamente representados en el encuentro, capitalizaban más de 22 millones de esos 30 millones, con lo cual una vez más quedó demostrado que junto con otros países, como los Estados Unidos, Canadá, Australia y otros de América del Sur, como por ejemplo, Chile, Paraguay y Uruguay, se está liderando este cambio del sistema agroproductivo que representa la siembra directa y que hoy se utiliza en alrededor de 60 millones de hectáreas en todo el planeta.
Logros significativos
Durante su participación, Peiretti trató de mostrar lo que se ha avanzado en nuestro país en la instrumentación de soluciones realistas y aplicables frente a los problemas analizados durante el encuentro.
Así presentó el sistema de siembra directa apoyado en el uso máximo y sensato de todas las tecnologías de última generación incluyendo la biotecnología, los conceptos de manejo integrado de plagas, la nutrición del suelo, etcétera.
Puso énfasis, en general, en el hecho de que este sistema de producción permite generar una más humanitaria y amigable relación entre el hombre con sus semejantes y con el medio ambiente, especialmente en lo referido a la satisfacción de sus necesidades básicas, dentro de las cuales la alimentación aparece en primera línea.
Biotecnología
Y dentro de este aspecto de la alimentación, muchos especialistas agregan a la sustentabilidad los avances en biotecnología. Aunque ya fue escrito en esta misma columna, conviene insistir en el tema.
Durante el 2º Seminario de Biotecnología desarrollado en Mar del Plata y organizado en forma conjunta por el Centro de Estudios Latinoamericanos David Rockefeller de la Universidad de Harvard (Drclas) y Aapresid, Juan Izquierdo, oficial regional de Producción Vegetal para América latina de la FAO, sostuvo que la agricultura tiene que prepararse para alimentar 7500 millones de personas en 2020. Para 2025 será necesario producir 7300 millones de toneladas de alimentos; para 2030, el monto deberá elevarse a 9300 millones de toneladas.
Para Izquierdo es todo un desafío que recae sobre la biotecnología para atacar la desnutrición.