En el sur de Córdoba, Gabriel Tellería maneja unas 10.000 hectáreas apuntando a la fertilización variable y a la densidad; el maíz es el centro de la estrategia
ALEJANDRO ROCA, Córdoba.- Acompañado por una computadora conectada a un sistema de guía por GPS, Gabriel Tellería "navega" por un lote de maíz como si estuviera utilizando Internet. Va de una a otra parte del potrero mientras sigue el mapa de rendimiento de la campaña anterior.
Esta escena, que desde hace cinco campañas se ha vuelto habitual en su vida, representa la primera parte de una actividad en la cual hoy deposita sus fichas como productor y asesor: la agricultura de precisión. Una tecnología que, a partir de la interpretación de ese mapa de rendimiento, luego utiliza para un objetivo ambicioso: manejar la variabilidad en el lote. O, si se quiere, "el sueño de cualquier ingeniero agrónomo o productor", según resumió en un alto de la recorrida por este potrero, que presenta un terreno fértil para esta técnica, con lomas, media lomas y bajos que reflejan una diferente condición y permiten realizar lo que se denomina un manejo sitio específico.
Convencido de que ha elegido un camino sin retorno, hoy maneja alrededor de 10.000 hectáreas con agricultura de precisión en esta zona, distante a unos 70 kilómetros de Río Cuarto, donde está su base de operaciones del estudio agronómico A&T, que tiene en sociedad.
Con el maíz como cabecera de esta experiencia, a la que también se suma el trigo, en su caso la tecnología asoma a través de dos aspectos clave: la fertilización con dosis variable y la densidad variable. Se trata de dos ítem importantes para una región que, después de tener ganadería en un 70% y agricultura en un 30%, dio vuelta esos porcentajes de la mano de la siembra directa y logró más estabilidad productiva frente a ciertas características naturales, como la baja capacidad de retención en los suelos y la fuerte dependencia de las lluvias, que rondan los 800 milímetros por año. Mientras la agricultura aquí avanzó, los promedios de rinde en soja saltaron a 28/30 quintales, los de maíz se incrementaron a 80/90, mientras que el trigo aumentó sus promedios también de 28 a 30 quintales. Antes del cambio del sistema, al que le siguieron las mejoras genéticas y la generalización de prácticas como la fertilización, los rendimientos de los cultivos solían ser hasta un 50% inferiores.
"La agricultura de precisión no va a ocasionar un cambio tan drástico como la siembra directa, con el hito de producir sin arar; requiere el uso de herramientas y conocimientos sofisticados y de un apoyo técnico. Sin embargo, la tecnología está en pleno desarrollo y va a servir para manejar la variabilidad", opinó Tellería.
Esto es lo que empezó a hacer, allá por la campaña 1998/1999, cuando observaba en el mismo lote rendimientos que iban desde los 8000 a los 12.000 kilos por hectárea o que luego bajaban a los 5000 kilos por hectárea. Había promedios que subían o caían, sin demasiados sobresaltos, un 40 por ciento.
En términos sencillos, hoy ya dejó atrás los promedios, pasó a trabajar con la variabilidad dentro del lote para achicar diferencias en el rendimiento y a manejar entre 2 y 4 ambientes dentro de un mismo potrero y no ya uno solo.
Pero, además, comenzó a vislumbrar un rédito económico, por un uso más eficiente de los recursos. "Por ajustes en el manejo, a partir de la agricultura de precisión con maíz se puede alcanzar una ganancia de entre 10 y 50 dólares por hectárea. En ensayos realizados tuvimos reportes de ganancias de entre 22 y 27 dólares por hectárea", dijo.
Sin demasiadas vueltas, cree que es posible ganar aplicando en cada zona la cantidad necesaria de fertilizantes, incrementándola donde hay más respuestas y menos si no es factible esperar grandes resultados. De esta manera, se optimiza la inversión en la nutrición. Esto también es válido para aquellas situaciones donde, por más fertilizantes y densidades que se usen, no se puede alcanzar el objetivo buscado.
"Hay cosas que aquí no puedo corregir, como el porcentaje de arena en el suelo. Pero si en la loma hay menos fósforo (entre 10 y 14 ppm) y más en el bajo (entre 15 y 30 ppm), a la hora de fertilizar puedo poner más en la loma y menos en el bajo. Lo que se ahorra en insumos se puede poner en un sector más pobre que responde al fertilizante", indicó.
Rangos de fertilización
Más que pensar en dosis, Tellería y Martín Artigue y Federico Espina, sus colaboradores en el estudio agronómico A&T, tienen en mente rangos de fertilización y de densidad variable.
"En este sentido, en urea manejamos de 50 a 250 kilos y en fósforo entre 50 y 200 kilos de fosfato monoamónico", explicó Tellería. "Pensamos en rangos de fertilización", repitió Espina.
Al momento de la visita de este enviado, los técnicos estaban sacando muestras para refertilizar el maíz con dosis variable de urea o UAN, en este último caso chorreado entre los surcos con la pulverizadora autopropulsada.
A la agricultura de precisión no sólo la capitaliza el maíz o el trigo. En rigor, como todo el lote está bajo esta técnica, la aprovecha la soja que viene detrás.
Muy atrás en el tiempo ha quedado el momento en que Tellería dio el puntapié inicial en el manejo de la variabilidad. Eso fue en la campaña 1998/1999, cuando, al no disponer de una máquina para dosis variable de fertilizantes, decidió seguir una recomendación de Antonio Mallarino, de la Universidad de Iowa, y aplicó el fósforo al voleo, en invierno, previo a la siembra del cultivo de maíz. "Debido a que sabíamos que había variabilidad, primero tiramos el fertilizante al voleo donde había menos fósforo y luego aplicamos una dosis uniforme para todo el lote (al costado de la línea de siembra); tuvimos entre 3 y 9 quintales más de maíz por haber hecho eso al voleo", comentó.
De ahí en más, se lanzó de lleno a la agricultura de precisión, procurando que los contratistas y productores que trabajan con él equiparan sus máquinas.
Igual que en el caso de la fertilización, hoy también emplea densidades variables que van desde las 55.000 hasta las 90.000 semillas por hectárea. En la zona, la densidad promedio ronda las 72.000/78.000 semillas por ha, sube hasta 90.000 en esquemas con riego pero puede terminar bajando a 55.000 semillas si hay problemas de alcalinidad.
En vez de poner 80.000 semillas en todo el planteo, la agricultura de precisión permite jugar con la variabilidad poniendo, por ejemplo, esa densidad donde se justifica y menos donde no es necesaria.
Mapas de prescripción
Por más que el manejo de la variabilidad con la fertilización y la densidad sea el punto de llegada en este caso, en realidad hay un comienzo que se asemeja a la demostración que hizo Tellería.
Es que todo empieza con el mapa de rendimiento en la cosecha del lote. Una vez que se tiene ese mapa, que refleja con distintos colores las zonas de mayores o menores rindes, es decir, la variabilidad, con una computadora conectada al GPS se puede "navegar" por el lote e identificar cada sitio, según sea de alto, medio o bajo rendimiento.
"El siguiente paso es hacer análisis, diagnósticos, muestras del porcentaje de materia orgánica, del fósforo, de la arena que hay y de la profundidad de la napa", explicó el productor y asesor.
Pero, como la tecnología no termina aquí, después se elabora un mapa de prescripción donde un color como el rojo representa el sitio con menos rinde y el azul el área de mayor rendimiento dentro del lote; para una situación intermedia se puede elegir el gris.
En rigor, cada color significa una dosis de fertilizante que luego, mediante una tarjeta de red PCM CIA, se carga en una computadora abordo del tractor. Y luego, cuando el productor sale a sembrar, el GPS le indica a la computadora la posición en la cual se debe hacer el cambio por una nueva dosis.
Este trabajo después se puede chequear a través de un mapa de aplicación. En este sentido, en un mapa que tenía Tellería se podía observar claramente que en una parte del lote la máquina había tirado 190 kilos de fertilizante y en otra alrededor de sesenta.
Mientras la agricultura de precisión despunta, hoy el costo de un equipo para dosis variable oscila entre 6000 y 14.000 dólares (con consola, GPS, motores hidráulicos y depósito de aceite hidráulico). La inversión por el asesoramiento ronda entre los 3 y los 4 dólares por hectárea.
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