Solares tradicionales: Santa Elena, en General Las Heras. Un rincón apacible, con ribetes históricos
Propiedad de la familia Pueyrredón, hoy abre sus puertas al turismo rural
El recuerdo más grato que Eduardo Viale rescata de su niñez en la estancia Santa Elena, en General Las Heras, es el de sus chapuzones en el arroyo Los Pozos, cuyas aguas atraviesan el campo. Quizás esa misma sensación es la que intenta transmitir a los turistas que se acercan a este lugar en busca de calma.
Viale es miembro de la quinta generación de la familia Pueyrredón. "Mi abuelo, bisnieto de Juan Andrés de Pueyrredón [hermano de Juan Martín, integrante del Primer Triunvirato y más tarde director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata], fue el que construyó el casco, en 1870, aunque la estancia ya estaba emplazada desde hacía diez años", explica el anfitrión. Hoy, junto con su hermano, Manuel Edgardo Viale, administra las 150 hectáreas de campo destinadas a la hacienda de cría y al turismo rural.
Santa Elena, que recibe ese nombre en honor de Elena Jorge Pueyrredón, sobrina del general Pueyrredón, permanece igual que cuando fue construida. Su casco principal (posee otro construido en 1930), de típico estilo colonial, conserva los mismos colores que ostentaba en el siglo XIX. "Hemos hecho restauraciones, pero siempre tratamos de preservar sus características originales", aclara Viale.
Un pequeño museo, ubicado en la antesala del casco antiguo, atrae la atención de todo el mundo. Vetustos y ajados certificados de la campaña de Los Andes de 1886, obtenidos por el coronel Juan González -tío abuelo de Eduardo Viale-, una pistola y un sable, entre otros "tesoros", rescatan una porción de nuestra historia. Un árbol genealógico dibujado a pluma cuelga de una de las paredes, como fiel testimonio de los intrincados lazos familiares de los Pueyrredón.
Los muebles y la decoración interior reflejan un estilo ecléctico, en una ambientación con predominancia del estilo inglés, muy común en las casas de campo de fines del siglo XIX y principios del XX, cuyas construcciones coincidieron con la etapa victoriana, en Inglaterra. Ciertos trabajos de carpintería en quebracho, en tanto, agregan un detalle autóctono al ambiente.
Postal campechana
Tal como afirma su propietario, éste es un lugar destinado al descanso, aunque también puede disfrutarse de cabalgatas guiadas, paseos en carruajes, baños en el tanque australiano (que oficia de pileta) y recorridas por el parque de 30 hectáreas.
Magnolias, plátanos, araucarias y cactus, entre otras especies, conforman la añosa arboleda que circunda el casco y otorga un colorido especial al lugar, al tiempo que ofrecen al visitante una postal de auténtica tranquilidad campechana.
El día de campo no estará completo si no se prueban las exquisiteces de la comida criolla, preparadas por Miriam, la esposa de Eduardo. "Toda cocina casera, como pastas criollas, lechón al horno de barro, pasteles de carne y, por supuesto, un buen asado", comenta Viale, que destaca que el 60 por ciento de sus huéspedes proviene de Capital Federal y del extranjero.
Tranquilidad, hospitalidad, descanso y buena comida, acompañados por un contexto silvestre y apacible, cierran un círculo virtuoso, que despierta en el viajero los deseos de repetir la visita a este rincón bonaerense, ligado a una de las familias más tradicionales del país.
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