ROSARIO.- Casi de manera silenciosa pero con un nivel de desarrollo que se afianza año tras año, la siembra directa también se expande por latitudes bastante alejadas de la pampa húmeda.
Este proceso hoy se puede observar más en los Estados Unidos que en Europa, ya que existen algunos rasgos diferenciadores que hacen a la manera de comprender el uso de esta técnica.
Mientras los productores norteamericanos entienden la directa de manera similar a cómo se la concibe en América latina, en el bloque europeo predomina una concepción general donde se habla de agricultura conservacionista, con labranza mínima, y no sólo de directa.
Estadísticas
Las estadísticas de la adopción de la siembra directa son contundentes respecto de lo que ocurre en los Estados Unidos y en Europa. Contra los más de 25 millones de hectáreas que los norteamericanos implantaron en directa en 2004 (el 23% de un total de 112 millones de ha), los europeos están en menos del 10% de su superficie, con un millón de hectáreas.
En el Reino Unido la directa llegó a ocupar 300.000 hectáreas a principios de los ochenta, pero luego dejó de utilizarse. En Europa se notó un resurgir de esta técnica en los últimos años.
Según explicó Gottlieb Basch, de la Federación Europea de Agricultura de Conservación, allí el concepto de agricultura de conservación significa "establecer" el cultivo mediante el mínimo disturbio para el suelo, con labranza reducida o mínima sin inversión del suelo.
Además, la definición de la agricultura de conservación abarca la idea de que haya una cobertura permanente en el suelo (la cobertura mínima debe ser del 30 por ciento) y una rotación balanceada que contribuya a minimizar la necesidad de insumos externos.
En líneas generales, hay cuestiones que concuerdan con la definición más acabada de la directa. "No sólo hay que dejar de alterar el suelo, sino tener una cobertura permanente", dijo Basch.
Si bien esta agricultura conservacionista hoy está más extendida, en Europa hubo factores que conspiraron contra su adopción. Entre ellos se pueden mencionar el arraigo cultural por la labranza convencional (allí suelen hacerse varios campeonatos de arado), la falta de percepción de los riesgos ambientales de esta práctica, la vigencia de la Política Agrícola Común (PAC), la escasez de nuevos equipos de siembra y hasta los problemas de implantación para las sembradoras por excesos de rastrojos en algunas zonas.
Como rasgo llamativo, Basch agregó a esta lista que muchos productores aún no han avanzado hacia esta agricultura conservacionista o la siembra directa por no contar con un suficiente asesoramiento.
A diferencia de Europa, en Estados Unidos se ven más progresos en el desarrollo de la directa, que hoy cubre más de 25 millones de hectáreas (el 23% del área total en producción). n 1990 está práctica sólo se hacía en el 6% de la superficie agrícola. "Hemos dado sin dudas, un gran salto en los últimos quince años", dijo Merlyn Carlson, subsecretario adjunto de Recursos Naturales y Medio Ambiente del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, según sus siglas en inglés).
Según un estudio, en los Estados Unidos la siembra directa ha significado para los productores un ahorro de costos de entre 30 a 32 dólares por hectárea y una reducción en el uso de combustibles de 49 a 13 litros por hectárea.
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