A contramano de la integración global
Sobran pruebas de que el bloque sudamericano no cumplió con sus objetivos fundacionales; politización, aislacionismo y desintegración, sus características
Los firmantes del Tratado de Asunción, en 1991, tenían los objetivos muy claros: el primero, crear un mercado común. Es decir, la integración comercial y económica entre los países miembros. El segundo, integrarse con el mundo, utilizar el Mercosur como un trampolín para jugar en las grandes ligas.
Ninguno de los objetivos señalados se alcanzó. Actualmente la integración entre los miembros está en crisis por cuanto no se ha alcanzado el mercado común después de más de 22 años de la firma del tratado. En cuanto a la integración con el resto de las naciones estamos aún más lejos.
El Mercosur se ha aislado de las grandes corrientes comerciales del mundo. Y no solamente eso: está en contra de la integración en alguno de los mayores emprendimientos que actualmente se están desarrollando.
Han sido los países del Mercosur los principales opositores a la iniciativa del ALCA, quizás una oportunidad desperdiciada, cuya muerte se produjo en la llamada contracumbre de Mar del Plata en 2005 de la cual participaron entusiastamente una heterogénea comparsa de la que formaron parte activa Hugo Chávez, Evo Morales, Diego Maradona, Hebe de Bonafini y Silvio Rodríguez. Los prejuicios, las ideologías sectarias y el fanatismo abortaron la concreción de un proceso del cual nunca hemos sabido a ciencia cierta cuáles hubieran sido sus consecuencias. Que podían haber sido tanto desfavorables como favorables.
Por estos días, Estados Unidos está llevando adelante al ALCA por otros medios más silenciosos. Paso a paso, realizó acuerdos de libre comercio con varios países del continente: desde el Nafta con Canadá y México, hasta el Cafta con los cinco países centroamericanos y la República Dominicana; más adelante hizo lo propio con Chile, Perú y Colombia. Los países del Mercosur, Bolivia y Ecuador se van quedando solos.
Oportunidad
En medio de la verborragia y la intrascendencia, las nuevas posibilidades que se presentan ahora ante una negociación con la Unión Europea pueden constituir una oportunidad para el Mercosur de ir saliendo de su irrelevancia.
Los países están agrupándose crecientemente en bloques. Hace algunas décadas se comenzó con el proceso bajo la forma de las integraciones regionales: el Mercado Común Europeo comenzó a funcionar en 1958. Después la Alalc (América latina), el MCCA (América Central), la Asean, el Nafta, el Grupo Andino y otros.
Llegamos al Mercosur hace poco más de dos décadas. Ahora estamos detenidos. Pero el resto del mundo no se detiene. Apareció la Alianza del Pacífico, la integración de Estados Unidos con la Unión Europea y países del Pacífico, la integración del este de Asia liderada por China, país que además está realizando una integración creciente con África.
Mientras todos, o la mayoría, parecen estar embarcados en la tarea, los países del Mercosur están aletargados. Particularmente la Argentina, la cual, poniendo en práctica medidas arcaicas y de probada ineficacia desde el siglo XVII (como la sustitución de importaciones y el cierre del comercio exterior) cuando apareció el mercantilismo de Colbert, cree que se puede vivir aislado del resto del mundo. Nadie puede sobrevivir en la isla de Robinson Crusoe. Somos todos dependientes.
Esta equivocada concepción es la que se refleja y ha predominado hasta hace muy poco en el Mercosur, que perdió oportunidades de apertura demasiadas veces. Sería lamentable que ahora perdamos la ocasión de negociar con los europeos, probablemente una de las últimas ocasiones para integrarnos al mundo que verdaderamente importa.
Hasta ahora los demás países del Mercosur, especialmente Brasil, han tenido demasiada tolerancia con la posición argentina, porque en el fondo no les desagrada del todo mantener esa postura. La reciente reunión de los presidentes José Mujica y Dilma Rousseff en Brasilia parece indicar un cambio de ruta. Al parecer, el silencioso Paraguay comparte la idea. Venezuela, el convidado de piedra del Mercosur, no parece por el momento apto para firmar ningún tratado de libre comercio con nadie.
El tiempo urge. La posibilidad cierta de un acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Europea puede significar seguramente un nuevo golpe para nuestras exportaciones a esos destinos. En especial con las colocaciones de productos agropecuarios entre los que se destaca la carne vacuna y los cereales.
El Mercosur se ha transformado exclusivamente en un aparato político más que en un espacio de integración. En términos de negociaciones comerciales es muy poco lo que se puede esperar del mismo. En los hechos ha dejado de ser un proyecto de integración comercial. Se han perdido por el camino los objetivos fundamentales que dieron origen al Tratado de Asunción.
Por si fuera poco, la adhesión de nuevos países como Bolivia, Ecuador, Guyana y Surinam, que además integran otras asociaciones de integración regionales, no hará sino agregar más zozobra e inestabilidad a un buque que ya navega desde hace bastante tiempo por aguas demasiado turbulentas.
Con los hechos citados, y muchos más que podrían agregarse, el Mercosur perdió credibilidad, aun entre sus propios miembros.
¿FIN DE CICLO?
La larga agonía del Mercosur
Un hecho que demuestra la pérdida de credibilidad interna fue la suspensión de Paraguay y la paralela aceptación de Venezuela. La irregular decisión de suspender a Paraguay como miembro, sin cumplir con la normativa del Protocolo de Ushuaia, y la también antijurídica aceptación del ingreso de Venezuela –dado que Paraguay no la aprobó– no fueron decisiones gratuitas: tienen un altísimo costo que incide principalmente sobre la pérdida de credibilidad del proceso de integración regional afectado ya por múltiples desavenencias y contradicciones internas. Cuando se le escucha decir a algún presidente que la integración es mucho más que los aspectos comerciales, jurídicos y económicos (porque lo principal son los aspectos políticos) hay que decir que los resultados están a la vista: lo que se ve en los hechos es la paralización del Mercosur, su esterilidad, banalización e intrascendencia. En una palabra: su larga agonía.
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